San Juan Bautista

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viernes, 22 de marzo de 2013

Tte. Cnel. Prudencio Garvás sobre J.M.Bergoglio


¿Cómo se explica- a la sola luz de la razón, se entiende- el insólito nombramiento por el Colegio  Cardenalicio de Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco ?

Porque, como es notorio, fue una decisión que sorprendió al mundo entero, no pronosticada por nadie.

Hasta la reunión del Cónclave, según todos los periodistas apodados “vaticanistas”, había acuerdo entre los cardenales acerca de:

  1º El perfil del nuevo Pontífice: por oposición al renunciante Benedicto XVI, el próximo Papa debía ser joven y fuerte para poder enfrentar los problemas que habían abrumado a Ratzinger.

  2º Que el Papa sería un “conservador”, del tipo del Cardenal Angelo Scola de Milán (favorito de Ratzinger) u Odilo Scherer (con el favor de la Curia romana, Bertone); o, aún, el canadiense Mark Ouellet.

Nadie, absolutamente nadie, mencionó al Cardenal  Bergoglio como un “papabile”, porque no reunía ninguna de las dos condiciones anteriores, salvo a. tornielli como lejana posibilidad. Además, en su contra operaban tres factores:

  1º La edad, 76 años, con un físico débil (le falta un pulmón), y con ninguna experiencia en el tipo de problemas (financieros y sexuales) que se agitaban por la renuncia de Benedicto XVI.

  2º Haberse significado en el anterior Cónclave como el rival del cardenal Ratzinger, hacia quien se derivaron los votos progresistas que en primer término votaron por el cardenal Martini.

  3º  Por motivo de la edad, debió haber cesado tiempo atrás como Arzobispo de Buenos Aires y haber quedado como mero Administrador Apostólico. Ese hecho fue un poco cubierto por Benedicto XVI. Pero podía considerárselo como un jubilado.

  Por esas razones, resultó absolutamente inesperado el nombramiento papal de Bergoglio.

  Y por eso mismo es necesario tratar de hallar una explicación. Que es lo que pasamos a hacer. 

  Hay una base social, que marca un tipo humano.

  Se trata del proceso de asimilación de ciertos descendientes de la emigración. Proceso que está en evolución.

  El “fare l´America” está aún presente en la Argentina.

  Son hijos y nietos de emigrantes- laicos o religiosos- que dedican su vida a sólo dos objetivos: conseguir dinero y obtener poder (político o social). Lo demás, es lo de menos.

  Junto a lo anterior va la acción de cubrir esos objetivos con el disfraz humanitario. Por ejemplo, el ansia de poder se recubre de un deseo de hacer el bien del pueblo, por vía democrática. Es lo que estilan los políticos argentinos.

  Ahora, si se trata de un clérigo, la lucha por el poder se suele teñir de “opción por los pobres”. Se muestran humildes, simpáticos, al tiempo que ganan espacios de poder. Para tales operaciones no suelen exponer referencias teológicas, sino argumentos de orden social, de “promoción humana”, dicen. Lo cierto es que hay muchos hombres de Iglesia que no están muy atentos a la difusión por la Fe, sino- más o menos subrepticiamente-  a la acumulación de poder.

  Si es un Obispo, esa búsqueda terrenal se expresará tratando de extender su dominio a otras jurisdicciones (intentar colocar a sus favoritos en otros obispados, caso Zecca), a la vez que reducir o eliminar los grupos o las personas autónomas (que conociendo las Escrituras, la Tradición y el Magisterio, y  adecuándose a esas fuentes, se animan a pensar por su cuenta).

  ¿Por qué el católico común no advierte esas conductas?

  Porque la enorme falta de doctrina en los cristianos de hoy hace que se muevan en puros planos afectivos o clericales. La ausencia de formación catequística se la cubre con un sentimentalismo subjetivista (típico del Modernismo). En el segundo caso, basta que hable un Obispo para que se tome su palabra como  una Biblia. Clericalismo que en su máxima expresión se traduce en la “papolatría”.

