San Juan Bautista

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viernes, 27 de marzo de 2020

Los que no sobrevivirán moralmente al corona virus - Antonio Caponnetto



LOS QUE NO SOBREVIVIRÁN MORALMENTE
AL CORONA VIRUS

Por Antonio Caponnetto

La Nación de este 27 de marzo trae una nota firmada por el señor Luciano Román, que no debería pasar sin un cierto análisis. Se titula “El coronavirus no nos debe impedir el ejercicio de la duda”. Personalmente la llamaríamos de otra manera: Los que no sobrevivirán moralmente al corona virus.

            Por lo pronto no sobrevivirán los progresistas. Excepto que abran ahora y con furia el siniestro paragüas que acaba de abrir este escriba. ¿Cuál es ese paraguas negrísimo y sincericida? Leamos: “Un clima ligeramente <patriotero>[como el que se está registrando durante la cuarentena] podría interpretarse como una señal de alarma. Es naturalmente sano que tendamos a unirnos ante la adversidad, que depongamos sectarismos y nos despojemos de oportunismos y conveniencias sectoriales. Pero también es sano preservarnos de aquel clima <malvinero> que nos amputó el espíritu crítico. Nunca es bueno abolir la disidencia, las preguntas y la duda, frente a temas en los que nadie es dueño de una verdad absoluta. ¿No se le estarán dando argumentos al Estado paternalista y autoritario? ¿No se estarán abonando, al amparo del miedo, la pretensión del pensamiento único y los rebrotes nacionalistas? Ya nos pasó en otras épocas: <El que no salta, es un inglés>. La versión de hoy parecería ser: "el que duda es un irresponsable (y quiere que el coronavirus nos mate a todos)>”.

            Traduzcamos salvajemente el mensaje: Compañeros, dijimos que Galtieri estaba borracho porque nos llevaba a una guerra con un enemigo visible y secular, ¿y ahora resulta que el Alberto está sobrio embarcándonos a todos en una contienda contra un enemigo invisible? Dijimos que los medios hegemónicos nos mintieron sobre lo que realmente pasaba en torno a Malvinas, y ahora somos nosotros esos medios que mansamente replican el parte oficial diario. ¿Ahora somos nosotros el Noticiero “60 Minutos”?

Pero ¡atención, compañeros! Resulta que fuimos nosotros los que inventamos la militancia contra el Estado policíaco, militarizado, opresor, profiriendo un largo etcétera de epítetos anticastrenses y pro libertarios, ¿y ahora somos nosotros los que aplaudimos a un Alberto enajenado, que despotrica, amenaza, conmina, ordena apresar a los ciudadanos en la vía pública, meterse casa por casa, secuestrar autos y pasajeros, y reducirlo todo al imperativo fascista “por la razón o por la fuerza”? ¿ Y si nos aparecen otras Madres haciendo rondas porque no pueden ver a sus hijos, y otras Abuelas que han perdido contacto con sus nietos y otros Hijos que lloran la muerte de sus padres en manos de un Estado que, en la práctica, le restituyó a los milicos todo el poder de control en la vida pública y privada? A ver si encima alguien tiene el mal gusto de recordar aquél debate presidencial en el que se lo acusó a Alberto de su propensión cristínica para levantar índices acusadores desde atriles que imaginaba carrozas imperiales.

Pero hay más, compañeros. Prestemos atención. Ocurre que fuimos nosotros los que crucificamos al Ñato Rico porque lanzó su frasecilla “la duda es la jactancia de los intelectuales”, ¿y ahora nos parecen indubitables y apodícticas las resoluciones que toma un Alberto convertido de repente en la cabeza de carapintadismo sanitario y del fundamentalismo higiénico? ¿No será asturiano este Fernández? ¿De veras queda excluido de la dogmática reconvención cartesiana el criterio científico del criador de chanchos Ginés González García?

Lo peor de lo peor, compañeros, se los digo al final. ¿No se dan cuenta? Nos enorgullecimos durante Malvinas de ser anti belicistas, apátridas, cipayos, pacifistas, internacionalistas, razonables epicuros modernos sin fronteras. Llamamos “carro atmosférico” a la contienda, nos juntamos en manada alrededor de Juan Pablo II, gimoteando “queremos la paz, la paz, la paz”, lloramos con los versos de Giorgie sobre el encuentro ecuménico entre Juan López y John Ward, mentimos haber entendido las Tusculanas de Ciceron, con su <ubi bene, ibi patria>, nos opusimos al clima de gesta argentinista que se escapaba por los poros del cuerpo social, ¿y ahora terminamos siendo nosotros simples nacionalistas, de imperdonables reminiscencias malvineras, que aplauden y brincan desde los balcones, en un remedo imperdonable de “el que no salta es un inglés”?

