domingo, 31 de enero de 2021

Bill Gates: "Prepárense para la siguiente pandemia como si fuera una guerra" - Alejandro Sosa Laprida

Miles Christi


Bill Gates afirmó que el mundo debe preparase para la próxima pandemia  "como si se tratara de una guerra", incluyendo la inversión de decenas de miles de millones de dólares cada año, en una carta publicada el miércoles 27 de enero (gatesnotes.com/2021-Annual-Letter"To prevent the hardship of this last year from happening again, pandemic preparedness must be taken as seriously as we take the threat of war (...) To learn how to best use these first responders, the world needs to regularly run germ games -simulations that let us practice, analyze, and improve how we respond to disease outbreaks, just as war games let the military prepare for real-life warfare.")

Hagamos un sucinto recordatorio de los dichos y hechos de este hombre en relación a la "pandemia" para luego atar cabos que nos permitan comprender quién es este personaje omnipresente en los medios de prensa y en los organismos internacionales que gestionan la "crisis sanitaria".

En octubre de 2019, Bill Gates y compañía organizaron el "Evento 201" -
centerforhealthsecurity.org/event201/-, simulando una pandemia planetaria de coronavirus. En diciembre apareció el virus Covid-19 en China. En marzo la OMS -cuyo principal contribuyente es Bill Gates- declaró el estado de "pandemia". Tres semanas después, Bill Gates dijo que solo se podrá volver a la normalidad cuando haya sido vacunada "toda la población mundial" -Bill Gates: “La normalidad solo volverá cuando hayamos vacunado a toda la población mundial”-.

Al cabo de un par de meses el augur de calamidades anunció la llegada de una nueva "pandemia" -
Bill Gates anuncia nueva pandemia con una sonrisa-. Y he aquí que ahora nos advierte que debemos prepararnos para ella tal como lo haríamos para "una guerra" y que deberíamos ejercitarnos practicando "germ games" (juegos de gérmenes), al modo como hacen los militares con los "war games" (juegos de guerra). El cinismo y la malicia de este individuo son incalificables: realmente no hay palabras para caracterizar adecuadamente lo que este pretendido "benefactor" de la humanidad está haciendo, junto con sus cómplices criminales de la élite mundialista eugenésica.

El cariz satánico de todo cuanto viene acaeciendo desde el inicio de la "crisis sanitaria global" salta a la vista de cualquier espectador medianamente lúcido e intelectualmente honesto. Nos mantienen en un estado de incertidumbre permanente, de infantilización sistemática, de un chantaje emocional detestable y atizan el pánico por todos los medios imaginables. Todo lo cual constituye un cóctel explosivo, deletéreo para la salud física y psíquica, un poderoso generador de angustia y de estrés, factores estos que perturban profundamente la vida de la gente, disminuyendo las defensas naturales del organismo, sin mencionar los casos de aislamiento, pobreza, enfermedades no tratadas, adicciones, depresión y suicidio que esta situación absolutamente inhumana provoca.

Una pregunta: ¿No les "hace ruido" todo esto? ¿Qué tiene de normal que un técnico informático devenido en "vacunador universal" y en "profeta de catástrofes" -de las cuales él asegura querer "salvarnos", no faltaría más- se la pase tomando decisiones que conciernen a toda la humanidad y anunciándonos lo que va a suceder en el futuro del mundo?

¿Es aceptable acaso que este individuo -al igual que sus colegas "filántropos"- continúe amasando dinero a carradas con el negocio redondo que este confinamiento mundial representa para sus acciones en las industrias digital y farmacéutica -las únicas ganadoras en la "pandemia"-, en esta situación inaudita y demencial que dura desde hace ya casi un año?

Y esto mientras la inmensa mayoría de la gente se empobrece día tras día con esta política brutal y absurda del confinamiento generalizado y permanente, con las graves consecuencias que esto acarrea.

Pregunto nuevamente: ¿A alguien le queda todavía alguna duda razonable de que este "filántropo" multimillonario es un psicópata de la peor especie que se está burlando de nosotros con un sadismo a toda prueba -
Bill Gates smiles devilishly when talking about the next pandemic-?

Este iluminado megalómano es, muy probablemente, un poseído por el demonio, y está, sin lugar a dudas, trabajando activamente para la instauración del gobierno mundial del anticristo, el cual se avecina a pasos agigantados... -
El video presenta la dimensión satánica e inequívocamente pre anticrística de la "crisis sanitaria g….-

Por todos estos motivos es que nunca me cansaré de repetirlo: Bill Gates es un auténtico enemigo del género humano y cuanto antes lo hayamos comprendido, mejor será: 
Bill Gates, enemigo del género humano - Miles Christi - 01/10/2020. El momento de despertar, de abrir los ojos y de alzar la voz contra esta diabólica tiranía sanitaria mundial -Seis meses de Tiranía Sanitaria Mundial- es AHORA.

Hay valores superiores a los de la vida biológica. El sentido del honor, el testimonio de la verdad, el resguardo de la libertad interior y la preservación de la dignidad personal son algunos de ellos. Los esbirros de Satanás como Bill Gates y sus cómplices carecen por completo de ellos. A esos agentes infernales les ha sido concedido poder por un tiempo efímero para ejecutar sus planes criminales. Podrán arrebatarnos, como mucho, la vida corporal, pero no la vida eterna ni la resurrección gloriosa a la que están llamados los hijos de Dios, en Jesucristo Nuestro Señor.

Visto en: 
excelsior.com.mx/…erra-alerta-bill-gates/1429497

Para mayor información: "Ofensiva global contra la humanidad": 
2020: Ofensiva global contra la humanidad - "Cuestionamiento del relato oficial": Cuestionamiento del relato oficial "Boletín informativo IV": Boletín informativo IV  


Fuente: https://gloria.tv/post/84MJnii1Uy84ELWRxpdEPMuaG



sábado, 30 de enero de 2021

Practiquemos la cordura - Antonio Caponnetto

 

 

          Bajo el lema, presuntamente ingenioso y humorístico, de “Practiquemos la CUIDAdanía, el Gobierno ha lanzado una campaña para prevenirnos de esta extraña pandemia. El propósito de la tal campaña es integrar a los “ciudadanos responsables y con conciencia social”, en su lucha denodada contra “los perejiles e ignorantes” (sic) que osan poner en duda, ya no el real alcance de la peste sino, y sobre todo, el de las medidas que se vienen tomando para combatirla. Medidas que, como todos sabemos empíricamente, han probado con amargas creces y espantosos efectos, la validez de dos dichos populares; que es peor el remedio que la enfermedad; y que no se puede rescatar a quien se está ahogando con un salvavidas de plomo.