  Unos políticos arribistas como los Kirchner han aunado dinero y poder, sin rubor, porque el electorado no se los reprocha. El “fare l´América” sigue siendo ley no escrita de la sociedad argentina. Por eso, tampoco se percibe nada de extraño en el hecho de  que un Obispo, durante años, se haya aplicado a acumular poder institucional, descuidando ostensiblemente la propagación de la Fe (tan decaída en las últimas décadas en la Argentina y, en particular,  en la diócesis de Buenos Aires).

  Tal vez, por eso mismo, se ha dado el choque entre los representantes del poder temporal y el espiritual. Por la ley de la impenetrabilidad de los cuerpos (si yo quiero sentarme en esa silla, antes tienes que salir tú, que estás sentado en ella). Como decía Carlos V de Francisco I de Francia: “mi primo y yo estamos completamente de acuerdo: los dos queremos el Milanesado”. Sin ese factor de poder- divisorio- es inexplicable que Bergoglio y los Kirchner no se hayan entendido; porque todo indicaba que se iban a llevar complementariamente.

  Bien. Primera conclusión. Politiquería y clericalismo están sobre el tapete en estos hijos del “fare l´América”.

  En el mundo presente, en especial  en el sector occidental, y más particularmente, en el latinoamericano, el registro del predominio norteamericano es incontestable. La “real-politik” indica que si un aspirante al poder en Sud América quiere trepar alto y lo más rápidamente posible, lo mejor que puede hacer es ponerse a buenas con los intereses yanquis.

  Si en la Argentina no hubiéramos presenciado el caso del patilludo Carlos Menem, quien electo Presidente, se entregó atado de pie y manos a las directivas estadounidenses, nos asombraríamos ahora con la acción de otros sujetos que buscan igual sombrilla protectora. Pero ya sabemos de estos caballeros que montan por la izquierda y bajan por la derecha (de paso, recordemos que Menem, tan religioso él, fue uno de los primeros en felicitar a Bergoglio).

  Dando por conocido ese fenómeno, pedimos que se lea con cierta atención el mensaje de felicitación de Barack Obama  a Bergoglio. Entonces alguien nos aclarará si fue redactado por el Presidente de USA o por el Camarlengo Vaticano. Un Presidente que en su país goza de la fama de un pagano irredento, que ha apoyado cuanta medida antinatural y anticristiana se haya ventilado allí, y que,  en dicho mensaje, queda transformado en un devotísimo feligrés católico, lo menos que mueve es a suspicacia.

  No parece demasiado suponer que ahí hay gato encerrado. Felino que podría llamarse “Latino América”. Porque los mandos estadounidenses están preocupados por las convulsiones que se detectan al sur del Río Bravo, y quizás, crean que con un Papa de esta región pueden contar con una buena baza para enfrentar esos problemas. Se nos dirá que esa hipótesis fue esgrimida por un sujeto absolutamente desacreditado como es Luis D´Elía. Así es, pero también, admítasenos que cabe preguntarse qué pajarito le sopló al oído dicha teoría. Por ese lado aparece Fidel Castro, quien no es ningún novato en estas cuestiones de poder mundial, y puede estar bien informado. Un politólogo de izquierda, Claudio Fantini, acaba de escribir al respecto:

  “Algunos esperan que Bergoglio sea para los populismos de Latinoamérica lo que Wojtila fue al comunismo europeo. 
Ciertamente…para los liderazgos personalistas de la región no fue una sorpresa agradable. Esperaban alguien que les resultara indiferente y apareció un hombre al que sienten como un cuestionador o, lisa y llanamente, lo que en su jerga califican de “enemigo” (“Todos los frentes del nuevo Papa”, en: “Noticias”, nº 1890,16 de marzo de 2013, p. 34).

  En la misma revista se insiste: “Juan Pablo II contribuyó a derrumbar el comunismo. Bergoglio nunca ocultó su aversión al populismo” (id., p. 33).

  Lo seguro, lo tangible es que los Estados Unidos han recibido con enorme beneplácito la elección de Bergoglio, subrayando su condición sudamericana. No sólo el Presidente Obama, sino el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, gran elector, considerado “el nuevo hombre fuerte de la Iglesia”, ha expresado: “Estamos muy felices con el resultado. Son emociones muy grandes” (”La Nación”, Bs. As., 16 de marzo de 2013, p. 8).  Esa es la siguiente conclusión, pues.

