San Juan Bautista

San Juan Bautista

domingo, 31 de marzo de 2019

Oveja sarnosa y oveja descarriada – Gustave Thibon





Esta parábola de la oveja descarriada. Cristo habla del pecador como de un ser desviado (en el sentido etimológico de la palabra), pero no podrido interiormente. Una oveja descarriada está intrínsecamente tan sana como una oveja del rebaño. Esta concepción hace del pecado un mal exterior en gran parte al hombre: el pecador anda por mal camino, pero sus miembros siguen sanos, le basta cambiar de dirección para ser curado. En otras palabras, una oveja descarriada no es una oveja sarnosa. El retorno de la primera regocija el corazón del pastor, pero la presencia de la segunda infecta el rebaño. Aquí, la caridad cambia de aspecto, la piedad hacia el rebaño exige a la vez la búsqueda de la oveja perdida y la expulsión de la oveja sarnosa. Por eso, Cristo nos enseña al mismo tiempo, según el grado de penetración y de fatalidad del pecado en el hombre, a absolver o arrojar al pecador. Hay que buscar la oveja perdida, perdonar al hijo pródigo, etcétera, pero también hay que saber amputar un miembro podrido: si tu ojo te escandaliza...


Estas dos categorías de pecadores aparecen a cada instante en el Evangelio: los que permanecen distintos del pecado (Zaqueo, la mujer adúltera, Magdalena, la Samaritana), y que pueden ser salvados, y aquellos a quienes el pecado ha devorado el alma, que se hacen uno con el pecado (los fariseos) y que ya están condenados.



Gustave Thibon – “El pan de cada día”



Nacionalismo Católico San Juan Bautista


lunes, 25 de marzo de 2019

Bergoglio y su burla a la investidura papal




Sin palabras




Pero cuando se trata de besar las manos de 

los enemigos teológicos de la Iglesia de Cristo… 



Y al parecer también hay excepciones...





Nacionalismo Católico San Juan Bautista


viernes, 22 de marzo de 2019

Nuevo libro de Antonio Caponnetto: De Perón a Bergoglio. El catolicismo excomulgable



En la primera quincena del mes de abril saldrá a la luz, con este título, una nueva obra del Dr. Antonio Caponnetto. Transcribimos unos breves párrafos significativos. El libro será editado por Ediciones Bellavista, de Buenos Aires, que ya ha impreso otros títulos del mismo autor, y tiene una profusa obra en sus catálogos (bellavista_ediciones@yahoo.com.ar)


[…] Hizo bien Perón en escribirle una carta a Disandro, fechada en Madrid el 30 de agosto de 1966, diciéndole que “existen fuerzas ocultas de la Revolución”, entre las cuales coloca “al sionismo”. Pero entonces las incongruencias se agolpan.


No se entiende porqué Perón, no sólo no aprendió, tan luego de Disandro, que la Revolución carcomía y demolía a la Iglesia, sino que festejó que surgiera desde adentro de ella misma, y se desvivió en elogios para Juan XIII, llamándolo justamente, “un Papa revolucionario”. “El nombre del Papa Juan estaba en labios de Perón en forma constante […].A mí, particularmente, me confió <que lo consideraba un extraordinario Pontífice, verdadero Padre Santo>. Le pregunté a Perón si en la Iglesia, las revoluciones provienen desde abajo, como en las demás sociedades, o de arriba, por ser una sociedad teocrática. <Vienen desde adentro>, fue la respuesta […]. Estamos ante un Papa revolucionario –aseveró el General, para agregar:- <Él ha sabido dialogar […], ha llegado más cerca de la unidad […]. Pienso que Juan XXIII, el Bueno, no nos ha dejado. Queda entre nosotros el legado de su enseñanza, el camino trazado para el diálogo y la comprensión, una línea en fin, que no fácilmente se torcerá […]. Indudablemente la presencia del Papa Juan se dejará sentir por mucho tiempo>”. Para que nada le falte al elogio, Perón sostiene que los peronistas “hace casi veinte años venimos sosteniendo” los principios de la Mater et Magistra[1].


