San Juan Bautista

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martes, 13 de abril de 2021

Plandemia y Educación Virtual - Bruno Acosta

 


La plandemia es un PLAN, justamente, destinado a realizar cambios estructurales en diversos ámbitos. La excusa perfecta –digamos- para que se lleven a cabo cambios bruscos en determinadas áreas que, de lo contrario, no se hubieran realizado o se hubieran realizado mucho más lenta y dificultosamente.

Uno de estos cambios que la plandemia busca implantar, es la educación virtual a gran escala. Antes del 2020, existían los recursos para realizarla. Pero eran muy pocos quienes los utilizaban, siquiera quienes los conocían; y, si los conocían, por sentido común, descartaban utilizarlos inclinándose por el natural ámbito de la presencialidad.

¿Quién antes del 2020 conocía Zoom? ¿Quién antes del 2020 conocía Loom? ¿Qué maestra inicial, escolar, profesor de secundaria o de facultad, antes del 2020, utilizaba estos programas en detrimento de la presencialidad?

Ahora bien: como escribió el 13 de marzo de 2020, apenas iniciada la plandemia, el publicista Andrés Oppenheimer -fiel servidor de los intereses globalistas- “el coronavirus impulsará la educación a distancia” (en “El Nuevo Herald”). Se felicitaba, entre otras cosas, porque “la decisión de escuelas en todo el mundo de suspender las clases y pedirles a los alumnos que continúen sus cursos por internet debido a la pandemia del coronavirus acelerará la revolución tecnológica hacia la educación en línea. La educación tradicional cambiará para siempre, y eso puede ser algo bueno.”

La decadencia de la humanidad que se evidencia década tras década cada vez más, tiene como una de sus causas la crisis educativa. La subversión en la educación se viene denunciando hace mucho desde sectores tradicionalistas. Los últimos vestigios de la educación tradicional –que el publicista Oppenheimer se felicita por desahuciar- pueden ser derribados si la educación virtual sustituye a la real.

No hay que soslayar que, como ha sido oportunamente denunciado, y como una muestra más de la coyunda entre los intereses globalistas y la educación virtual, en el Uruguay el “Plan Ceibal” fue impulsado por Nicholas Negroponte, quien trabaja en el programa “One Laptop Per Child” (“Una computadora por niño”). Negroponte es masón perteneciente a la logia “Sculls and Bones”, de Yale, y reconoció que el “Plan Ceibal” tuvo un gran éxito en el Uruguay gracias a la colaboración del ex Presidente Taberé Vázquez Rosas, también connotado masón.

Las consecuencias de un año de educación virtual han sido nefastas. Se comprueban innúmeros efectos negativos en los educadores, en los padres y en los alumnos.

Respecto a los educadores, en el sitio theconversation.com, se acredita que “como consecuencia del aumento de la carga de trabajo y la enseñanza desde el hogar, el profesorado ha sufrido estrés acompañado de síntomas de ansiedad, depresión y trastornos del sueño. Además, en estudios realizados antes de la pandemia se comprobó que trabajar desde el hogar utilizando las tecnologías de la información y las comunicaciones puede crear sentimientos de tensión, ansiedad, agotamiento y disminución de la satisfacción en el trabajo”.

Por su parte, una encuesta a más de 61.000 familias, realizada para conocer la experiencia de los padres en torno a la educación virtual, llevada adelante por los ministerios de educación de El Salvador (MINED), Costa Rica (MEP) y el Instituto de Bienestar Familiar en Colombia (ICBF), conjuntamente con Innovations for Poverty Action (IPA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha determinado que un 85% de los padres presentan al menos un síntoma de malestar sicológico,  según consta en la web del propio BID.

Finalmente, respecto a los alumnos, numerosos estudios y encuestas han demostrado que sufren estrés, ansiedad y depresión. Nicolás Reyes y Patricio Trujillo, por ejemplo, investigadores de Ecuador, publicaron en noviembre de 2020 su trabajo: “Ansiedad, estrés e ira: el impacto del COVID-19 en la salud mental de estudiantes universitarios”, cuyo título es por demás sugerente.

Este es el nuevo tipo de educación que pretenden consolidar, de la mano de la plandemia, los globalistas; el cual destruirá, de consuno, a la educación tradicional –ya cascoteada- y permitirá más fácilmente controlar una educación universalunificada según los dictámenes del Nuevo Orden Mundial.

 

Visto en: Revista Verdad

 

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