¡Please boys! No sea cosa que algunos mueran  heroicamente en combate, en esta guerra contra el enemigo invisible, como la llamó Alberto con anacrónica semántica cuartelera, y aparezca después la derecha exclamando: Argentina tiene héroes. ¿Adónde iría a parar nuestro discurso alberdiano? ¿Dónde deberíamos esconder el viejo disco de John Lennon, acurrucándonos felinamente con su Imagine? ¿En qué Parque Lezama se juntará Carta Abierta para vendernos el hippismo sesentoso, envuelto en los hedores del pachuli y la crencha engrasada de Horacio González?

Como la burra de Balaam, así ha hablado este Luciano Román, interpelando a su tropa. Da vergüenza ajena su estirpe meteca y cartaginesa. Pero aún a su pesar, coopera a la verdad.

No sólo los progresistas incluidos genéricamente en la noteja de marras, no sobrevivirán moralmente al Corona Virus.  Hay muchos más.

-Los bergoglianos con su “Iglesia en Salida”, infamemente alineados en este evidente ensayo de disciplina social y obediencia debida impuesto por el Régimen. Son los primeros en haberse recluidos endógenamente. Se autoacuartelaron, no como soldados de Cristo, según recia petición paulina, sino como miedosos contumaces y cómplices de la tiranía.

 -Los que tienen siempre a mano el despectivo mote de “conspiranoides” para descalificar a quienes, desde hace décadas, vienen vaticinando, con pormenores, los planes de aquello tan temido que ahora tocamos, oímos y olemos día a día.  Preguntamos nomás, sin retórica: ¿el Alberto que recita un manifiesto explícitamente masónico ante el G20, mientras arría su manchada taleguilla ante los judíos que le imponen una excepción para cumplir sus rituales cabalistas, ¿es un invento de los conspirativistas o una realidad que se nos hace patente? ¿La genuflexión ante poderes mundiales financieros, ideológicos, políticos e institucionales; ante todo el portentoso aparato supremacista, es una ilusión óptica de los propulsores de la tesis del complot, o lo están pasando en cadena por las inacabables redes sociales? ¿La catarata de documentos probatorios de que cuanto nos sucede cuenta con programadores, planificadores y severos propulsores, miembros de organizaciones planetaristas partidarias del Nuevo Orden Mundial, es propaganda zarista financiada por la embajada del Tercer Reich y por Hirohito?

-Los constructivistas y relativistas de todo jaez, maestros de la autopercepción. ¿Por qué no les dicen a las víctimas fatales de esta peste maldita, que se autoperciban vivos o sanos? Las vaquillonas de moqueros aceituniles, ubres al viento siempre prontas para la impudicia, ¿por qué no aplican el Protocolo ILC, Interrupción Legal del Covid 19, y se lo sacan del cuerpo a la pobre legión de infestados? ¿Por qué Fernández, el módico neo Zeus nativo de la voz de cuesco, no sostiene que los mayores de 65 años en adelante ya no somos personas humanas (como lo hace con los embriones hasta los tres meses) y eleva al Congreso la legalización de nuestras muertes?

Suceda lo que sucediere con esta desgraciada enfermedad –que se ha llevado vidas cercanas a la nuestra y que puede llevarse la propia- hay factores de riesgo a los que tememos más que aquellos en los que nos coloca nuestra situación etaria y castigada salud. Es el riesgo de ver a la patria tiranizada por una banda de corruptos, incapaces, asesinos y mafiosos, sin que la sociedad atine a otra cosa más que a repetir el estúpido latiguillo de “quedate en casa”.

 Cada vez tiran más de la cuerda. Mañana será el “quedate en tu pieza”, después el “quedate en tu cama”; y al fin, el “quedate quieto, esto es un asalto”. Nos están asaltando las libertades concretas, están ejecutando sandeces, arrojando bravatas, cometiendo tropelías, creando un clima de crispación invivible, y encima tenemos que darles las gracias por cuidarnos la salud. Si quieren cuidarnos de veras la salud, maten el virus de la democracia, que le permite, ayer a unos, anteayer a otros y hoy a éstos, pero siempre de la misma especie perversa, intoxicar a la sociedad con sus políticas ajenas y contrarias al Bien Común Completo. La salud física incluida.

Hay un viejo cuento de Ray Bradbury, traducido como “El Caminante”. Vio la luz hacia 1951 y formó al fin parte de “Las doradas manzanas del sol”, un trabajo que  el viejo Ray tenía entre sus predilectos, porque según él poseía un doble aroma, el de los buenos libros nuevos y el de los nobles libros usados.

La escena transcurre en un mundo entonces inimaginado, como es común denominador en la literatura de anticipación. Un mundo sórdido, masificado y sombrío, en el cual la existencia gris y aborregada transita obligatoriamente “en casas como tumbas, mal iluminadas por la luz del televisor, donde la gente estaba como muerta, con una luz multicolor que les rozaba la cara pero que nunca los tocaba realmente”.