Por contraste a este Papa bueno, dialoguista, juvenil, unificador y revolucionario, se alza la figura criticable de Pío XII, artífice de “una política de fricciones, de incomprensiones para los movimientos predominantemente sociales”.  Un Papa con “un carácter demasiado fuerte y autoritario para tender una mano hacia aquello que no estaba previsto en sus esquemas”[2].


Está más que claro que –dicho en términos actuales- Perón se muestra partidario de la hermenéutica de la ruptura, y en clara consonancia con el llamado espíritu de la Iglesia Conciliar. O sea, en las antípodas de Disandro, cuya postura sedevacantista después de Pío XII es por todos conocida. La moral de situación –característica insoslayable de Perón- aparece exacerbada aquí hasta alcanzar sus manifestaciones más bajas.


También está clarísimo que Bergoglio repite a Perón cuando al canonizar a Juan XXIII, en el año 2014, lo considera “un verdadero Padre Santo”. Tanto, que no se le exigió segundo milagro para elevarlo a los altares, cometiendo desde todo punto de vista graves precipitaciones e imprudencias[3]. Por eso, el 27 de abril de 2014, tras el ritual de la canonización, se estrenó oficialmente en Roma un documental producido por por Rome Reports (Agencia de Noticias de la Santa Sede) titulado La revolución de Juan XXIII, que es, según lo define el mismo medio,  “imprescindible para comprender el Magisterio de los últimos papas, el proyecto de Francisco, y el futuro de la Iglesia católica”.


Las comparanzas entre Juan XXIII y Francisco, en suma, quedaron establecidas desde el comienzo, recorriendo el mundo entero. Y el segundo miembro del sacralizado binomio no ha dejado ardid por perpetrar con tal de parecerse al primero[4].


Si la incongruencia de Perón es total entre denunciar los peligros de las “fuerzas ocultas”, y adherir a las peores de ellas: las que habitan dentro de la Iglesia, ¿con qué vara medir la denuncia sostenida contra el Sionismo, como integrante de esa siniestra Sinarquía, y haber sido a la par su socio activo durante décadas, desde el poder o desde el llano?


No nos detendremos en un punto que ha sido ya tratado exhaustivamente. Sólo diremos de manera resumida que el programa herético de Nostra Aetate, continuado después en documentos similares o peores; que el sueño posconciliar y muy particularmente bergogliano de conformar una insostenible simbiosis judeo-católica, sin deicidas molestos surgidos de las páginas neotestamentarias, ni católicos proselitistas aferrados a la antigualla “extra ecclesiam nulla salus”, con laudes a Theodoro Hertz y al rabinato en pleno, y olvidos felonescos de la recta doctrina católica, encontró en Perón un recipiente y un propagandista, un fautor y un artífice. Y hasta cierto punto, a un triste precursor de lo que haría al respecto la Iglesia Oficial, tras la malhadada exculpación y glorificación del Judaísmo, que le sobrevino a la apertura del último Concilio.


El peronismo, en efecto, se adelantó primero y se acopló después al juicio de la Iglesia Conciliar. Su líder no tuvo reparo alguno en exhibirse formalmente católico y a la par fervorosa y piadosamente fiel a los maestros del Sanedrín y a los oráculos de la Sinagoga. El Gran Kahal, a su turno, no tuvo empachos en estrechar los vínculos de toda índole con el primer descamisado y sus huestes. La entente fue cordial, sistemática, prolongada y redituable para ambas partes; y todos estuvieron felices con ella. Todos, claro, los que viven y medran de la Revolución y de la Modernidad, henchidos de Mundo y de Siglo, preñados de Pensamiento Único.