Porque la verdad entera y completa sea dicha; si no hubiera, como hay, un cúmulo atendible de razones científicas para cuestionar tanto la etiología, como la naturaleza y los frutos del llamado coronavirus, es innegable por evidente, que hay sí un cúmulo inmenso de testimonios del estropicio descomunal que están provocando las políticas estatales pretendidamente sanitarias. Y decimos estropicio descomunal en homenaje a la síntesis, que a abundantoso análisis daría lugar tamaña atrocidad a la vista.

Pero volvamos a la publicidad precitada. La base de la misma es un sofisma que, en lógica, se conoce como “la falacia de pensamiento de grupo”. Consiste la misma en hacerle sentir orgullo a una persona por pertenecer a determinado sector, emparentado generalmente con alguna ideología. Tal “orgullo” lo habilita a priori y necesariamente a posicionarse en el bando de los despabilados y progresistas, quedando el resto descartado por negacionista, conspirativista, antiderechos, o cualquier voltereta semántica que se les ocurra. Maldito ardid sobre el cual se han expedido personajes insospechados de incorrección política, como el sociólogo Floy H. Allport, ya en 1923, desde The American Journal of Sociology.

El “orgullo” de marras en este caso se retrata a través de dos ejemplos, uno de los cuales cobra significación especial para los argentinos. “Orgulloso de llevar mi barbijo”, dice una caripela anónima embozalada hasta los ojos. Y “orgulloso de no compartir mi mate”, regüelda otro infeliz manojo de soma, a quien se le ven apenas ciertos rasgos, otrora compatibles con lo que se llamaba frente. Se podían haber buscado otros términos más apacibles o afables. Por ejemplo: colaboro llevando el barbijo. Me aguanto el tapabocas por prevención. Lamento no poder compartite el mate, etc, etc. Pero no; el sofisma reclama imperativamente la apelación al orgullo de la neonormalidad contra natura. Porque ese es el objetivo de fondo de la tiranía: abolir la normalidad e instaurar ya no su perversa contraria sino además la altivez y las ínfulas por perpetrar tamaña acometida. Fue el modus operandi de los sodomitas, que siguen “marchando” convencidos de que su vicio nefando les otorga un descuello tan especial que deben hacerlo público. Lejos todos, ¡ay!, del consejo del cura Castellani a los tanguistas: “¡vaya hombre, está bien que sea cornudo; pero no lo ande cantando!”

Según la ilogicidad de este sofisma arrojado por el poder político, el número de situaciones de “orgullo” deberían multiplicarse, y en ningún caso se estaría faltando a la verdad. Orgulloso de abandonar a mis padres en el hospital.Orgulloso de que me entreguen sus cenizas en una bolsa de residuos. Orgulloso de no poder velar a mis seres queridos. Orgulloso de obligar a mis hijitos a no abrazar a sus amigos ni a compartir sus juguetes. Orgulloso de aislarme en una burbuja. Orgulloso de que me prohíban celebrar las fiestas de guardar; Orgulloso de que verifiquen mi salud con un estatizado y promiscuo tacto rectal; y la tristísima nómina sería interminable.

A los sofistas que orquestaron esta campaña vejatoria, en la que el vilipendio es el propósito y el cretinismo el instrumento, no les importa otra cosa que no sea doblegarnos colectivamente para ser protagonistas –también orgullosos- de ese programa endemoniado de reingeniería social que se ha dado en llamar “El Gran Reinicio”. Lo dijo desfachatada y literalmente Alberto Fernández, el pasado 29 de enero, en su Discurso ante el Foro de Davos. La meta gubernamental es “avanzar en el Gran Reinicio que tanto pregona Klaus Schwab”; o sea el Foro Económico Mundial, del que el payo Schwab es presidente, junto con el Príncipe Carlos de Inglaterra, que co-lanzó la propuesta en mayo de 2020, cabe la suntuosa oligarquía financiera de los países más poderosos del mundo.

Que sepamos y hasta hoy, los compañeros que combaten al capital (para lo cual lo acaparan como medida precautoria, claro), no le han dicho a Fernandezullón que lo que ha hecho se llama bruta dependencia al Imperialismo, ante el cual se suponía sólo podía tener lugar la liberación y la lucha armada. No le ha dicho nada Kicillof, natural de Stalintrópolis; ni Máximo, hijo de Bisojo y Jaca, ni Cafiero el de las liendres al viento, ni Trotta, el de la tremolante memez, ni Zaffaroni, de broncínea bujarronería. Todos a una callaron ante esta descomunal declaración de sometimiento a la poderosa intromisión imperialista. Sólo resta esperar un motu proprio bergogliano, titulado crípticamente: “Abbassiamo le nostre mutande”.

Hace rato que las cartas están echadas sobre la mesa. Pero tras el Foro de Davos y el nada imaginario próximo paso, cual sería adherir también a la Agenda 2030, nos urge reaccionar con los mejores medios de los que dispongamos. Hoy –contrariando una veintena de estudios académicos y científicos de primer nivel[1]- nos dicen que si no cubrimos bocas, manos y narices con mascarillas y guantes, incurrimos en delito de lesa covididad. Mañana nos dirán que los oídos y los ojos son otros tantos factores de contagio y deberemos andar ciegos y sordos.

A la inicua campaña del “Practicá la CUIDAdanía”, opongámonos con una activa y nunca desmayada campaña de la práctica de la cordura, de la caridad, del sentido común, de las obras de misericordia, de la normalidad. Sintámonos orgullosos de confiar en Dios, de ser virtuosamente prudentes, de saber cuáles son los límites entre el legítimo y necesario recaudo médico y el pánico colectivo. De saber cuál es la frontera que separa el respeto ante la enfermedad de la pusilanimidad mórbida. Sintámonos orgullosos de inspirar en el prójimo y en nosotros mismos un sentido de la responsabilidad terrena que no ahogue el leal abandono a la Divina Providencia. El mayor factor de riesgo que tenemos no es contagiranos, enfermar y morir. Que por supuesto, podemos padecer nosotros o nuestros seres queridos. Sino vivir como cobayos, arrasados por el despotismo pseudosanitarista que nos mata las almas antes que los cuerpos.

Tomo y doy ahora un consejo que me diera hace unos años don Enrique Prevedel:¡Seamos criollos! Sí; lo seamos. El que tenga su mate, salga a la plaza más cercana, la cara limpia al sol, la palma al cielo, y júntese con los amigos a cebarles mates y Padrenuestros hasta el alba. Será nuestro toque de queda. Nuestro sencilla triunfo, prefiguración de la grande y postrimera victoria que se consumará cuando Él regrese. ¡Cristo Vence!