Desafiando humildemente tamaña demencia colectiva y coercitiva, todas las noches, Leonard Mead salía a caminar. Para nada. Para contemplar, llenarse los pulmones de aire, ver un retazo de luna, o la sombra de un tronco añejo o entonarle una canción al viento del otoño.
Así hasta que un día lo detuvo la policía, lo metieron de prepo en uno de sus coches, “una cárcel en miniatura con barrotes que olía a antiséptico, a demasiado limpio, duro y metálico”, y se lo llevaron por la fuerza. ¿Adónde? Al “Centro Psiquiátrico de Investigación de Tendencias Regresivas”.

Es la hora de los caminantes. Necesitamos almas peregrinas que se calcen unas humildes sandalias y salgan por la calle. No precisamente para nada,aunque sí conservando el espíritu de gratuidad y de ocio contemplativo. Caminantes que sepan que hay Camino. Y prediquen desde los espacios libres y empinados que no vale la pena vivir si no se vive sacramentalmente. Que prediquen que una ciudad no es la compraventa reglada de insumos comestibles, sino los templos, las oraciones y los sacrificios, como diría Saint Exupery, o acaso antes Plutarco. Caminantes cuaresmales, que –como los legionarios de Millán Astray- sepan que sólo se muere una vez, y no es tan grave. Lo grave es vivir siendo un cobarde.

Caminates ,al fin, que frente a un mundo homogeneizado, anestesiado, víctima del pánico y del lavado colectivo de cabezas, en medio de la tétrica soledad de una noche estatizada, tengan la modestísima osadía de vivar a Dios y a la Patria. Sí; como en los abrileñas e inolvidables jornadas de la Guerra de Malvinas.



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domingo, 22 de marzo de 2020

¡Mentirás tu pandemia! - Antonio Caponnettto


           
¡MENTIRÁS TU PANDEMIA!

Por ANTONIO CAPONNETTO

Hace unos años, José Luis D´Angelo Rodríguez, sistematizaba en un formidable libro, la gran mentira de los treinta mil desaparecidos. El título era un verdadero hallazgo: “¡Mentirás tus muertos!”.

La mentira, todavía vigente, fue justificada con los sofismas más burdos: simbolismo, alegoría, emblema, bandera de lucha y otro repertorio de sandeces que ofenden la inteligencia. No faltó una “víctima” que, descubierto en la vil jugarreta -económicamente redituable, dada las indemnizaciones recibidas- reconoció que lo había hecho porque se autopercibía muerto, en solidaridad con lo compañeros de lucha.

Hay motivos suficientes para sospechar que, lo que está pasando ahora con el corona virus, pero sobre todo con las medidas coercitivas y claramente cercenadoras de las legítimas y necesarias libertades personales, huele a la misma trampa “treintamilera”. Urdida por todo el aparato de los poderes marxistas instalados, y comprada sumisamente por la sociedad completa. Una sociedad encanallecida hasta la náusea, que balconea palabras soeces para darse ánimo, y palmotea a un sistema que es la corrupción hecha costumbre.

Por empezar, ¿cómo creerles a estos tipejos que no están manipulando los guarismos de los afectados, una vez más? Pero menos conspirativamente aún, ¿cómo creer en la ciencia salutífera o preventora de un ministro de salud con sus secuaces y mandantes, cuyo horizonte espiritual se mueve entre la repartija de fundas, la promoción de la contranatura y la legalización del crimen del aborto? ¿Como poner la sanidad de la patria toda en las manos rapiñeras y homicidas de estos delincuentes devenidos en políticos? ¿Cómo es posible que una nación se abandone a los cuidados de aquellos que, por sus antecedentes, no son sino la imagen tétrica del proverbial zorro puesto a custodiar el gallinero?

En los días que ya llevan encerrándonos y vigilándonos, se están sucediendo al menos dos fenómenos que deberían preocupar a los entendidos. Uno es el disfrute de las medidas represivas que manifiestan los mandantes. No se los ve compungidos por tenernos confinados, ni haciendo esfuerzos significativos para atenuarnos o acortarnos las penurias. Por el contrario, se muestran amenazantes; decididos a “ir por todo” también en este inexplicable y sospechoso cautiverio.

De pronto, los verbos que quitaron del diccionario progresista, han reaparecido con saña feroz: censurar, reprimir, impedir, obstaculizar, discriminar, instalar tabúes; y lo que es peor, dar órdenes rígidamente castrenses, amparados en los dictámenes inexorables de la biología. Fernández, con su porte de hortera y su voz de grotesca disfonía crónica, de pronto se ha convencido de que es Júpiter tonante. Y nadie le dice que a la marioneta se le ven los hilos.

El otro fenómeno es el del Síndrome de Estocolmo. Salvo excepciones, cada vez son más los que se manifiestan comprensivos y aquiescentes con la conducta de sus captores, se identifican progresivamente con sus ideas durante el secuestro, y prefieren no ser liberados. El espionaje, la delación y el vulgar chupamedismo al Leviatán están a la orden del día.