[1] Enrique Pavón Pereyra,Coloquios con Perón, Buenos Aires, Talleres Gráficos Columbia, 1965, p. 52-53.
[2] Ibidem,p. 48
 [3] Cfr. Roberto De Mattei, ¿Las canonizaciones de Juan XXIII y de Juan PabloII son infalibles? http://statveritasblog.blogspot.com/2014/04/las-canonizaciones-de-juan-xxiii-y-de.html
[4] Cfr.el ilustrativo panegírico de Marco Roncalli, Papa Giovanni. Il Santo ,San Paolo Edizioni, Classici del pensiero cristiano,Italia, 2014. Entre nosotros ha querido asumir el penoso paralelismo, Roberto H. Bosca, Las huellas de Juan XXIII en el Papa Francico, cfr. https://www.lanacion.com.ar/1665948-las-huellas-de-juan-xxiii-en-el-papa-francisco






Nacionalismo Católico San Juan Bautista



miércoles, 13 de marzo de 2019

Mis palabras no pasarán - La Gran Tribulación - Dulcísimas promesas (1951) - P. Leonardo Castellani



Mis palabras no pasarán

El mundo actual está ansioso de profecía.

Ante los desastres y las amenazas de esta época catastrófica, es natural que todos queramos saber lo porvenir. El que no sabe adónde se dirige, no puede dar un paso. ¿Adónde va el mundo?, claman todos.

A esta hambre actual de profecía se le propinan profecías falsas. Es menester dar la buena profecía, que para eso la tenemos.

Los protestantes sirven por Radio Excelsior La Voz de la Profecía a toda Sudamérica. Las revistas argentinas Maribel, Mundo Argentino, El Hogar, ofrecen con asiduidad las profecías de Nostradamus, de la Gran Pirámide, de Madame Thébes, del abad Malaquías... Algunos católicos sin mucha teología se dedican temerarios a espigar profecías privadas en el campo peligroso de los libros devotos.

Hay que dar, pues, la gran profecía primordial, la profecía esjatológica de Jesucristo, de San Pablo, del Apokalypsis de San Juan.

Este mundo terminará. Su término será precedido de una gran apostasía y una gran tribulación. A ellas sucederá el advenimiento de Cristo, y de su Reino, el cual no va de tener fin.

Estas profecías están contenidas primeramente en el llamado sermón esjatológico de Nuestro Señor, que está en los tres Sinópticos: San Lucas XV II, 20; San Mateo XXIV, 23; y San Marcos X III, 21.

De este sermón de Cristo, cuyo eco son los pasajes esjatológicos de Pablo y Pedro, y la gran revelación de Juan, hace la impiedad contemporánea su argumento principal contra la Divinidad de Cristo.

Pretenden, en efecto, que Cristo se equivocó y engañó a sus Apóstoles creyendo que el mundo se acababa entones mismo, cuando El predicaba, o muy poco después. Esgrimen exactamente la frase que en labios de ellos pone San Pedro: “Falló la promesa relativa a la Segunda Venida.” Luego, Cristo —dicen— no es lo que Él dijo.

La palabra en que se apoyan principalmente es la siguiente: “En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todas estas cosas sean hechas.

El cielo y la tierra pasarán, mi palabra no pasará” (Mc. XIII, 30). Es un solemne juramento de Jesucristo que parecería fallido. Se equivocó Cristo, entonces.

Pero esta precisión misteriosa del tiempo contiene precisamente la clave de la interpretación profética.

Toda profecía se desenvuelve en dos planos y se refiere a la vez a dos sucesos: uno próximo, llamado typo, y otro remoto, llamado antitypo. ¿Cómo podría un profeta describir sucesos lejanísimos, para los cuales hasta las palabras faltan, a no ser proyectándolos analógicamente desde sucesos cercanos?

El profeta se interna en la eternidad desde la puerta del tiempo y lee por trasparencia trascendente un suceso mayor indescriptible en un suceso menor próximo; en el modo que existe también analógicamente en los grandes poetas.