Antonio Caponnetto

jueves, 28 de enero de 2021

Educación presencial - Antonio Caponnetto

 


Hay distintos motivos por los  cuales se niega u obstaculiza hoy lo obvio; esto es, que el acto educativo reclama la presencia de los otros; la puesta en práctica de la alteridad o projimidad. Por un lado está el argumento infame del poder político dominante, para quien la aberración llamada eufemísticamente “neonormalidad”, es Política de Estado, y debe imponerse a rajatabla. Incluso (acaba de ser dicho) pisoteando aquellos derechos, por los cuales ese mismo poder dijo bregar como si fueran los dones preternaturales.

El otro argumento, calcado del anterior, es el que esgrimen los gremios, docentes que no son sino covachas de sinvergüenzas indoctos, agitadores maleducados y siniestros, e ideólogos desfachatados de todas las  estulticias de la izquierda. So pretexto del cuidado sanitario, lo que realmente quieren es no ir a trabajar y seguir cobrando. La virtualidad, en tal sentido, les ha resultado cómoda, escurridiza e incontrolable. La fórmula de “quedarse en casa” ha sido el camino expedito al sálvese quién pueda y viva la pepa. Baradel, con su mondongo rampante, su desaliño calculado, y su rentada holgazanería, es el icono de estos pedagogos a la violeta.

La llamada oposición, de este tema –como de todos los capitales y sustantivos- no entiende absolutamente nada. Reclama y aprueba la presencialidad, es cierto; pero limitándola y condicionándola de tal manera con decenas de protocolos, de leguleyerías y de controles, que más aproximan la escuela a un laboratorio enfermizo y alienante que a una casa de estudios. Para medir la ignorancia supina de la cuestión de fondo, baste anoticiarse del lema que han elegido para exigir la presencialidad: “Siempre con Sarmiento”. Como si el mito ridículo y procaz del “niño que nunca faltó a clase y del hombre que nunca tuvo clase” –al decir de Anzoátegui- pudiera ser el norte a imitar en estos días aciagos.

Para darnos una prueba notable de que la oposición y el oficialismo son idéntica hez, de viaje por Chile, el 27 de enero, el presidente Fernández, hablando en la sede del Cepal, hizo el elogio de Alberdi y de Sarmiento. “Liberales de la mejor cepa”, los llamó; que “entendían la importancia de la educación”. O sea que, para el Macrismo y el Kirchnerismo, el estatismo educacional de cuño liberal, masón, naturalista y laicista, es el paradigma a seguir. No es el momento ahora de refutar estas graves sandeces. Queden asentadas para el recíproco oprobio de la partidocracia toda.

Sólo quien no sabe ni valora lo que es la educación, puede negarse a la presencialidad en las aulas. Es más, sólo quien no sabe lo que es la naturaleza humana, puede seguir prefiriendo la sustitución de la realidad por la virtualidad, el reemplazo de la compañía personal por la tutoría digital; el cambio abrupto de la comunicación completa y vívida entre dos creaturas, por la conexión múltiple a la distancia y mecánicamente.

Hay unas páginas del estremecedor y significativo libro de la Hermana María de Guadalupe, titulado “Volverán las palomas”, que deberían mover a nuestra reflexión sobre el tema que nos ocupa. Son aquellas en las cuales, narrando los horrores indecibles de la guerra en Siria –cuyas devastaciones reales empalidecen las peores informaciones que se han dado de los estragos del Covid- cuenta cómo fueron los mismos estudiantes los que quisieron volver a las escuelas; y del corajudo apoyo que recibieron para tal iniciativa de sus adultos y profesores. Escuelas que eran edificios literalmente en ruinas, sin electricidad ni agua, con espacios compartidos para los refugiados, los mutilados, las familias que habían quedado a la intemperie. Y con bombardeos regulares que caían sobre tales sitios. No importaba tamaño contratiempo. Para ellos, “un día de clases, era un día de vida”. “Antes de que se instalara el conflicto armado[los estudiantes] tenían una actitud consentida y caprichosa, y marcaban los días como los presos para que llegaran las vacaciones.¡Y ahora eran felices por recomenzar las clases!”. Es el gozo de la normalidad recuperada, como condición para sentirnos dignamente vivos, y no cobayos a quienes se les pueden inocular sospechosos antídotos o vejar sus cuerpos de modo aborrecible con la excusa de testeos o controles del virus. Tal lo que venimos a enterarnos ahora que está ocurriendo en China.

Digamos las cosas con claridad. El despojo de la presencialidad a la educación significa:

-para los maestros genuinos, el cercenamiento de su vocación paternal y de su misión engendradora de discípulos. Puesto que nadie es padre por zoom ni suscita hijos espirituales conectado a una red, que incluso -en muchos casos-se interrumpe, colapsa y ni siquiera funciona.

-para los alumnos moralmente sanos, la mutilación de su necesaria sociabilidad, de su reclamo de patencias directas y afectuosas, de su urgencia por forjar vínculos de condiscipulado, nacidos al calor de la amistad que se nutre del despliegue de los sentidos externos. El meet no los abraza, el mail no los contiene con un apretón de manos, el whatsapp no trae aromas de patios escolares, el team viewer no enjuga lágrimas, ni acaricia frentes angustiadas, ni comparte el sabor del café humeante en las tardes invernales.

-para los padres cuerdos, la extinción de su carácter de primeros titulares de la formación de la prole, que por eso mismo delegan con cuidado, en maestros e instituciones que juzgan confiables, el completamiento de la vida cultural de sus hijos. Los padres pueden y deben ser ser eximios e insustituibles  testigos, ejemplos y formadores en el hogar. Por cierto que así debería ser siempre, y lo ratificamos. Pero el oficio pedagógico, el don didáctico, la pericia docente, o el entrenamiento metodológico, no son atributos que los padres puedan adquirir repentinamente, y conducir de ese modo a buen puerto la educación sistemática de los hijos.

-para la escuela, como institución de orden natural que debería proponerse ser, significa la imposibilidad de cumplir con su nobilísima finalidad, la de cultivar y ejercitar la vida virtuosa. Ya que la misma reclama perentoriamente el compromiso diario de todos sus integrantes, poniendo el cuerpo en las dificultades, el gesto corpóreo de aprobación, el rostro que mira sin mediaciones de cámaras, la voz que se pronuncia y que le llega al otro sin las interferencias de un micrófono.

Si tanto nos preocupa la salud, debemos saber y hacer saber, inmediatamente, a padres, maestros, educandos e instituciones escolares, que no hay salud sin presencialidad, no hay normalidad  humana sin hombres viviendo cara a cara, asistiéndose recíprocamente con los brazos y los corazones. Sin presencialidad no hay equilibrio psicofísico, porque como bien decía el poeta Jorge Manrique: “quien no estuviese en presencia/no tenga fe ni confianza/pues son olvido y mudanza/las condiciones de ausencia”.

La presencialidad es condición imprescindible para educar, porque es un acto de amor crear presencias; es corroborarle al prójimo, cada jornada, que nos interesa su existencia plena, entera, cabal. No su “estado” en la web, su twiter o su facebook.