  Luego, al tema primero de la busca del poder, de fronteras para adentro, hay que adicionar este segundo, el de arrimar bochín junto los poderosos del mundo. Quienes entre otras cosas que pueden hacer, está la de inclinar una votación en un Cónclave.

  O sea, que hasta acá se trata de puro poder.

  Pero el poder, dijimos, hay que camuflarlo. Y si el disfraz es connatural, muy bien. De otro modo: si a la conquista del poder le podemos añadir la ideología progresista de la Modernidad, mucho mejor.

  Hemos hablado de Barack Obama. Ahora el nombre a considerar es Hans Küng.

  Este famoso teólogo suizo, enemistado con Joseph Ratzinger al punto de reclamar su destitución, es el sucesor natural de otro jesuita, Karl Rähner, que fuera la principal cabeza pensante del Progresismo Modernista Conciliar. Simplemente, este Progresismo, contrariando el “Syllabus”, quiere acordar a la Iglesia Católica con el Mundo Moderno, nacido de la Ilustración. Es la tesis expresamente condenada en la Encíclica “Pascendi” de SS San Pío X.

  Pues, Küng, separado de sus cátedras por su progresismo radical y arrogante, ha dicho ahora que:

“La elección de Bergoglio es lo mejor que le ha podido suceder a la Iglesia”.

  Los votos progresistas que enfrentaron en minoría a Ratzinger, al presente se han convertido en mayoría (quizás porque a los prelados genuinamente progresistas- varios de los cuales, se lo tenían bien calladito- se hayan unido otros, tenidos por “conservadores”, pero, que, en definitiva, suelen estar muy atentos a los consejos  y las señales de USA).

  La citada revista no-católica, apunta sobre el particular: “Para lanzar su programa de reformas, Bergoglio cuenta, en todo caso, con el apoyo aportado por Hans Küng. Hasta ahora, el teólogo suizo no había cesado de criticar a los papas y a las estructuras de la Iglesia” (idem, p. 33).

  Y hasta, citando al portavoz de la Conferencia Episcopal de Francia, Bernard Podvin, se animan a pronosticar la convocatoria a un nuevo Concilio Ecuménico, cuyo temario incluiría todos los asuntos que inquietan a los progresistas (episcopalismo, sacramentos para los divorciados, celibato sacerdotal, ministerio femenino, aborto, homosexualidad, etc.).

  Eso: ¿sería lo mejor para la Iglesia?...

  Es claro que la ideología eclesial de Bergoglio es progresista. Los “mass media” (que se sepa, no son muy cristianos que digamos), que de modo unánime han manifestado su alegría con la elección del Cónclave, lo han comparado con el Papa Juan XXIII. Más parece, en principio, emparentado con Paulo VI.

  Él está con la Modernidad; pero con ciertas salvedades. Es progresista, pero “moderado”. Porque le gusta que las cosas se cocinen a fuego lento, y porque no tiene ningún deseo de enfrentar ya a los seguidores de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

  Su condición de progresista deviene también de su carácter de jesuita. ¿No ha llamado la atención que los medios masónicos y liberales del mundo entero, que en otras circunstancias hubieran puesto el grito en el cielo, al presente se limiten a registrar la Orden regular a la que pertenece Bergoglio, sin añadir ningún calificativo despectivo?

  Es que en el medio está la historia posconciliar. Está la reforma de la Compañía de Jesús efectuada por el Padre General Pedro Arrupe, que transformó ciento ochenta grados la Orden creada por San Ignacio de Loyola. Quien quiera informarse acabadamente al respecto, que lea el libro de Malachi Martin, “Los Jesuitas contra la Iglesia”. Diversas intervenciones, dispuesta por Juan Pablo II no pudieron torcer ese signo progresista. Lo cierto es que los jesuitas han liderado la revuelta eclesiástica para acomodar la Iglesia al Mundo.