De la manera que Isaías describe la redención de la humanidad en la liberación del cautiverio babilónico, y San Juan h Segunda Venida en la destrucción de la Roma étnica, así Cristo el fin del mundo en la caída de Jerusalén y en la dispersión milenaria del pueblo judío. Eso justamente le preguntaron los Apóstoles, creídos que las dos cosas habían de ser simultáneas. Al decirles, saliendo del Templo, que de él no quedaría piedra sobre piedra, pensaron en el fin del siglo, y le interrogaron: “¿Cuándo será esto y qué señal habrá de tu triunfo y de la conclusión del siglo?”. Cristo, sin desengañarlos de su error, entonces inevitable, respondió a la vez a las dos preguntas y describió en un mismo cuadro pantografiado la ruina de la Sinagoga, que era el final de una edad, y el final de todas las edades, o, como ellos decían, “la consumación del evo”.

“Esta generación” significa, pues, a la vez los Apóstoles allí presentes con referencia al typo, que es el fin de Jerusalén; y también la descendencia apostólica y su generación espiritual con referencia al antitypo, el Fin del Mundo. Los Apóstoles vieron el fin de Jerusalén, la Iglesia verá el fin de Roma.

De esta manera la objeción racionalista ha servido de ocasión para estimular y para iluminar la interpretación católica, ahora en posesión de la llave de la exégesis. Y el encarnizado trabajo de Heitmüller y Renán para aplicar cada versículo del Apokalypsis a los sucesos colindantes al reino de Nerón -año 6 4 - se vuelve útil al creyente: iluminando el typo para comprender mejor el antitypo.


La Gran Tribulación

Renán escribe:

El Anticristo ha cesado de alarmarnos [...] Nosotros sabemos que el fin del mundo no está tan cerca como creyeron los inspirados videntes de la primera centuria, y que ese fin no será una súbita catástrofe. Operará por medio del frío en centenares de centurias, cuando nuestro sistema no tenga más poder para reparar sus pérdidas; y el planeta Tierra haya agotado los recursos de los senos del viejo Sol para proveer a su curso.

Antes de esta quiebra del capital planetario, ¿alcanzará la humanidad la perfección de la ciencia, que no es sino el manejo de las fuerzas cósmicas, o será la Tierra otro experimento fracasado entre millones, convertida en hielo antes que el problema de matar a la muerte se haya solventado? No podemos decirlo. Pero con el Vidente de Patmos, más allá del flujo de las vicisitudes, percibimos el ideal, y afirmamos que un día será cumplido.

Entre las nieblas de un universo embrionario, contemplamos las leyes del progreso de la vida, la conciencia del ser creciendo y ampliándose en sus fines, y la posibilidad de un estado final en que todo será sumergido en un Ser definitivo, Dios, igual que los innumerables brotes y yemas del árbol en el árbol, igual que las miríadas de células del organismo viviente en el viviente.

Estado en el cual hallará cumplimiento la vida universal; y todos los seres individuos que han sido, vivirán de nuevo en la vida de Dios, verán en El, gozarán en El y cantarán en El un eterno Aleluya.

Cualquiera sea la forma en que concibáis el futuro adviento de lo Absoluto, el Apokalypsis no puede dejar de regocijamos. Simbólicamente expresa el principio fundamental de que Dios no tanto "es”, cuanto que "llegará a ser".


Hasta aquí el apóstata bretón, padre del modernismo.

Frente a este sueño averroísta y ateo de disolución paulatina en Dios, y aquesta remotísima y del todo irresponsable evolución bergsoniana, la palabra terminante de Cristo dice que el mundo terminará de golpe, que los hombres serán juzgados, que no todos desembocarán en la Vida, “como las células vivientes en el viviente”, puesto que muchos caerán en la "muerte segunda” y definitiva; y que una terrible lucha precederá como agonía suprema la resolución del drama de la Historia.

