San Juan Bautista

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sábado, 6 de enero de 2018

Jauja Revisited - Antonio Caponnetto


 Jauja Revisited
(Retorno a Jauja)

«He estado antes aquí»

Evelyn Waugh, Brideshead Revisited


Partir solo no pude ni debía tampoco,
andanza era de muchos, quizá una expedición,
travesía que empieza siendo fiel en lo poco
aunque inserto en la cepa de una generación.
Se hablaba de una ruta ya prevista y de un foco
avistado por Thorne y hasta por Blas de Lezo,
por un nauta con fama de clérigo y de loco
que perdió su tonsura tras aquel embeleso.

Se habían consultado cartógrafos seguros:
Aristarco, Piteas, Juan de Yepes, Teresa,
domadores de alisios, de tornados conjuros
que desploman bajeles o al alma tienen presa.
Si había maretazos, también muelles y muros;
si náufragos o débiles, curtidos almirantes,
para aventar el riesgo de flojos y perjuros,
teníamos velámenes con leones rampantes.

La barca era de antigua madera insumergible,
tomada de astilleros de Caná, en Galilea,
en una atarazana del Atuel apacible
le forjaron dos remos y una blanca batea.
Para ser tripulante hay que amar lo imposible,
hay que rezar maitines con un alma ermitaña,
deshacerse de todo lo cifrable y tangible
y quemar los galeones como Hernán, el de España.


Extraviarse era un riesgo, descaminarse un trance,
sirvan los testimonios de Elcano o de Simbad,
pero mejor nos sirva el fiero y duro lance
de los Morgawr y Nessie contra el Puerto Verdad.
 El Capitán pedía al timonel que avance,
existía la isla y era el fin del trayecto,
  exigía la gracia de un lirio o de un romance,
de un corazón alzado y un pensamiento recto.

Ya lanzados al mar, entre marchas castrenses,
nos atascó un bajío, nos ancló a un promontorio,
y vimos que era cierta la carta a Filipenses:
acechan circuncisos, mutilan el pretorio,
han hecho de la Iglesia mascaradas circenses.
Pidieron bajar cientos en el próximo estuario,
unos fueron traidores, otros santos trapenses,
¡cuesta mirar la Esposa sin la luz del Sagrario!

Segundo encallamiento sumó la peripecia,
a la ínsula ansiada, archipiélago ilustre.
Un farallón artero como puñal que arrecia
nos hizo ver la patria convertida en palustre,
en cenagal hediondo que la Cruz menosprecia.
Desertaron los viles, sin sables ni mandobles
los ubicuos rastreros de la sonrisa necia,
batallaron los guapos, resistieron los nobles.
  

La rosa de los vientos marcó su tercer risco
cuando menguaba el brío cual la carne en ayuno,
era un piélago ignoto, un viento levantisco,
crepitó el maderamen en manos de Neptuno,
entonces nos fue dado contemplar un pedrisco.
El vendaval de piedras molía los hogares,
socavaba la casa, tumbaba el tamarisco,
una hermandad quedaba, cara a Dios los altares.

Llegó la cuarta prueba, no tenía contornos,
mezclaba los peligros, la zozobra, el alerta,
se borraban las huellas de posibles retornos,
con la ropa a jirones subimos a cubierta:
las cicatrices eran los únicos adornos.
Manifiestan las Fieras el poder de su engaño,
en sinuosas señales de herejía y trastorno,
era la Edad escrita y el pequeño rebaño.

Por milagro o designio de divinas razones
el barquero da un giro y endereza la proa,
conservaba su atlas, su astrolabio y los dones
de orientarse en la niebla desde el Plata a Samoa.
¡Aquí está!, nos decía, la Jauja y sus bastiones,
la isleta sin las sombras de la antigua caverna,
el solar del Monarca con sus claros varones,
la celeste y terrena Jauja de Vida Eterna!
  

Supimos que era ella y no un raro espejismo
pues el sufrir aumenta la lumbre inteligible,
pero era distintivo su aroma de heroísmo,
poblada de vencidos de gloria inmarcesible.
Estaban los que el siglo condenó al ostracismo,
y hacia arriba, sereno,en silente colina,
salvado de la noche del fatal cataclismo,
estaba el danés Sören con su amada Regina.

Oración

Gracias te doy Dios mío porque siendo un grumete
me has dejado ser parte de esta fiel romería,
y aunque fui confinado del velero al casquete
era justo ese puesto, que otro no merecía.
Saludé desde lejos agitando el birrete,
retorné suplicando con temor y temblor:
cuando sea la hora del terminal Banquete,
quiero llegar Señor.
  

Antonio Caponnetto
Epifanía 2018

Nacionalismo Católico San Juan Bautista


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