  Pues, Bergoglio es un jesuita. No típico, no. Ha tenido sus más y sus menos con la conducción impuesta por Arrupe; pero, en definitiva, ni ha sido echado  de la Compañía, ni él se ha sublevado contra esa orientación.

  El periodista Claudio Fantini observa: “Sucede que el trayecto de Bergoglio hasta el trono de Pedro no fue por la vereda del ala reaccionaria de la iglesia… nunca fue un acérrimo enemigo de los curas tercermundistas. Y en las dos contiendas que lo tuvieron como papable, se encolumnaron tras él los sectores más renovadores, mientras que lo enfrentaron los más recalcitrantes” (idem, p.34).

  De ahí que sea un progresista “moderado”, que, en principio, no esté pronto a reimplantar las tesis latinoamericanistas de Medellín y Puebla, sino muy tamizadas. Y que su tercermundismo, también muy moderado, haga relucir el slogan de la “opción por los pobres”, pero sin la consiguiente revolución de las “estructuras” capitalistas. Configuración que dejará muy contentos a los “bien-pensantes”, del tipo de Mariano Grondona. No es muy muy, ni tan tan.

  Es probable que quiera mostrar su ruptura con la tradición papal, adoptando actitudes de hombre llano, cercano a la gente común (como dejando de usar los zapatos rojos que corresponden a su cargo, para continuar con sus viejos zapatos negros). En ese tipo de conducta, Bergoglio ya ha dado muestras de singular astucia demagógica (viajando en subterráneo, en lugar de un taxi, etc.).
 Bergoglio tiene una excelente relación con el judaísmo. Hay mil pruebas al respecto, varias de ellas consignadas en el libro “El Jesuita” (del 2010), del que son autores Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti. Obra de lectura necesaria hoy; pero siempre que esté seguido de las glosas de Antonio Caponnetto, en su libro “La Iglesia traicionada”.

 Hace poco, al promover la entrega del doctorado honoris causa al rabino Abrahan Skorka en la UCA (Universidad Católica Argentina), Bergoglio permaneció impasible cuando el doctorando concluyó anunciando que “todos ahora esperaban la venida del Mesías” (Bergoglio no sólo no interpuso su objeción, sino que aplaudió al orador. Además, ha acrisolado esa amistad con el libro “Jorge Bergoglio y Abraham Skorka: sobre el Cielo y la Tierra”, y compartiendo con Skorka un programa televisivo, durante el 2012).
 Quizás eso explique que la primera felicitación que partió de la Argentina, días atrás, fuera la de la DAIA, y que el primer político que lo saludó fuera Daniel Filmus (quien, a diferencia del resto de sus conmilitones, que estuvieron esperando la reacción de la Presidenta, para luego imitarla, se adelantó por su cuenta y riesgo, a enviar su telegrama).

 Si a esto se le añade la felicitación que le remitió a Bergoglio la Masonería Argentina, posiblemente el cuadro ideológico complete su color.

  Antonio Caponnetto atribuye el sionismo entusiasta de Bergoglio al ansia de hallar aliados en la pugna que mantiene con su enemigo jurado, Horacio Vertbisky. Este sujeto, que desde el CELS ejerce un poder inmenso en la actualidad, en diversas oportunidades ha denunciado a Bergoglio de haber contribuido a la detención de los jesuitas pro-montoneros Orlando Yorio y Francisco Jalics. Como las principales tratativas de Bergoglio al respecto se dieron con el Alte. Emilio Masera, ya muerto, el asunto no parece fácil de aclarar. En todo caso, lo que llama la atención son los testimonios vertidos a favor de Bergoglio. Adolfo Pérez Esquivel, el “Chino” Fernando Navarro, la atea militante Graciela Fernández Meijide, Monseñor Hessayne, Alicia Oliveira, Eugenio Zaffaroni, Miguel La Civita, y tantos más, cuyas simpatías izquierdistas son obvias, han salido de inmediato en defensa del Cardenal argentino.