Fenómeno aparte, y el más desgarrador: el comportamiento inicuo de la Jerarquía Eclesiástica. Cuando estalló aquella campaña maldita, que tenía por lema “Iglesia y Estado-Asuntos Separados”, los pastores no sólo no se opusieron sino que se mostraron favorables. ¿Por qué no es éste entonces el momento oportuno para mostrar su ninguna dependencia o contubernio con semejante Estado, y atender a las necesidades espirituales y sobrenaturales de una feligresía a la que han dejado abandonada? ¿Por qué no nos demuestran que se han liberado de las antiguas tutelas cesaropapistas y le restituyen a Dios el culto debido?

Así como al Alberto nadie le sabe decir que es un monigote o guiñol, y que cese por tanto de jugar al módico Robespierre porteño, digamos de paso que nadie le quiere decir tampoco a Bergoglio si no le vendría bien algún examencito de conciencia. No sea cosa que la peste que se está tragando a la entrañable Italia y amenaza a sus argentos pagos, tenga algo que ver con un castigo divino. Y que el motivo de la ira del Altísimo sea, precisamente, tenerlo a él convirtiendo en ganzúas de vulgar ladrón las llaves celestes que un día puso en manos de San Pedro.

Frente a los arrebañados acríticos y serviles, que se ponen de acuerdo para decirnos "¡quedate en casa!" -¡tan luego ellos, que destruyeron el sentido cristiano de la familia y han hecho del hogar una porqueriza!- acompañando el pedido de vulgares obscenidades futboleras, nosotros levantamos una consigna modesta y firme. Que cada quien, hoy domingo, y cada día que dure esta demencia, se asome a lo que fuere: balcón, terraza, ventana, almena, ojiva, parapeto o rosetón, para y gritar a voz en cuello: "¡QUEREMOS IR A MISA!". Si el Covid 19 quiere venir, que venga. Es preferible morir por comulgar a Cristo, a la vera del Sagrario, que debajo de un respirador municipal y tóxico.

No nos quedemos en casa cumpliendo la cuarentena de un gobierno asesino y tiránico. Si se han esmerado tanto en aclararnos que se puede deambular hasta la ferretería “de proximidad”, bien se puede hacer lo mismo con el templo más cerca de nuestro rancho. Los clavos de Jesús en esta Cuaresma inefablemente triste, son más importantes de tener en nuestras manos, que los clavos que nos pueda vender el ferretero de la esquina.

Caminemos confiados hacia nuestro templo más cercano, en el que siempre habrá un tabernáculo, por indignos y mamarrachescos que sean los clérigos eventualmente a cargo. Y por cerradas que estén las puertas de acceso, dada la pavura indecorosa que los domina. Sí; caminemos serenos, repitiendo esta jaculatoria, que tanto confortaba a San Pío de Pietralcina: Señor, quédate con nosotros.

Lo peor que nos puede suceder, no es que nos detengan los esbirros del Régimen, si no que nos paralice el miedo de confesar a Cristo Rey.


Ciudad de la Santísima Trinidad, IV Domingo de Cuaresma.





Nacionalismo Católico San Juan Bautista


sábado, 21 de marzo de 2020

Ron Paul y el "corona virus hoax" - Luis Alvarez Primo


El Representante estadounidense Dr Ron Paul denuncia la patraña ( the hoax)  del Corona Virus  y al funcionario Anthony Faucis

     El reconocido político estadounidense Ron Paul (85), médico y miembro de la Cámara de Representantes del Congreso de los EE.UU. por el distrito 14 de Texas, a quien llaman “el padrino del “Tea Party” ha publicado tres artículos sobre la crisis del “corona virus” en la página de su instituto libertario “The Ron Paul Institute”.  En uno de ellos ( “Facebook  censoring Ron Paul based  on bogus politifct ‘fact-check’”)  se denuncia la censura que Facebook  ha hecho del artículo  escrito por Ron Paul , “The Corona Virus  Hoax “( “La patraña del Corona Virus”); en otro (La distracción del corona virus y la guerra contra Irán”) muestra el oportunismo de los políticos (judeo)neoconservadores de los EE.UU. para promover políticas cada vez más autoritarias a nivel doméstico y preparar la guerra contra Irán en el frente externo.  En el artículo “La patraña del corona virus” , reproducido por el importante sitio “Russia Insider” (https://russia-insider.com/en/coronavirus-hoax-ron-paul/ri28426  ), el Dr Ron Paul hace una serie de consideraciones  fundadas en la evidencia empírica y en  las estadísticas ( “un virus que ha causado hasta ahora la muerte en todo el mundo de alrededor de 5000 personas  y menos de 100 en los EE.UU. En comparación con la tuberculosis …que en el año 2017 provocó la muerte de 1.6 millón de personas” ) y su conocimiento profundo de la política estadounidense y mundial que demuestran la patraña en curso  (the hoax) del corona virus y denuncia al funcionario de la administración Trump,  Anthony Faucis, Jefe del Instituto Nacional de enfermedades alérgicas e infeccionas perteneciente al Instituto Nacional de la Salud, como el irresponsable gran promotor del miedo (fearmonger), quien alegremente ha propuesto la paralización de los EE.UU durante 14 días.