Cuando en los albores mismos de esta endemoniada cuarentena, iniciamos una campaña por la reapertura de los templos, algunos amigos no entendieron el propósito. Creían que era luchar para que se pudiera volver a la liturgia show del progresismo posconciliar. Se equivocaron en sus juicios, lamentablemente. Era un intento por predicar que no se pueden conculcar los derechos de Dios; que el Estado no puede avasallar la práctica de la lex credendi, de la lex orandi y de la lex vivendi. Que es una iniquidad que clama al cielo sentar el precedente de la complicidad entre la Jerarquía y el Poder Político para priorizar la añadidura por encima del Reino de Dios. Los tristes hechos nos han dado la razón. No era el Novus o el Vetus Ordo lo que estaba en litigio. Era si se enfriaba la caridad o si se cumplía con el Tercer Mandamiento. Si <Nuestra ayuda está en el nombre del Señor> o en la infectología militante de los asesores del gobierno. A casi un año de este drama, no parece ser el Decálogo el que resultó ganancioso. Como no parece preocuparle demasiado el asunto a la máxima autoridad eclesiástica.

 Ahora sucede algo análogo. Algunos prefieren que las escuelas permanezcan cerradas, que todos practiquemos el “homeschooling”, y nos olvidemos de una vez por todas de reabrir los colegios en los cuales se enseñan contenidos aborrecibles. Saben bien quienes nos conocen que nada tenemos contra el proyecto de “escuela-hogar”, al que miramos con beneplácito y esperanza;  y que hemos protestado cuanto pudimos contra las atrocidades que se enseñan y se aprenden en los institutos educativos.

Pero este clamor que formulamos a favor de la reapertura de las escuelas, es un reclamo legítimo de salud física, moral, intelectual y espiritual, cuya vigencia no sólo no parece importarles a quienes gobiernan, sino que parece importarles exactamente lo contrario: la extinción de los vestigios de Orden Natural que pueda significar y significa el simplísimo hecho de que un chico vaya a una escuela. Es un pedido básico de cordura frente a los odiadores seriales de la normalidad. Es un llamado a recuperar el pisoteado sentido común. Es el agere contra de la degeneración de un gobierno que nos pide, desde su propaganda oficial, que nos sintamos orgullosos(sic) de usar barbijo, de no compartir el mate y de convertirnos en denunciantes de los infractores a la coacción de la tiranía. ¡Orgullosos de habernos convertidos en seres despreciables!

Recuperemos la salud. Recuperemos la normalidad. Recuperemos la presencialidad educativa, sin dudarlo ni siquiera un instante. Hay algo peor que un presunto contagio masivo. Es el contagio de la deshumanización, del automatismo, del vivir y morir conectados a una pantalla. La presencia es fortaleza. La ausencia cobardía. Seamos valerosos; estemos presentes.

 

 ANTONIO CAPONNETTO


sábado, 9 de enero de 2021

Toque de queda comunitario - Antonio Caponnetto

  


Como la irritativa reglamentación para que vayamos con la cara embarbijada y los pasos temerosos. Como el cruel impedimento para que nos acerquemos a los familiares enfermos o moribundos. Como la demencia de sustituir la realidad por la virtualidad, la normalidad por la sociopatía y la caridad por un protocolo. Como la fatídica eliminación de la presencialidad en las escuelas. Como la necia obsesión de encerrarnos, de disciplinarnos despóticamente y de inmiscuirse aún en nuestros propios hogares, para fiscalizar el número de comensales. Como la desquiciante decisión de reglar las festividades sacras y las actividades cultuales, negándosele incluso a los fieles católicos la recepción de la Eucaristía en la boca. Como el frenesí por inocular supuestos antídotos, con una precipitación irresponsable y peligrosísima. Como todo lo que hace este gobierno de ladrones, ignorantes, mentirosos y genocidas, la supresión de la nocturnidad por decreto, no resiste la menor confrontación no ya con los criterios científicos, sino simplemente con los hábitos racionales o lógicos.

Se trata, lisa y llanamente, de un nuevo atropello, consumado por la escandalosa aquiescencia ante el Poder Mundial, y con la complicidad servil de la llamada Oposición –cuya disidencia es más débil que su sesera y más maleable que sus bolsillos- sin olvidarnos del cobarde desempeño de la Jerarquía Eclesiástica, siempre pronta para secundar y obedecer las órdenes del Estado Homicida.

 Imaginar una peste que siega a sus víctimas al amparo de las sombras noctámbulas –más específicamente durante ciertas horas de la misma- puede ser un buen motivo para escribir un cuento de terror, como lo hiciera Poe. O para convencer a los niños de que, tocadas las Cero Hora del día, la carroza se convertirá en calabaza. Pero tornarlo política sanitaria únicamente indica el grado de insensatez y de cinismo, de malevolencia y de desaprensión por el bien común.

No es un toque de queda sanitario lo que necesitamos. Pero sí un toque de queda comunitario. Esto es, que la comunidad entera, cansada de ser sometida, expoliada, ultrajada y reducida a la servidumbre; cansada incluso de tantas trágicas tomaduras de pelo en nombre del cuidado de la salud, se decida de una vez por todas a pasar de la resistencia pasiva a la activa.

A ganar las calles y las plazas, en grupos familiares y amicales, con ademán manso pero firme, para decirle a este régimen tiránico que son ellos el virus, la plaga, la fuente de todos los contagios y las ruinas. Son ellos la infirmitas populi, como decía Cicerón; esto es, lo contrario de la verdadera salus populi o salud de la comunidad política.

 Y que somos nosotros, en consecuencia, los que no deseamos que se asomen ni de noche ni de día, ni en pleno verano ni durante la crudeza del invierno. Somos nosotros los que creemos que son ellos los que deben estar confinados, ya no en sus domicilios sino en las cárceles; acusados de latrocinio, de perversiones múltiples, de criminalidad premeditada y de traición a Dios y a la Patria. Quede para los delincuentes la señal admonitoria y punitiva del toque de queda, no para los ciudadanos de a pie, víctimas de este reseteo infernal de la vida social.

No queremos que nos cuide la salud un régimen que legalizó la matanza de los inocentes. Ni que nos den lecciones de sanitarismo colectivo los que llaman fenómeno al ser humano y justifican su despedazamiento.  A las epidemias reales se las combate con planes y enseñanzas, directivas y experiencias, de genuinos hombres de ciencia, no de lacayos del Nuevo Orden Mundial. Escuchen la voz de los que saben, en vez de ridiculizarlas o acallarlas. Escuchen la sabiduría de los estudiosos, no las imposiciones financieras de los laboratorios multinacionales.