  De esa suerte, el inefable Verbistky, tan temido, ha quedado casi en solitario con su denuncia (ha recibido un tibio apoyo de Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini). Ni el kirchnerismo más radicalizado, que lo suele consultar, pareciera estar dispuesto a acompañarlo en su aventura (de hecho, el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Mariotto, referente de “la Cámpora”, se ha declarado satisfecho con la elección del Cónclave).

  No obstante, dada su conducta habitual, es probable que la ultra-izquierda prosiga con sus ataques al Papa electo.

  Casi se diría que en estas condiciones, esa agresión le viene bien a Bergoglio, porque contribuye a situarlo en la “centro-izquierda” del espectro político, que es donde él desea estar, para ser considerado “políticamente correcto”.

  Una buena pregunta es: ¿cómo fue posible que Bergoglio consiguiera la mayoría de los votos en el Cónclave?

  Volviendo al comienzo de esta nota, digamos que existían otros candidatos con mayor aprobación.

  El citado Fantini indica: “está claro que la curia romana prefería a Angelo Scola, también favorito de Comunión y Liberación, la organización más poderosa de la Lombardía que, como el Opus Dei, tiende a mirar con recelo a los jesuitas…Pero el “partido de la curia” también tuvo sus favoritos entre los papables extra europeos. El brasileño Odilio Scherer tenía más apoyo en la burocracia de Roma que entre los sacerdotes y obispos de su país. También el canadiense Mark Ouellet era aceptable para los enemigos de las reformas. La opción más radical del reformismo era el norteamericano Sean O´Maelly, mientras que la más moderada fue Bergoglio, quien finalmente se convirtió en Papa” (idem, p.35). A pesar del consabido hermetismo que rodea el Cónclave, la periodista María Antonieta Calabro, del “Corriere della sera”, ha podido penetrar en ese enigma del cambio del escrutinio. En tal sentido ha escrito que: “Pero ¿con qué acuerdos, alianzas y paquetes de votos de los “grandes electores” se logró la elección del cardenal Bergoglio? Por decirlo de una manera un poco sintética y brutal, el nuevo papa es fruto de un acuerdo entre el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, aunque no sea elector; el cardenal Giovanni Battista Re;  la curia del actual secretario de Estado, Tarcisio Bertone (que había apuntado a Odilio Scherer, pero que después de las críticas de Scherer al cardenal Re en la congregación general debió “retirar” su candidato) y los cardenales norteamericanos… Los italianos sólo se unieron para excluir al arzobispo de Milán, Angelo Scola…, el gran favorito de un grupo de cardenales reformistas, que buscaban limpieza y transparencia después de un período de escándalos” (“En el cónclave, un acuerdo que ayudó a superar los 90 votos”, en: “La Nación”, cit., p. 8).

  Por peleas internas, y por  el temor a investigaciones en la Curia, se dejaron de lado los candidatos “normales” se diría. Así los hombres fuertes de la Curia, unidos a los cardenales norteamericanos consiguieron volcar la votación, y producir este resultado asombroso.

  Algo queda en claro.

  Por supuesto que no todos salen ganando con la elección de Bergoglio.