     La conclusión de Ron Paul es que las libertades que el estado leviathánico quita con cualquier excusa nunca las devuelve y, si acaso muy retaceadamente, tal como los impuestos temporarios se vuelven impuestos permanentes.

Luis Alvarez Primo

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viernes, 20 de marzo de 2020

Respuesta a la "Carta a los argentinos" - Antonio Caponnetto


RESPUESTA  A LA <CARTA A LOS ARGENTINOS>[1]

Por ANTONIO CAPONNETTO

            Tras decretar tiránicamente nuestro cautiverio, el señor Fernández se creyó habilitado a escribir una misiva a la sociedad toda, de la que no se sabe qué despreciar más, si las concesiones ridículas al llamado lenguaje inclusivo o la manipulación de las conciencias mediante el estudiado recurso a la coacción y al pánico.

            Parrafadas hay en esa triste esquela que no pueden quedar sin respuesta:

-La “amenaza que atraviesa al mundo” que no se menciona, es la de haber dejado de percibir como una amenaza el <Dies irae>, el Día de la ira del Señor, como lo canta el sublime himno católico, herencia del Medioevo.

-El “riesgo en el que está la Argentina” es consecuencia de no tener gobierno propio, sino una sentina dócil del Nuevo Orden Mundial. Un sumidero servil a la Cultura de la Muerte.

-El coronavirus no es “el problema de salud más grave que  hemos tenido en nuestra vida democrática”. El problema de salud más grave que tenemos es la democracia. Perversión ingénita, inherente, intrínseca, cuya despótica opresión se ha quitado la máscara. El que se niegue a ver ahora que la democracia es el totalitarismo de la bruta cifra entronizada, o es ciego o es su cómplice activo.

-El “aislamiento social, preventivo, obligatorio” y a perpetuidad que hay que dictaminar, es el aislamiento de los que conculcan la Verdad, el Bien y la Belleza.

-Si “la máxima responsabilidad es proteger a la sociedad argentina”, lo primero es erradicar de la misma a la clase política en su conjunto, mil veces fautora de su ruina, indecencia, claudicación y oprobio.

-“Cada uno se quedará en su propia casa”. Pero para ello, cada uno debió haber edificado la casa sobre piedra, como dice el Evangelio. Se acordaron tarde de proponer al hogar como refugio, toda vez que el hogar ha sido destruido por las políticas que exaltan la contranatura, fomentan la promiscuidad, aplauden el hedonismo y promueven el infanticidio.

-“Nadie tiene que entrar en pánico”. Sin embargo, han cumplido con todos los requisitos para instalarlo, estudiados por la psicología del pavor: desde la “espionitis” (spynnoia), que convierte a cada vecino en un delator, hasta el llamado <síndrome del cajón>, que induce a la sugestión colectiva del sálvese quien pueda. “Las distancias mínimas” que debemos guardar con el prójimo que necesite nuestro auxilio, no caben en ningún protocolo leguleyo. Están en Lucas (5, 12-16),cuando Jesús cura al leproso colocando su mano sobre las llagas.

-Los héroes de Malvinas no pelearon en guerra justa ni cayeron en combate, para que el Día de la Reconquista de Nuestras Islas Australes, sea un feriado móvil, adaptado a las circunstancias sanitarias o a las expectativas turísticas. Que inventen sus carnestolendas y las festejen rindiéndole culto al mundo. No ensucien con la psicosis programada la memoria de la gesta malvinera. Ya es un pecado que clama al cielo que los obispos, en una nueva prueba de su indignidad, emasculación y falta completa de guapeza, hayan vuelto las espaldas al festejo del V Centenario de la Primera Misa en territorio patrio. Ni hablar de la suspensión del culto público debido a Dios. Difícil no encuadrar estos actos entre los pecados contra el Espíritu; es decir aquellos que no se perdonan. No olvidemos el 1 de abril de 1520, ni el 2 de abril de 1982. Ninguna pandemia real o ficta vencerá la memoria fiel de los que permanezcan leales a Dios y a la Patria.