Las palabras de Cristo en su simplicidad sintética son más temibles que las fulgurantes visiones del Apokalypsis con sus formidables despliegues de sangre, fuego y ruinas. Cristo dice simplemente que vendrá una tribulación como no se ha visto otra en el mundo -¡y cuenta que se han visto algunas!-, que si no fuera abreviada perecería toda carne, y que si fuese posible, serían inducidos en error los mismos electos. Las guerras terribles, las pestes, los terremotos que se sucederán en el mundo, no son sino el principio del dolor. El Dolor mismo será peor todavía. Porque madurada ya la iniquidad de la tierra, ella se levantará en toda su pureza y aprovechará todos sus anteriores ensayos, dirigida por Satanás en persona, que será arrojado a la tierra y estará en pleno furor, sabiendo que le queda poco tiempo, iAy de las que crían y de las preñadas en aquellos días! iAy de los que quedaron para ser cribados por Satanás en la última prueba!

Las dos fuerzas antagónicas que pelean en el mundo desde la Caída se tenderán en el máximo esfuerzo. Los santos serán derrotados y vencidos por todas partes. La apostasía cubrirá el mundo como un diluvio. La iniquidad y la mentira tendrán libre juego. El poder político más poderoso que haya existido no sólo perseguirá la Religión a sangre y fuego, sino que se revestirá de religiosidad falsa. Y los pocos fieles a Cristo parecerán perder el resuello cuando, separado el Obstáculo, aparezca en la tierra el Hijo de Perdición, aquel en que Dios no tiene parte y que Cristo no se dignó nombrar siquiera: el Anticristo... El Otro.

Decir “una tribulación como nunca se vio otra igual”, es decir muchísimo.

Quiere decir que los cristianos de aquel tiempo sufrirán como nunca se sufrió, como no sufrió Job, ni Edipo, ni Hamlet; como no sufrió San Alejo, San Roque, Santa Liduvina, San Juan de la Cruz, San Alfonso Rodríguez.

Y los cristianos de aquel tiempo no son los que ya pasaron; somos nosotros, o algunos muy próximos a nosotros. ¡Bienvenido sea ese dolor, con tal que veamos volver a Cristo!


Considerad una cosa, señores. En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora; y sin embargo, esa tiranía estaba limitada físicamente, porque los Estados eran pequeños y las relaciones universales imposibles de todo punto. Señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso [...] Ya no hay resistencias ni físicas, ni morales. Físicas, porque con los buques y las vías férreas no hay fronteras, con el telégrafo no hay distancia.., Y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos y todos los patriotismos están muertos*.

*Donoso Cortés, Discurso de los sucesos de Roma, 14/01/1849.


Dulcísimas promesas

Las terríficas visiones del Vidente de Patmos -que Renán califica de “delirios de terror”- y las palabras de Cristo -más duras aún en su limpidez de acero que las del discípulo- inducirían pánico y desesperación, sí no estuviesen equilibradas por las promesas más dulces.

Así como la mayor tribulación en su brevedad encierra un terror desmesurado, así la condicional si fuera posible encierra una promesa amorosísima. “Caerían, si fuera posible, los mismos escogidos”, dice Cristo.

No es posible, pues, que caigan los escogidos. Un ángel les marca la frente y los cuenta. Dios ordena suspender las grandes plagas hasta que están todos señalados. Dios abrevia la persecución por amor de ellos. El Anticristo reinará solamente media semana de años (42 meses, 1,260 días). Todos los mártires serán vengados. Los impíos serán flagelados de innúmeras plagas. Dos grandes santos defenderán a Cristo y tendrán en sus manos poderes prodigiosos. Y cuando caigan, Cristo los llamará y revivirán.

Después, nosotros, los que vivimos, seremos llamados y arrebatados con Cristo en el aire. Ésta será la Resurrección Primera. Y reinaremos con Cristo mil años, es decir, un largo tiempo, en la Jerusalén restaurada, donde tienen que cumplirse un día todas las opulentas promesas mesiánicas: porque ni una sola de las dulcísimas promesas de la Escritura dejará de llenarse más allá todavía de la esperanza y la imaginación del hombre, cualquiera sea el sentido que corresponda en la realidad futura a esta difícil palabra, cuya interpretación aquí no prejuzgamos... ¡Dichoso aquel que merezca gozar la Resurrección Primera!


