jueves, 13 de marzo de 2014

¿Hurto Piadoso? El ladrón que todos llevamos dentro - Por Marcelo González

La desconcertante anécdota papal y su efecto moral

Puede parecer un tema menor, pero… robar es pecado.

Los pecados pueden ser graves o leves según la materia con la que se relacionen. Hay hurtos menores, hay robos agravados, hay latrocinios que claman al cielo. Todos son pecados.

En los manuales de moral –clásicamente- se establecen dos excepciones al mandamiento “no robar”, o sea, no apropiarse de lo ajeno, que es un pecado contra la justicia. Una de ellas, bien conocida, es el llamado “hurto famélico”. Por hambre, quien padece necesidad extrema, queda exento de culpa y pena si hurta –es decir, si se apodera sin violencia- de lo que necesita para aliviar esa situación. No debe haber violencia, y lo hurtado debe ser proporcional a la necesidad. Si debo alimentar a mis 6 hijos no puedo robar un millón. No todavía, aún no llegamos a esas cifras en la Argentina, aunque no falta mucho.

Otra excepción del mandamiento, en realidad, la distinción de un acto que parece un hurto, es la “oculta compensación”. Y consiste en restituirse por medios ocultos algo que es propio y ha sido arrebatado por otro. Digamos, mi vecino me robó una gallina, la ponedora, y yo no tengo otro medio de recuperarla que yendo a la noche a su gallinero y trayéndomela de vuelta. Porque mi vecino es puntero político y la policía no le hace nada, y además es grandote y si lo enfrento me rompe la cara. El robó, yo recupero lo mío, con apariencia de robo. Pero solo apariencia y porque no tengo otro recurso, salvo perder los dientes, y la gallina…

También existe un límite al derecho de propiedad. Esto se ha discutido en Panorama con bastante pasión. A veces la necesidad común permite a la autoridad pública expropiar un bien, pagando el precio justo al poseedor, aunque este no desee venderlo ni enajenarlo. Suele ser materia de abusos y latrocinios bajo capa de “justicia social”.

Robar es siempre malo

O sea, robar es pecado, con frecuencia grave, inclusive gravísimo. La Iglesia manda confesar la falta, restituir el bien a la víctima o a sus legítimos herederos, y en caso de no haberlos, donarlo a obras de caridad.

Más claro, el ladrón nunca puede quedarse con el bien robado, bajo pena de que no remitir la culpa, aunque la confiese. Si la robó, mi amigo, devuélvala o se va al infierno. Clarito.

La misericordia misericordiante

Desde hace un año, parece, se ha descubierto la misericordia. Al menos, la misericordia sub specie “dejate misericordiar”. Un concepto nuevo según el cual uno puede cometer un pecado y Dios lo perdona sin lo que hasta el momento la doctrina católica –siguiendo la divina Revelación- ha establecido como condición sine qua NON es posible alcanzar el perdón. O sea, el arrepentimiento.

Hoy predomina la doctrina kasperiana (no la del fantasma Kasper, pero igualmente fantasmal) según la cual la misericordia de Dios es tan pero taaaaaan grande que violenta la justicia. No solo la humana, sino la divina. O sea, robo, Dios me perdona. Mato, Dios me perdona. Fornico, Dios me perdona. Soy neopelagiano… no perdón. Hay cosas que Dios no puede perdonar.

Y sin embargo Dios perdona todo -inclusive aquello que la propia sagrada escritura dice que no tiene perdón- cuando se cumple la condición que hace perdonable lo imperdonable: el arrepentimiento. Puede ser contrición, puede ser atrición. Porque me pesa haber ofendido a Dios, haber hecho injusticia al prójimo, o porque tengo miedo de condenarme (para lo cual necesito tener Fe). Dios perdona todo, si hay arrepentimiento.

Pero, peeero, los niños del catecismo, si alguno queda (algunos neopelagianos quedan) saben que no hay perdón si no se repara la falta cometida, restituyendo el bien, o de otro modo cuando el bien no puede ser restituido (si matamos a alguien… la cosa se pone difícil) reparando como se pueda el daño. Y haciendo penitencia para alcanzar esa remisión de pena que nos espera en el Purgatorio donde seremos almas benditas, pero sudaremos la gota gorda con la penitencia del fuego y la privación temporal de la visión de Dios.