-“Es una lucha contra un enemigo invisible, para salvar vidas”, se atreve a decirnos. ¡Hipócrita señor Fernández! ¡Farsante, fariseo, comediante cínico, tartufo y camastrón, mil veces judas! Usted y los suyos sirven expresamente a los enemigos invisibles. Tanto los teológicos, que son los demonios, como los políticos, que son los titulares ocultos y agazapados del Poder Mundial. Usted y los suyos, aborteros todos, convictos y confesos; sicarios de la decencia, criminales del honor, verdugos de la honra, forajidos crapulosos de la dignidad, no están puestos donde están para salvar vidas sino para segarlas. ¡No tienen autoridad moral alguna para predicarnos  que nos están cuidando! ¡Tampoco la tiene, tras ese montaje farsesco, urdido por Bergoglio, de comulgar viviendo en adulterio y cohonestando festivamente el vicio nefando de su prole, y simular después que le pide protección al santo Cura Brochero! Esto, Fernández, se llama pérdida del timor domini. Y lo crea o no se paga muy caro más allá del sepulcro.

-“Somos la Argentina. Y superaremos este enorme desafío que nos impone la Historia”.  Póngase su chauvinismo barato en las faltriqueras, señor Fernández. Así como por su condición de pertinaz abortero no tiene autoridad alguna para mentar la salvación de las vidas humanas; por su condición de marioneta apátrida de este gobierno infame, continuador de todos los anteriores en su decisión de humillarnos como nación, carece usted de cualquier legitimidad ética para invocar a la patria, a su historia y a su destino. Sí, Fernández; métase la patriotería donde mejor le quepa. Tal vez el “colectivo trans”, que tanto patrocina, pueda auxiliarlo en esta encrucijada.

Estamos en Cuaresma, que es la única cuarentena a la que en conciencia quedamos obligados a cumplir. Nos tiene sin cuidado morir por el Covid 19 o por la causa que el Señor disponga. Pero mientras vivamos, vivir, para nosotros, es vivir litúrgica y sacramentalmente. Vivir para descubrir, amar y servir a Dios Uno y Trino.

Por eso, ya no debe importarnos escuchar o responder al pequeño e imbécil Fernández. Es mejor:


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“Cuando la naturaleza humana por el Misterio de la Encarnación se unió a Dios, todos los ríos de los bienes naturales volvieron a su principio. ‘Los ríos retornan al lugar del que salieron para volver a fluir’ (Ecle.,1,7)”
Santo Tomás,In Sententiarum III, proemio

Sedientos de sustancia en la planicie seca,
ajados por el fuego que no calma los fríos,
marchitos o dolientes de afogarar memorias,
las cosas y los hombres se han quedado sin ríos.

Es un crujir de cueros, un escaldar de pastos
la tierra traicionera, del alba desertora.
Por atezar los nombres han pecado los labios,
por renunciar al Agua han quemado a la aurora.

Tráenos en tu Noche la torrentera clara
que funde los hogares sobre el hombro paterno,
sobre el mantel, la mesa, el trajín de la madre,
las cuentas del rosario pronunciando lo eterno.

Tráenos los afluentes que regaron la patria:
la proeza española, los criollos legendarios,
tu Palabra convoque las palabras dormidas,
desfile la victoria en los viejos estuarios.



Tráenos los raudales, el caudal de la gracia
del pozo de Sicar tras la sombra de un cedro,
dí a la Barca en el Tíber que ice al aire sus velas
mar adentro, Dios mío, como ordenaste a Pedro.

Tráenos la bandera de la que habla Isaías
porque el monte se anega, se acallan los redobles,
del Pastor que sabía proferir tu alabanza:
hay que abrir tenazmente la puerta de los nobles.

Tráenos los regatos, arroyos sin mareas,
el manso regajal de las almas absueltas,
mas si fueran preciso el escudo y la espada,
haznos donar la sangre, por tu cruz, en los deltas.

Trae, al fin, la esperanza de los Ultimos Días,
la desembocadura del lecho de la historia,
retornen nuevamente los ríos a sus mares,
se alce un himno de oleajes proclamando tu gloria.






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jueves, 19 de marzo de 2020

La obra de la Pasión en Oberammergau - Luis Alvarez Primo



En circunstancias en que con una justificación desmesurada, por no decir absurda, el Covid-19, se han desatado todas las pulsiones totalitarias inherentes al Leviathan (espada y báculo en mano) de las  putrefactas democracias judeo-masónicas del Nuevo Orden Mundial contemporáneo, el cual ha puesto  en patética y cobarde   retirada a la jerarquía de la Iglesia Católica, es interesante recordar las circunstancias que dieron origen a la obra sobre la Pasión de Cristo  que se celebra en Oberammergau , pequeño pueblo de Bavaria , Alemania, desde 1633 hasta hoy.