Pero antes tiene que manifestarse el Misterio de Iniquidad, tienen que reinar las Dos Bestias, tiene que ser quitado el Obstáculo, tiene que aparecer la Gran Prostituta.



Leonardo Castellani: “Cristo ¿vuelve o no vuelve? – Ed. Dictio. Págs. 18-23.





Nacionalismo Católico San Juan Bautista


jueves, 7 de marzo de 2019

LA VERDAD SOBRE EL DÍA DE LA MUJER (Repost) - Augusto TorchSon



Partamos por la definición de la enciclopedia del Nuevo Orden mundial al respecto, es decir Wikipedia: “El Día Internacional de la Mujer Trabajadora o Día Internacional de la Mujer conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona”.

Saber que la única persona en la historia llamada por mandato de Dios “llena de gracia fue una mujer, es fundamental para entender que las mujeres no necesitan un día especial para que reconozcamos el valor intrínseco que tienen en la sociedad, en la familia, en la vida religiosa y en la historia misma de la salvación.

  En ese último sentido Juan Pablo II dijo que “la mujer se encuentra en el corazón mismo del acontecimiento salvífico”  ya que es “con la respuesta de María cuando realmente el Verbo se hace carne… De esta manera la plenitud de los tiempos manifiesta la dignidad extraordinaria de la mujer (cf. Mulieris dignitatem, 3 y 4).

  Y así como por la primera mujer nuestra naturaleza quedó herida, fue por otra mujer que vino el Salvador al aceptar María ser la Madre de Dios.

  Por eso es preciso entender que la libertad de la mujer nunca fue ni será, mejor ejercida que por Nuestra Santísima Virgen María, que con su “fiat” hizo posible la llegada del Redentor de la humanidad.

  El ejemplo más grande de amor de una creatura desde el principio hasta el final de los tiempos fue dado por una mujer. Mujer que como madre y esposa llegó a sublimarse en obediencia, humildad y servicio desinteresado.

  Pero parecería que lo que se quiere reivindicar hoy en día no son precisamente estas conductas de Nuestra Madre Celestial.

  Es importante conocer tanto el origen como la finalidad de la designación universal de esta fecha. Esto debe hacerse recalcando la dignidad e importancia de las mujeres en nuestras vidas, ya que fueron ellas por quienes vinimos al mundo. Mundo que se está volviendo más oscuro precisamente por la falta de mujeres ejerciendo el rol que divinamente les fuera asignado.

Ahora vamos a intentar explicar brevemente el origen y motivaciones de la institución de este día.

  Para ilustrar la situación vamos a remitirnos al trabajo realizado por Isabel Alvarez Gonzalez que recogemos de una  página socialista (aquí) con el título: Los orígenes y la celebración del día de la mujer 1910-1945”, en donde podemos encontrar un pormenorizado estudio sobre la verdad histórica de los supuestos hechos que dieron lugar a este reconocimiento. En el mismo la autora cita diversos estudios que se hicieron respecto al supuesto incendio que dijeron provocó la muerte de 129 mujeres en una fábrica en New York por hacer una huelga. La verdad es que no se encontró ningún registro histórico o periodístico al respecto, ni en Canadá, ni en EEUU ni en Europa. El mito parecería surgir de una huelga de 1911 en una fábrica textil de la misma ciudad en donde se produjo un incendio que murieron 149 personas, en su mayoría mujeres, pero que de ninguna manera fue provocada por perversos patrones sino más bien por las pésimas condiciones de seguridad en las que se trabajaba en esa época.

  Lo que es un dato histórico comprobable es que su antecedente fue el festejo del “Día internacional de la mujer comunista que se hacía todos los años el 8 de Marzo en Rusia desde la Revolución Bolchevique de Octubre.

  Posteriormente como antecedente directo la ONU decreta “la década de la mujer” entre 1975 y 1985. Y finalmente la masónica UNESCO toma el mito de las mujeres quemadas vivas para declarar el 8 de Marzo como día de la mujer en 1977.