Los niños del catecismo neopelagiano lo saben, y algunos cardenales lo ignoran, o prefieren hacerse los suecos. Y Francisco… argentino. Entonces, la “misericordia” del verbo “misericordiar” no tiene nada que ver con la misericordia del Evangelio. “Tu Fe te ha salvado… vete y no peques más”. No. Ahora es: tu dignidad humana te ha salvado, continúa pecando. Porque la dignidad de la persona humana sobrepuja cualquier pecado, y obnubila de tal modo la justicia de Dios, dicen Kasper et al, que Dios solo necesita que el pecador sea hombre y ya lo perdonó. Y siga Pancho por la vía...

Eso se nos viene, o amenaza venirse, en materia de moral sexual, lo que significa que se dirán vaguedades kasperianas, y cada uno hará lo que mejor le cuadre, con la misericordiosa bendición de las altas esferas. ¿Quién soy yo para juzgar? se pregunta Dios, perplejo y desconcertado, mientras reparte perdones a trochemoche. Ahí está el quid de la doctrina vigente desde hace 365 días de un modo oficial; pare de buscar.

No dejéis nunca de robar

Pero el tema de este comentario es el robo. Un arrabal de la ética al que la misericordia misericordiante arriba con aire triunfal. Alguien dirá que no es tan grave como el fornicio, el adulterio o el homicidio. Pero sí, es más grave. Es cierto, un petit larceny como la cruz de un rosario, por devoción a la piadosa figura del muerto allí solo sin su alma, y apenas vigilado por cuatro viejas… y sin embargo hemos robado, ¡a un cadáver! ¡invocando la ayuda de Dios para cometer el latrocinio! ¡Cosa de Mandinga!

¡No, basta! Es el ladrón que todos llevamos dentro.

Levante la mano el que nunca robó nada… Está bien, bájenla. Sí, hay gente que no tiene adentro un ladrón. La debilidad, la tentación puede ser, pero el ladrón… es mucho admitir, y dejar a los ladrones tan frescos. ¡Si hasta el papa roba, y lo dice!

Claro que es un robo piadoso. Como la mentira piadosa, algo… inadmisible, aunque ahora –como si no hubiera suficiente cantidad- los ladrones, piadosos o no, se sentirán justificados.

San Dimas, ¡ruega por nosotros!





Nacionalismo Católico San Juan Bautista

5 comentarios:

  1. Me pregunto sin dejar de asombrarme qué nueva idiotez habrá dicho o hecho Bergoglio para que miss Botox de la Argentina y la déspota del Brasil rían a carcajadas. Aparte de ladrón, graciosillo. Lo tiene todo el artista. Vengo de toparme ahora mismito con el Facebook de un cura hispano en el que, haciendo referencia a este triste episodio de Bergoglio, sale en su defensa, Diciendo poco menos que Francisco es un héroe de la Iglesia por reconocerse hombre pecador. Y esto que piensa este estúpido, es lo que piensa la mayoría del clero. En un futuro no muy lejano hará falta el carnet de pelota y lacayo para ejercer de católico.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Como la foto tiene sus meses, lo más probable es que lo que haya dicho es lo que iba a hacer y se estén riendo de nosotros.

      Borrar
  2. Bate, ese sacerdote le hace el juego a Bergolio, ya que lo que queda clarísimo en la anécdota es que él hace alarde de lo que hizo, y queda clarísimo que para Bergolgio lo que hizo no es hurto (no es pecado y no está arrepentido) y lo hace con el justificativo que dicha crucecita le iba a transmitir su ya legendaria Misericordia para seguir conjugando su verbo favorito: misericordiar. Más falso imposible.
    Además dice que aun hoy la lleva consigo!! No piensa deshacerse de ella.

    ResponderBorrar
  3. Esto puede traer cola...ojo! No nos sorprendamos que salga un "curita" por ahi contando su divertida anecdota " del puto que todos llevamos dentro"...

    ResponderBorrar
  4. los latrones sean unidos.....

    ResponderBorrar