    En medio del horror de la Guerra de los 30 años, la temida peste bubònica se extendió por Europa. En lo alto de los Alpes bávaros, los ciudadanos de Oberammergau intentaron aislarse del mundo exterior. Cuando un joven nostálgico entró a escondidas a la aldea introduciendo la peste con él, 84 residentes murieron en 3 semanas. En su desesperación, el Ayuntamiento hizo un voto solemne: si Dios detenía la plaga, en agradecimiento presentarían por toda su existencia, cada diez años, con la participación de todo el pueblo, una obra de teatro con la representación de la Vida, la Pasión y Muerte de Cristo. Milagrosamente, la peste no se cobró más vidas en Oberammergau. Fieles a su palabra, los aldeanos realizaron su primera obra en 1633 y han continuado haciéndolo hasta el día de hoy.  Esto a pesar de las enormes presiones de las organizaciones judías desde los años 1930 hasta hoy para que se la prohíba. 
  
 Luis Alvarez Primo




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miércoles, 18 de marzo de 2020

Las Reacciones Virósicas - Antonio Caponnetto



LAS REACCIONES VIRÓSICAS

Por Antonio Caponnetto
           
            Todo parece haberse dicho ya sobre el Coronavirus, por representantes de distintas ramas del saber. Desde la epidemiología hasta la geopolítica; desde la teología hasta la estrategia; desde la literatura hasta la metahistoria. Se han dicho cosas con apropiado sentido del humor, y otras con necesaria y legítima solemnidad.

Quisiéramos acotar un par deshilvanado de comentarios, no sobre el virus en sí, sino sobre las reacciones que está suscitando.

Hay una primera reacción que es la del Poder Político. Impresiona la facilidad con que el Estado se ha autoerigido en una maquinaria de control despótico, coactivo, represor y fiscalizador; amo y señor de nuestras casas, de nuestras vidas privadas y públicas, de nuestros movimientos, desplazamientos y aún de nuestros actos domésticos. Con el agravante de que ese Estado Guardián –que adoptaría tales actitudes orwelianas para protegernos- está en las mismas manos de aquellos a quienes bien tenemos calados como crápulas y homicidas de todo jaez.

 De pronto, los sempiternos enamorados de la democracia, no sólo aceptan esta estatolatría feral e invasiva, sino que cooperan con ella, convirtiéndose en denunciantes seriales de los presuntos infractores a las medidas de Leviatán. La calificación de “policíaco” que podría hacérsele hoy a este monstruoso aparato de coerción y de cercenamiento, corre el riesgo de no hacer justicia a la policía. En rigor es un Estado Omnívoro, que engulle cuanto le parece que está en consonancia con el pantagruélico festín del Poder Mundial. Esta primera reacción que apuntamos, se funda en observaciones concretas de lo que estamos viviendo en nuestro país. Pero no cuesta extender el juicio al resto de las naciones.

Una segunda reacción pasible de ser observada, es la de la Iglesia. Ha habido excepciones; las hay. Creemos conocerlas y declararlas plausibles y edificantes. Nos referimos a las reacciones sobrenaturalizantes, austeramente piadosas, tradicionalmente devotas, claramente inscriptas en lo que siempre se dio en llamar Abandono a la Divina Providencia. Ruegos, letanías, himnos, conjuros, testimonios edificantes de Fe, que la adversidad acrece y suele fomentar entre los justos.

Pero la reacción eclesial prevalente es tan vergonzosa cuanto ruin. Y es sendas cosas, y tantas otras de peor catadura, en tanto se ha acoplado a Leviatán para no contradecir sus tiránicas disposiciones. Cierre de templos, suspensión de oficios, anulación de celebraciones, abolición de preceptos obligatorios, manipulaciones de los sacramentos, ausencia de actos de arrojo, temor servil, y una escalofriante conducta de dóciles empleados públicos en los prelados y en las jerarquías, que torna patente una vez más lo que muchos ya sabemos: la Barca hace agua, la cizaña estruja y constriñe al trigo, la añadidura se cotiza mejor que el Reino de Dios y Su Justicia.

Si tan desacralizante e inmanentista reacción guarda algún vínculo directo con la presencia de Bergoglio en la silla petrina, es algo que parece lícito deducir, o al menos imposible de descartar. El precitado pastor argento -en siete años que ya suman un número intranquilizante para los dilucidadores de símbolos- no ha dejado un solo día de su gestión de conculcar y de injuriar a la Fe Católica, prestando a la par servicios impensados a sus peores enemigos. Que el Padre pueda complacerse ante este camandulero, como lo hiciera con su “Hijo Único” en las riberas del Jordán, sería osado suponerlo. Todo indica que se nos pide, cuanto menos, a quienes buscamos la fidelidad, estar de centinelas sin relevos ante las acechanzas dolorosas y constantes de este timonel felón.

