San Juan Bautista

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jueves, 2 de abril de 2020

¡QUEREMOS IR A MISA! - Antonio Caponnetto



Hasta desde ROMA nos dan la razón

En la carta que Francisco le enviara a Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, al frente de la diócesis de Río Gallegos, con motivo del V Centenario de la Primera Misa en la Argentina, le dice expresamente: “El santo pueblo fiel de Dios, sabe siempre rebuscárselas para estar cerca del Señor; que, inclusive en medio de las restricciones e impedimentos, busca la manera de escabullirse para <tocar su manto>, ofrecer su vida, poner en el altar sus historias para que Jesús las unja con la gracia de su bendición”.

¿Qué estamos esperando para “rebuscárnosla” e ir a los templos a pedir la restitución de la Santa Misa? ¿Qué estamos esperando para superar “las restricciones e impedimentos” de la tiranía que nos gobierna, y estar dispuestos incluso, cada uno de nosotros, a “ofrecer su vida”?

¿Es que acaso esos mismos templos, cerrados para el Sacrificio Vivo y Santo (Rom. 12,1), se pueden abrir para aplicar la vacuna contra la gripe? ¿Hay que obedecer a PAMI antes que a Dios? ¿Le tenemos más miedo a la muerte que a incumplir  los deberes para con Nuestro Señor? ¿Los obispos pueden abolir un precepto de la Iglesia, por supuestas razones sanitarias, pero no pueden abolir la cobardía, la mirada rastrera, la conducta servil?

Imitemos el ejemplo de la hemorroisa, que nos trae el Evangelio (Mc.5, 21-43). Ella, se fue abriendo paso entre la multitud, que era un verdadero escollo para su tránsito hacia Jesús y para su proximidad con Él. Sin embargo, la Fe invicta le daba la certeza de que sólo tocando su manto sanaría. La salud que buscaba no era sólo la de su cuerpo sangrante sino la de su alma sedienta de sobrenaturalidad y de gracia.

No nos servirá de nada huír del Covid 19, manteniéndonos dócilmente encerradados en casa, como rehenes de un poder despótico, al que no le importa nuestra sanación sino nuestro doblegamiento. No nos servirá de nada darle supremacía a la añadidura; entre la cual, incluso, está este pellejo mortal y pasajero.

Más beneficioso para el alma y para el cuerpo será salir a la búsqueda del Señor que llega y que nos llama. Y sortear todos los obstáculos que nos imponen, para rozar tan solo los flecos de su túnica...

Salgamos a buscar la indumentaria,
El ropaje sagrado, arremetiendo;
las prendas que nos vayan revistiendo
de firme Tradición hereditaria.

Rescatemos la nítida, la exacta
vestimenta que Cristo nos legara,
y sepa el que a cambiarla se animana:
la túnica inconsútil sigue intacta.

                                                                                                                  
Antonio Caponnetto



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