  Los católicos ortodoxos, los cristianos tradicionalistas, nada pueden esperar del Pontificado de Bergoglio. No hablamos de los “sede-vacantistas” o los “lefevristas”, que ya arrastraban sus problemas con la Santa Sede. No. Acá mentamos la extensa gama de movimientos laicales y religiosos, nacidos en  estas últimas décadas, y que, a pesar de la falta de apoyo episcopal, han tenido un desarrollo extraordinario. No los vamos a individualizar para no aumentar su congoja y el peligro que pueden correr. Pero cualquiera que haya estado atento a las regulaciones en esta materia, de la Comisión Episcopal del país, en tiempos de la conducción de Bergoglio, habrá enseguida advertido que el Cardenal y sus adláteres han hecho cuanto han podido para hacer desaparecer esos movimientos. No sólo por detestarlos ideológicamente por no ser progresistas, sino, principalmente, por celos. En efecto: mientras los movimientos tradicionales colectan abundantes miembros y seminaristas, los Seminarios episcopales- salvo unos tres o cuatro, que, precisamente, no son progresistas- están vacíos. Y esos Obispos no han querido sacar la conclusión obvia que cualquiera en su lugar sacaría: esto es, que si ellos también adoptaran las mismas normas formativas filosóficas y teológicas clásicas que los aludidos movimientos, tendrían, como ellos, sus vocaciones. Pero eso, jamás. Creen que basta con cerrar el paso de los jóvenes a esos movimientos, para que  no les quede otro camino que ir a sus desiertos seminarios. Tampoco advierten otra nota evidente: que para hacer antropología o sociología en los barrios marginales, o reclamar por los derechos humanos en los ámbitos políticos- especialidades progresistas-, no hay necesidad de ser célibes, es decir, sacerdotes. Bueno, sin posar de agoreros, creemos que asistiremos al agravamiento de la Crisis de la Iglesia Católica, que desató el Concilio Vaticano Segundo. Para quienes creían que ya había pasado lo peor, le dejamos ese aviso.
  Por supuesto, más allá de estos análisis está la obra del Espíritu Santo, que puede escribir derecho sobre renglones torcidos. En este sentido nos viene a la memoria el caso histórico del Pontificado de Pío IX. Mastai Ferreti subió al trono papal entre las aclamaciones de los masones quienes lo consideraban uno de los suyos. Y luego, por obra sin duda alguna del Espíritu Santo, cambió de dirección, dictó el “Syllabus” y la “Quanta Cura” contra el Modernismo, y así, hoy, está en los altares. En todo caso sobre esa acción del Espíritu Santo, por naturaleza desconocida por nosotros, resulta interesante  la siguiente aclaración del cardenal Joseph Ratzinger, efectuada años atrás. Le preguntaron sobre el dato de si era el Espíritu Santo quien elegía al Papa. Respondió: “No diría que es así, en el sentido de que es el Espíritu Santo quien elige… su rol debería ser entendido en un sentido más laxo… probablemente como única garantía de que la cosa no se arruine por completo” (”La Nación”, cit., p. 8). O sea: una reiteración de la promesa de que las puertas del Infierno no prevalecerán.

  Mientras tanto, y para que no impugnen con facilidad este somero examen, asentamos expresamente nuestro acatamiento a la Sede Apostólica, y rezamos para que Dios ilumine la gestión de Francisco.


Tte.Cnel.Prudencia  Garvás



Nacionalismo Católico San Juan Bautista

                                                                                                        

1 comentario:

  1. Sr Tte Cnel Garvas :me parece bastante acertado su articulo, aunque no estaria tan seguro como ud.respecto a como fue el escrutinio.
    Reafirmando mi acatamiento a Roma y mi FE en el Espiritu Santo, yo tengo la idea fija de que el Cardenal Bergoglio salio Papa desde Buenos Aires.
    El no va a hacer ninguna limpieza profunda en el Vaticano en lo moral y creeria que nada le interesa el manejo de la banca ,que tantos dolores de cabeza le ha provocado a la Santa Iglesia.Coincido con ud en lo que respecta a edad y salud, pero nos queda un vacio de respuesta inmensa (a Ud y a mi tambien),en lo que tiene que ver con la renuncia de SS Benedicto XVI.Por lo que deduzco ,(pudiendo errar fiero ),que los mismos que empujaron al anterior Papa a la renuncia ,promovieron el ascenso de este.PARA QUE ??? para que nada cambie y para que ,con la bandera de los pobres y un sentimentalismo ramplon bien latino,la iglesia se convierta en una sociedad de fomento con un tufillo de religiosidad y nada mas.
    Esta conclusion mia es,tratando de pensar lo mejor posible. Otra idea ,bastante mas grave,se encuentra leyendo EL APOKALYPSIS DE SAN JUAN del RP Leonardo Castellani ,
    Aclaro una vez mas que espero que DIOS NUESTRO SEÑOR ilumine a Francisco I, y a nosotros tambien ,porque a nuestro humano intelecto se le hace muy dificil entender que solo DIOS puede escribir derecho, sobre renglones torcidos.
    VIVA CRISTO REY ¡¡¡
    VIVA MARIA REINA ¡¡¡
    criollo y andaluz

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