Una tercera reacción observable es la del común de la gente. Salvo también las consabidas excepciones, lo que se enseñorea es el comportamiento arrebañado, masificante, sumiso y aturdido por el pánico. Un pavor que todo lo noble inmoviliza y todo lo señorial anula y todo lo hidalgo cercena. Parece cumplirse la sentencia que asentó David Riesman en “La multitud solitaria”. No habrá ya un hombre dirigido por la Tradición, al modo medieval. Tampoco otro autodirigido, como soñaron ciertos capitostes renacentistas. Apenas si nos han dejado un <hombre heterodirigido>. Doblemente. Desde un “afuera” que es lo más superficial y banal en él; y desde otro “afuera”, que son los medios masivos de comunicación, cada vez más infernalmente patentes e inmiscuidores.

Si no fuera meterse literalmente en camisa de once varas –y no estamos ni con ánimo ni con ciencia para ello- diríamos que ninguna de estas tres reacciones se comprenden bien sin la lectura del Libro del Apocalipsis.

No tema el lector que no incurriremos en la tentación de convertirnos en apocaletas, siquiera fugazmente. Pero es imposible, para quien haya recibido las lecciones del Catecismo –y es este el punto, no más, en que nosotros nos hallamos- no ver en aquellas tres reacciones mencionadas manifestaciones anticrísticas. Nos expliquemos mejor: manifestaciones que concuerdan con las que retrata San Juan que tendrán cabida cada vez que el Anticristo se manifieste. Verbigracia: un dominio planetario que aherroja todas las voluntades, una adulteración funestísima de la Religión y un enfriamiento de la caridad, a causa de la iniquidad. Sólo por mencionar lo básico, pues ya dijimos y volvemos a subrayarlo: hablamos en esto con la simpleza de quien sólo recibió la catequésis parroquial.

Nos han impresionado al respecto algunos casos concretos. El de aquellos que han muerto en cuarentena, aislados, sin la despedida de sus familiares, sin los auxilios sacramentales, y a quienes por todo consuelo, el Estado entregó a los deudos una bolsa con cenizas. Si la caridad no estuviese helada hasta convertirse en una cuajadura amortajante, tamaño desamor hubiera hecho plañir hasta a los corazones más pétreos. Se aceptó sin embargo la medida en nombre del sanitarismo y del cuidado ecológico del planeta. ¿Es que a nadie parece importarle que estaticen nuestras vidas y nuestras muertes, como se pueden estatizar los servicios públicos? ¿Es que a nadie le importan los Novísimos? ¿Es que no hay un pastor con su cayado que salga a ofrecer a los moribundos la Unción Extrema, recorriendo si fuera menester las zonas más presuntamente riesgosas? ¿Es que el hombre, al fin, cada uno de nosotros, está pendiente en serio de las últimas noticias pero no de la Última Noticia?

Por eso decíamos y decimos: estas reacciones que estamos constatando llevan un sello Anticrístico. Afirmación que no pretende inscribirse de ninguna manera entre las muchas de los aprendices de aparicionistas, videntes particulares, depositarios de revelaciones privadas o peritos del “día y la hora”. Lo único que nos mueve a hilvanar estas reflexiones es el deseo propio y el del prójimo cercano de sobrenaturalizar nuestra mirada. Y de hacer de las reacciones propias, con el auxilio de la gracia, y a pesar de las vulnerabilidades que nos laceran, otros tantos ejemplos de conductas dóciles a la Palabra Revelada.

Que no pasen los jinetes, y estemos pendientes del facebook. Que no se manifiesten los signos anunciados y sigamos inmersos en la terrible parodia urdida por las redes. Que el estrépito de los titulares periodísticos que cambian a cada segundo, no silencie el retumbar de los cascos anclados en la eternidad. Que si la Cabalgata Postrimera –si se avecina, si adviene, o siquiera presintiéramos pasar frente al umbral de nuestras casas- sepamos guardar sacramental compostura.


Las estriberas firmes, los faldones lustrosos,
los potros se encaminan,
sus jinetes son diestros.
Van refundando vías tras sus cascos de plata,
uno marcha invisible.

El ruano se cubría con las crines la sangre,
memoria de una herida
que aún no había sangrado.
La batalla vendría como en un alfabeto
con su alfa y su omega.

Trote lento el del bayo con las bastes de paja
sobre las ancas grises
sin herrar todavía.
Uno marcha invisible, pero al sol de la tarde
se escucha un son de avíos
o de espuelas marciales.
Trote lento el del bayo ni la noche lo apura,
tiene el paso de un siglo.

Testuz baja va el pardo con destino de sombra,
de fogón vespertino
bajo lluvia de enero.
A veces su ambladura acompaña el paisaje
y el montador descansa.

El tordillo es un bronce que nadie ha sojuzgado,
le esquiva a la barbada,
y es deshonra las riendas.
Un domador se atreve a la cruz de su lomo,
las cabriolas se rinden.

Soltado de un palenque más arriba del Norte,
por encima del suelo,
corvetas y acrobacias,
un alazán de oro lleva una Dama a grupas,
la tierra se arrodilla.

 Pierde su veladura el jinete invisible,
su nombre era Tabor
y no hicimos tres tiendas.


Antonio Caponnetto



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