Vaya nuestro mensaje final a cada compatriota amigo decidido a resistir:

Amigo:

 

Me dicen que los nuestros ya no muestran sus risas,

que van encaretados con triste palidez,

se les quiebra las voces bajo telas gastadas,

los labios escondidos, sin su antigua altivez.

 

Me dicen que las manos, eternos apretones,

estrujón en las buenas, abrazo en las angustias,

ya no enredan ni enlazan los cuerpos amicales,

son emulsiones frías, pesar de tardes mustias.

 

Me dicen que a las rondas de mates cimarrones,

a la vera del fuego, del vivac o la playa,

las siegan las usinas del espanto y del luto,

los odiadores torvos del aire y la atalaya.

 

Me dicen que no hay aulas con cánticos o rondas,

ni bullicios, plegarias, ni el beso de agasajo,

el dulce en los recreos, compartiendo los panes,

el maestro que guía como al son el badajo.

 

Y me dicen que muchos agonizan a solas

cumpliendo protocolos que inventaron sicarios,

suprimen velatorios, entierros y cortejos,

la muerte se reduce a cenizas y osarios.

 

Me dicen más y acabo de enumerar penurias,

pero el jinete negro su vileza desboca,

han quitado las fiestas sagradas de los fieles

y han negado que a Cristo se reciba en la boca.

 

Amigo:

Yo digo que guardemos la bruma y el rocío,

el alba y su lucero, los pasos caminantes,

al que quiera encerrarlos en nombre de la ciencia

le arrojaremos flechas de vidas anhelantes.

 

Yo digo que guardemos además, la costumbre

del villancico criollo, de la Misa de Gallo,

de la Pascua Florida, de la Octava de Reyes,

 que ninguno nos robe el pétalo o el tallo.

 

Yo digo y lo repito que despleguemos gestos,

abolidos por logias en lúgubres tenidas,

no hay salud sino acerco mis hombros al del otro

ningún toque de queda curará las heridas.

 

Yo digo, al fin, que vengan nuevos hijos al mundo,

desafiando esas leyes que jamás propusimos,

Yo convoco a la guerra por los cuatro elementos

el agua, el fuego, el aire, la tierra en que nacimos.

 

Y llamo a desplegar esa normal manera

de hablar, de frecuentarse, de forjar un hogar,

la guitarra en las peñas, los cirios en los templos,

los ríos en sus cauces, la vid en el lagar.

 

Amigo, sin temores ni alardes yo te digo,

no vencerá la peste fabricada a sabiendas,

pero toma tu espada, el carcaj y el escudo

y alistémonos juntos en eternas contiendas.

 

Antonio Caponnetto


jueves, 7 de enero de 2021

José Antonio y la poesía que promete (Conferencia)- Por Antonio Caponnetto

 


Esta es una conferencia que dicté por primera vez hacia el año 2003. Me habían pedido que la impartiera en un Congreso Joseantoniano, en la Universidad de Salamanca. No obstante la invitación formal, mi participación en el mismo fue rechazada por el rector de dicha universidad, de apellido Berdugo, en un explícito acto de incumplimiento de la palabra empeñada y de ataque a la libertad de cátedra. En tales circunstancias, Blas Piñar me permitió dictarla en la sede de Fuerza Nueva.  Años más tarde la di en Buenos Aires, en una de las Jornadas organizada por el Centro de Formación San Bernardo de Claraval. Durante todo este tiempo transcurrido varias personas me la pidieron, pero yo no tenía la grabación, ni sabía tampoco que existía una. Hasta que un buen amigo brasilero la halló y me pasó el link, que ahora comparto con ustedes. Entiendo que esta grabación corresponde a la versión dada en Buenos Aires, a pesar de que el título del sitio que la contiene indica otra cosa. A quienes pueda interesarles, muchas gracias.

Antonio Caponnetto




 

Nacionalismo Católico San Juan Bautista


sábado, 2 de enero de 2021

El aborto en Argentina y el Papa Francisco - José Arturo Quarracino

 

El aborto en Argentina y el Papa Francisco[1]

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Tres artículos de 

Revisado, editado y publicado por Miles Christi (Alejandro Sosa Laprida) el 01/01/2021: https://gloria.tv/post/YCnAcEijiHPN3UZNenq7guRAs

1. Legalización del aborto en Argentina:

Todo el Poder al clan Rockefeller

       En la madrugada del miércoles 30 de diciembre el Senado nacional aprobó el proyecto de legalización del aborto en Argentina, mediante un verdadero mamarracho jurídico basado en un derecho inexistente, por tanto, nulo: que la mujer tiene derecho a matar a su hijo antes de nacer. Supuesto derecho que no está instituido ni sancionado en ninguna ley nacional ni internacional.

 De este “derecho” inventado de matar al hijo, el proyecto deduce que el aborto es entonces un tema de salud pública, porque al ejercerlo pone en riesgo su salud, que el Estado debe salvaguardar. Esta concepción del aborto como un tema de salud es la que articula todo el texto aprobado, concepción que constituyó el caballito de batalla del presidente para justificar su intención de legalizar el aborto (“el aborto es un problema de salud pública”), su secretaria legal y técnica de la Presidencia, la abogada Vilma Ibarra, su ministro de Salud, Ginés González García, varios de los ministros del gabinete nacional, y la mayoría de los diputados y senadores que apoyaron el proyecto.

Pero esta articulación necesitaba de llevar a cabo un procedimiento: eliminar del texto normativo toda referencia y mención a los niños por nacer, eliminación textual que se cumplió a rajatabla, ya que no se los menciona ni una sola vez. Esta desaparición textual es la que justifica la desaparición práctica que se va a ejercer con el aborto, es decir, la desaparición forzada de los niños por nacer, sin ningún tipo de defensa posible: si la mujer quiere matar “eso” que tiene en su seno, la decisión se ejecuta sumariamente, en un plazo máximo de 10 días.

Así, los niños por nacer se convierten en Argentina en el único grupo demográfico que tiene el “derecho” de ser asesinado legalmente, a pesar de no haber cometido ningún delito. De ahora en más, a un asesino serial, a un violador, a los asesinos de todo tipo y color se los mantiene vivos, pero a los niños por nacer se los puede matar, aplicándoseles una verdadera pena de muerte que la Constitución Argentina prohíbe expresamente.

Es decir, el proyecto de ley aprobado viola clara e innegablemente la Constitución Nacional Argentina

Pero además su fundamento “sanitario” no ha sido creado ni inventado por el gobierno autodefinido como progresista, “nacional y popular”, etc, sino simplemente copiado, ya que como hemos afirmado en varias oportunidades, fue inventado en 1972 por John Davison Rockefeller III, en su plan integral de control de la natalidad para Estados Unidos, a pedido del entonces presidente Richard Nixon: “[…] la anticoncepción es el método de elección para prevenir un nacimiento no deseado. Creemos que el aborto no debe ser considerado un sustituto para el control de la natalidad, sino más bien como un elemento en un sistema general de cuidado de la salud materno-infantil[2].