  Pero lo que es imprescindible conocer son las causas de tal promulgación. Hoy quienes tienen un mínimo conocimiento sobre temas próvida saben perfectamente el papel que juega la ONU y sus tentáculos (como la UNESCO), en la cultura de la muerte. En este caso, el supuesto reconocimiento a la mujer no tiene que ver con devolver a la mujer el derecho que le corresponde ante la discriminación sufrida por parte de los hombres, sino más bien con conseguir igualdad de oportunidades, aún en el caso en que no se den igualdad de condiciones. Pero ese igualitarismo ideológico (y democrático), no busca de ninguna manera una reivindicación de la mujer en la sociedad sino más bien la destrucción de la sociedad a través de la mujer, la mujer como el nuevo sujeto revolucionario. Parece un poco extremista, pero sigamos analizando. Nadie niega la capacidad femenina para realizar trabajos fuera del ámbito del hogar, pero lo que no se puede negar es la exclusiva importancia que tiene esta en el antedicho ámbito.

  Pero no toda mujer debería realizar cualquier trabajo, como hay trabajos que solo deberían ser hecho por ellas. Por eso todavía, y no sé por cuánto tiempo más, no se ven, por ejemplo, maestros jardineros. Así mismo, si una mujer se encuentra atrapada bajo escombros por un incendio en su departamento, me inclino a pensar que preferiría ser rescatada por un bombero varón y esto sin importarle en ese momento hacer consideraciones sobre discriminación o falta de igualitarismo.

  Bastante esclarecedor es el reportaje que diera Aaron Russo al programa de Alex Jones (aquí) en donde cuenta como su amistad con Nick Rockefeller, llevó a este último a confesarle las verdaderas causas por las que su familia fue la promotora de todo lo que tenga que ver con el movimiento feminista. Esto le decía Nick a Aaron: “...Los Rockefeller financiamos la Liberación Femenina... Conseguimos que las mujeres trabajasen y les cobráramos impuestos. Conseguimos separar las familias y conseguimos que los niños desde muy temprana edad tuvieran que ir al colegio, donde hemos podido adoctrinarlos de la manera que a nosotros nos interesaba...”. Después agregaba: “...Hemos conseguido que, por ejemplo, la familia negra en Estados Unidos ya no exista. El 90% de las mujeres negras en USA son madres solteras. Hemos conseguido, en casi todo el planeta la desintegración de la familia. En un mundo de padres separados, los niños buscan al estado como su familia. En las escuelas les convertimos en oficiales, trabajadores, mano de obra para trabajar”.

  Un dato interesante es que Gloria Steinem, quien fuera abanderada en la lucha por el feminismo y la liberación femenina admitió que la CIA la había financiado con el objeto de destruir las familias.

  Resulta ser entonces, esta promoción, otra herramienta  para descristianizar las sociedades y buscar promover la perversa y absurda perspectiva de género que tanto daño está haciendo a la humanidad.

  Las diferencias de derechos están dadas por las diferentes condiciones. Por eso no podríamos hablar de discriminación hacia los hombres por no permitírseles hacer un papanicolau o una mamografía periódica, como tampoco podríamos sostener lo mismo en el caso de una mujer a la que se le niega la posibilidad de hacerse un examen de próstata. Pero hoy vivimos la más absoluta pérdida del sentido común y el poner un poco de claridad a la realidad puede salvar almas. Y en esta guerra contra Dios la mujer juega un papel fundamental para rescatar la familia, célula básica de la sociedad, a las patrias y al mundo entero; y para oponerse a la cultura de la muerte dejando de hacer un culto idolátrico a su libertad.

  Pidamos entonces a la más pura de las creaturas de Dios, la Santísima y siempre Virgen María que nos libre de los engaños e insidias de la antigua serpiente que una vez hizo caer a la primera mujer por su soberbia, y que Nuestra Madre Celestial venció con su humildad.

  Trabajando para que Cristo reine y vuelva pronto.


  Augusto Espíndola


 Publicado originalmente el 08/03/2013


Nacionalismo Católico San Juan Bautista