Curiosa forma de cuidar la salud infantil, matando al niño (????).

Es decir, la ley sancionada no es una ley progresista nac & pop del binomio Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, es una ley basada en la ideología antinatalista y genocida del poder financiero global que la familia Rockefeller representa.

Así, la concepción abortista de la plutocracia anglosajona se convierte en principio de una ley de la “democracia” regenteada por el progresismo kirchnerista hoy gobernante.

De este modo, la dominación económica ejercida por el clan Rockfeller a través del Consejo de las Américas[3] creado por David Rockefeller en 1965 se refuerza con la institucionalización jurídica de su concepción antinatalista y abortista en la legislación argentina. La economía argentina ya es propiedad de la plutocrática familia angloamericana, ahora la legislación que habilita la pena de muerte prenatal -sin causa, sin juicio y sin condena- también.

En definitiva, el gobierno Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner hace su “ofrenda de Navidad” a la familia Rockefeller, consolidando su dominación colonialista de la Nación Argentina, en nombre de un gobierno “progresista, nacional, popular y feminista”.

En este contexto de entrega, vale destacar la decidida reacción de una gran parte del pueblo argentino, que durante un mes salió a las calles en las principales ciudades de las provincias argentinas y de la ciudad de Buenos Aires, para rechazar el proyecto abortista, en una forma abrumadoramente mayoritaria. Distintas encuestas de opinión realizadas por distintas consultoras mostraron que más del 60% de la población argentina rechaza visceralmente al aborto como derecho, cifra que en algunas ciudades y regiones se eleva hasta un 85%.

A pesar de esta oposición popular el gobierno argentino pudo alcanzar su objetivo abortista, ya que, entre otras cosas, le resultó muy funcional y favorable la actitud pasiva, complaciente y silenciosa de la jerarquía eclesiástica católica, nacional y vaticana, que durante un año guardó un silencio casi absoluto, sólo interrumpido en las últimas semanas por declaraciones que más bien parecían destinadas a mostrar la oposición suave al proyecto abortista[4], que a oponerse realmente, o directamente a mantener silencio absoluto en el Mensaje navideño papal urbe et orbi[5].

Si bien es cierto que los días 28 y 29 hubo pronunciamientos tanto de algunos obispos argentinos, como de monseñor Marcelo Sánchez Sorondo y del mismo papa Bergoglio, pero cuando las cartas ya estaban echadas.

Pero lo que resulta llamativo es el silencio absoluto los obispos y sacerdotes llamados “villeros”, con excepción del padre José De Paola, que se había pronunciado ya en el año 2018 y también en estos últimos meses a favor de la vida de los seres humanos nacientes, pero en la soledad sacerdotal más absoluta, respecto a sus colegas sacerdotes y a los obispos del país.

El 25 de marzo de este año, en los días iniciales del confinamiento dispuesto por el gobierno frente a la pandemia del Covid-19, el obispo “villero” de la arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, y los sacerdotes “villeros” José María “Pepe” Di Paola, Juan Isasmendi, Nicolás Angelotti, Eduardo Drablle, Carlos "Charly" Olivera y Lorenzo "Toto" de Vedia se reunieron con el presidente Alberto Fernández En ese encuentro los sacerdotes ofrecieron la colaboración de la Iglesia para afrontar los desafíos de asistencia social que necesitaban los sectores más vulnerables de la población que atienden los mencionados clérigos. Al final del encuentro rezaron un Padre Nuestro con el primer mandatario.

Pero inexplicablemente, desde el momento que el presidente argentino envió el proyecto abortista al Congreso, el 17 de noviembre, ninguno de los mencionados sacerdotes -excepto el padre De Paola- ni tampoco el obispo Carrara se pronunciaron al respecto. Surge la pregunta entonces: ¿cuál es el compromiso político, y tal vez crematístico, de los prelados con las autoridades gubernamentales, en especial con la vicepresidente Cristina Kirchner? ¿Por qué el silencio absoluto? ¿Es más fuerte su relación política con la vicepresidente partidaria del aborto que su sacerdocio? ¿A cuánto cotiza su silencio? En todo caso, deben explicar al pueblo argentino y a la grey que ellos atienden por qué se han callado la boca ante el avance de esta ley anticonstitucional y genocida, antinacional y anticristiana.

Con la legalización sancionada, el pueblo argentino se verá obligado a afrontar a fondo la ofensiva criminal impulsada por el imperialismo internacional abortista para beneficio de la plutocracia financiera internacional que tratará de instituir el genocidio prenatal como base y fundamento de la sociedad argentina.

Publicado el 30 de diciembre en: https://gloria.tv/post/T1oQ1g7HzfMp6QCh1QLKVVHH8

 

2. Aborto en Argentina: la indiferencia del papa Bergoglio

 

26/12/2020

 
 

En: https://www.marcotosatti.com/2020/12/26/quarracino-aborto-en-argentina-la-indiferencia-del-papa-bergoglio/ - https://gloria.tv/post/wmQDgv4gYyAw3R4zXoZSUAhGT

 

Hay momentos en que tener razón está muy lejos de ser agradable, ya que, por el contrario, deja un sabor muy amargo en el alma, por ejemplo, en temas en los que está en juego la defensa de la vida humana naciente y el destino de un país, en este caso la Argentina.

El 14 de diciembre ppdo. Sandro Magister publicó en su blog Settimo Cielo un artículo titulado “Papa Francisco censurado, cada vez que habla contra el aborto”. A raíz del mismo, redacté una serie de consideraciones, con la intención de mostrar que en realidad lo que aparenta ser una censura sobre el pensamiento de Bergoglio respecto al aborto es en realidad una estrategia fríamente calculada, en la que el Papa actual se opone doctrinal y teóricamente al aborto, pero en realidad, en la práctica, deja hacer y tolera que se implementen y legalicen las políticas abortistas.

El amigo Magister tuvo la gentileza de publicar mis reflexiones, el 17 de diciembre, en un artículo titulado “No censura, sino silencio calculado. Una carta desde Argentina sobre el papa y el aborto” (cf. http://magister.blogautore.espresso.repubblica.it/2020/12/17/no-censura-sino-silencio-calculado-una-carta-desde-argentina-sobre-el-papa-y-el-aborto/), en las que sostengo que en realidad el papa Bergoglio acompaña la iniciativa abortista emprendida por el “presidente” Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Kirchner, ejerciendo él y la jerarquía eclesiástica argentina una oposición suave para la foto, para disimular el apoyo velado que se presta a la criminal iniciativa genocida de legalizar la pena de muerte prenatal.

El 11 de diciembre la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a la legalización del aborto, en tiempo express en su tratamiento en comisiones y en la sesión oficial que terminó aprobando el proyecto y remitiéndolo al Senado nacional para su aprobación definitiva.

En 3 días las comisiones senatoriales elaboraron un dictamen ratificando la media sanción, y el viernes 11 dicho dictamen fue aprobado, para ser debatido en sesión oficial el próximo martes 29 de diciembre.

Pero ya antes una inmensa mayoría del pueblo argentino salió a las calles en varias ciudades y provincias, manifestaciones que concluyeron el 28 de noviembre en masivas jornadas de defensa de la vida humana naciente y de rechazo al proyecto abortista gubernamental. Manifestaciones que los medios de comunicación tuvieron que dar a conocer en sus programas informativos. Por otra parte, encuestadoras serias sostienen, según sus últimos sondeos, que el rechazo a la legalización llega a la abrumadora cifra de 60% de los encuestados, frente a un 27% de apoyo al aborto.

Desde el lunes 14 de diciembre se ha convocado a una Marcha por la Vida para el lunes 28 de diciembre, que partirá desde la Plaza de Mayo (donde está la sede del gobierno nacional) hasta el Congreso Nacional, donde al día siguiente se discutirá la aprobación o el rechazo del proyecto. La Marcha estará encabezada por la imagen de la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina.

Pero para los días 26 y 27 de diciembre han sido convocadas marchas y manifestaciones en prácticamente las 23 provincias argentinas, en sus respectivas capitales y en otras ciudades de importancia.

Las jerarquías religiosas, tanto la católica como la protestante y las evangélicas, están bien enteradas de todo este tipo de iniciativas, pero han decidido acompañar en paralelo, con un pronunciamiento puramente institucional y con una jornada de “oración y ayuno”, en el mismo momento que una gran mayoría del pueblo se ha autoconvocado para manifestarse públicamente. Según parece, “los pastores con olor a ovejas” han perdido el olfato y no huelen a sus ovejas, en llamativa coincidencia con los pastores mercenarios de los que habla el Evangelio según san Juan (capítulo 10).

Pero lo que resulta llamativo y sorprendente es el atronador y ensordecedor silencio del papa Bergoglio sobre este tema, del cual está suficientemente informado, pero del cual no hace ninguna manifestación pública, sino más bien un silencio absoluto.

Prueba de ello es el Mensaje Urbe et Orbi que ha proclamado oficialmente en el día de Navidad, como es tradición en la Iglesia. En este mensaje Bergoglio hace referencias explícitas a los temas que trata habitualmente -la cuestión ecológica, el covid-19 y la pandemia, la fraternidad universal, las vacunas en curso- y a los países sobre los cuales pide oraciones y acompañamiento espiritual: Siria, Iraq y Yemen; Libia; el Mediterráneo oriental, judíos y palestinos; el Líbano; Nagorno-Karabaj y Ucrania: Burkina Faso, Mali y Niger; Etiopía, Mozambique, Sudán del Sur, Nigeria y Camerún; América, en particular Chile y Venezuela; Filipinas y Vietnam; y por último al pueblo rohinyá, en Myannar.

Sobre Argentina, su patria de origen, ni una sola palabra. En su Mensaje Bergoglio “paseó” por varios países de los cinco continentes, pero de Argentina ni noticias, como si no existiera.

Esta indiferencia confirma lo que se comenta habitualmente entre los obispos y sacerdotes afines a Bergoglio: “el aborto no es un tema tan importante como el medio ambiente o los migrantes”.

Cuando en Argentina se corre serio riesgo de que se legalice en ella la pena de muerte prenatal, oficialmente el Papa argentino se queda mudo. Pero lamentablemente, con esta actitud, Bergoglio aparece tolerando que semejante aberración abominable se oficialice, convirtiéndose así en cómplice pasivo de la legalización del aborto, más allá de sus cartitas privadas.

¿De ser Vicario de Cristo el papa Bergoglio ha decidido actuar como Poncio Pilato, lavándose las manos en el caso del aborto en Argentina?

Y al ver que hace pocos días, el 8 de diciembre, se oficializó su “nombramiento” como Capellán de la Sinarquía internacional globalista, en el Consejo para el Capitalismo Inclusivo, queda claro que el precio a pagar por semejante cargo es el silencio oficial vaticano sobre la legalización del aborto, impulsada desde hace algunas décadas por los mismos poderes que lo han hecho “capellán” de su dispositivo político mundialista. 

¿Qué estará diciendo San Ignacio de Loyola sobre todo esto?

 

3. No censura, sino silencio calculado.

Una carta desde Argentina sobre el papa y el aborto

 

17/12/2020 


En: http://magister.blogautore.espresso.repubblica.it/2020/12/17/no-censura-sino-silencio-calculado-una-carta-desde-argentina-sobre-el-papa-y-el-aborto/ - https://gloria.tv/post/VpL3A2RFfCBV429iwRjHbJEWE

 

El post anterior de Settimo Cielo acerca del “papa Francisco censurado cada vez que ha­bla contra el aborto”, ha suscitado la crítica enérgica de un autorizado lector argentino, el filósofo José Arturo Quarracino, sobrino del cardenal Antonio Quarracino, predecesor de Jorge Mario Bergoglio a la guía de la archidiócesis de Buenos Aires.

Según él, es verdad que el papa Francisco habla con dureza contra el aborto, pero lo hace de manera tal que sus palabras no resuenan en los grandes medios de comunicación, que así no sufren ningún tipo de censura, por lo que él se adapta voluntariamente a este si­lencio.

Si, efectivamente, el papa quisiera que sus palabras contra el aborto tuvieran un mayor impacto en el público, ¿por qué -se pregunta Quarracino- no las pronuncia en un Angelus, en una gran audiencia pública, igual que hace con sus numerosas invectivas en defensa de la naturaleza o de los migrantes, y no en cartas privadas de las que no informa ni siquiera "L'Osservatore Romano"?

De hecho, si volvemos atrás, a los años de Juan Pablo II, todos recuerdan el formidable impacto público de la batalla que este papa llevó a cabo en defensa de la vida del no nacido.

Ejemplar fue lo que sucedió en 1994, antes y durante la conferencia internacional para la población y el desarrollo convocada en El Cairo por la Organización de las Naciones Uni­das.

El objetivo de esa conferencia era “garantizar los derechos reproductivos”, fórmula que Juan Pablo II tradujo en “muerte sistemática de los no nacidos”.

Pues bien, Juan Pablo II, a medida que se acercaba ese evento, tronó en defensa de la vida y la familia en una serie de Angelus dominicales, llamó al Vaticano a los embajadores de todo el mundo para que oyeran lo que tenía que decir, entregó a los dirigentes de la ONU un memorándum con todas sus objeciones y recibió al presidente estadounidense Bill Clinton en una audiencia que los testigos definieron "tensísima".

El resultado fue que la conferencia del Cairo se convirtió, en los medios de comunica­ción del mundo, en una batalla campal entre el papa y los poderosos del mundo, pro o contra el aborto, los anticonceptivos y la esterilización. Al Cairo llegaron los enviados de guerra más célebres; para la CNN, Christiane Amanpour.

En cambio, hoy –objeta Quarracino–, el papa Francisco prefiere acompañar sus disi­muladas condenas del aborto con un entendimiento cordial con los magnates del “capitalismo inclusivo”, los mismos que financian las políticas abortistas.

A continuación, su carta. En la foto de AFP, el papa Francisco con la entonces presiden­te (hoy vicepresidente) de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

 

Hasta ahora, la oposición de Bergoglio al aborto en Argentina es un montaje teórico para disimular la tolerancia de su legalización

 

Estimado Sandro:

 Respecto a tu artículo sobre la censura que se le aplicaría al papa Bergoglio cuan­do hace referencias al aborto, me permito aportarte algunas precisiones y correcciones.

 En primer lugar, si bien es cierto que en estos últimos tiempos el pontífice ha ex­plicitado las definiciones que mencionás, no hay que olvidar dos cosas: 1) que desde que triunfó en la elección presidencial, y antes de asumir como presidente, Alberto Fernández afirmó varias veces que la prioridad de su próxima gestión iba a ser la legalización del aborto. En ese momento, la jerar­quía católica hizo una sola afirmación en contra, pero muy suave y “sin pelearse”. Tan complaciente fue la actitud episcopal en esos momentos, como lo demuestra un hecho más que significativo: el presidente acudió a celebrar la Nochebuena en la parroquia San Cayetano, de Buenos Aires, donde ofició la Misa el obispo “villero” y auxiliar del Arzobispado de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, con foto de camaradería incluida.

  En segundo lugar, a fines de enero de este año, el presidente argentino fue recibi­do en visita oficial por Francisco, en un clima de generosa cordialidad. En esa ocasión no sólo ambos ni siquiera hicieron alusión a la decisión abortista de Alberto Fernández, sino que además monseñor Marcelo Sánchez Sorondo celebró una escandalosa Misa en la cripta donde están deposi­tados los restos de San Pedro, dándole la Comunión, a pesar de su confesada “fe” abortista y su de­cisión de impulsar la pena de muerte prenatal.

Como resultado de ello, quedó a la vista que el primer magistrado argentino iba a avanzar decididamente con su proyecto, y que la jerarquía eclesiástica, argentina y vaticana, iban a ofrecer una oposición suave, reafirmando su postura provida y... nada más.

La pandemia del Covid-19 obligó a postergar los planes gubernamentales, hasta ahora que ha sido llevado al Parlamento nacional, como bien mencionás.

En este contexto, es que se dan a conocer estas afirmaciones provida de Bergo­glio-Francisco y contrarias al aborto, pero que no son precisamente contudentes en forma pública, sino transmitidas a través de cartas privadas.

En el primero de los casos, en el libro-entrevista Soñemos juntos, editado por Austen Ivereigh. Son formulaciones doctrinalmente justas y precisas, pero a los pocos días se da a conocer la cooperación del pontífice con el Concejo para el Capitalismo Inclusivo, como si fuera el capellán de ese emprendimiento de la gran plutocracia internacional, con empresas y personajes que en su totalidad han sido los responsables de la implementación del genocidio más grande que cono­ce la historia humana, el de los niños por nacer. Es decir, Bergoglio compromete su participación en un emprendimiento político-económico, asociado con los que han implementado y llevado a cabo el genocidio que él mismo critica.  Es decir: crítico en las palabras contra el aborto, pero socio en los hechos con los promotores del aborto. ¿No es un poco esquizofrénico?

En el segundo de los casos, la respuesta de Bergoglio a las mujeres de barrios po­pulares es con los dos interrogantes bien planteados, pero el pedido de las mujeres había sido de so­licitarle ayuda para afrontar la ofensiva abortista en marcha.

En el tercero de los casos, el padre José de Paola da a conocer lo que Bergoglio le escribió en forma privada: dice lo que pontífice le dice, que no es lo mismo que lo exprese él mis­mo en forma pública y oficial.

Lo mismo vale para el cuarto caso, la carta a un grupo de exalumnos argentinos. Lo dice en forma privada, como en el caso del padre de Paola.

Si su postura fuera contundente, lo que debería hacer, y todavía está a tiempo, es escribir en forma pública y oficial, con membrete, cartas al presidente argentino y a la vicepresiden­te Cristina Kirchner, expresándole el rechazo total y absoluto, con el mismo método que utilizó con las mujeres, con el padre Pepe y con sus exalumnos.

También podría -y debe hacerlo- pedir oraciones por la Argentina para que enfren­te con éxito la ofensiva genocida en marcha, tanto en las Audiencias de los miércoles o en los Ange­lus dominicales. Si en otros temas se compromete públicamente -medio ambiente, inmigrantes, la desigualdad económica global-, ¿por qué no lo hace en este tema, que es más importante que los mencionados?

Si a esto le sumas que al día de hoy el Episcopado argentino no ha actuado ni ac­túa en forma mancomunada, sino que sus miembros se limitan a hacer afirmaciones a título indivi­dual, entonces podés advertir que la oposición a la legalización es soft, como parece dejar sentada su postura clásica, pero sin ir a fondo contra la iniciativa.

Respecto a la relación con la señora Cristina Kirchner, quizás sea cierto que nunca tuvo relación con ella después que dejó de ser presidente, pero lo que no dice Bergoglio es que fue él quien gestó personalmente en el 2014 el encuentro y vínculo de ella con el siniestro George Soros, quien es el principal operador político y financiero de la actual ofensiva abortista en estos úl­timos años en Argentina. Es de esa época que se hizo famosa su exhortación a los argentinos que lo visitaban de “cuidar a Cristina”.

Cuidar a Cristina Kirchner para que ahora sea la impulsora principal y fundamen­tal en el Senado argentino para la aprobación de la ley genocida. Es a ella a quien tiene que escribir­le oficial y públicamente los conceptos expresados en forma privada. Si no lo hace, entonces estare­mos en presencia de un montaje para encubrir una complicidad de hecho, aunque parezca -y sólo eso es hasta ahora- una oposición total. Hasta ahora, es una oposición aparente, disimulada con fór­mulas teóricas.

Hacer negocios con los dueños del Poder Mundial -los Rothschild, los Rockefe­ller, la Fundación Ford, etc.- no es gratis. Te piden la sangre de los que pueden poner en peligro su “reinado” mundialista, igual que Herodes.