San Juan Bautista

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lunes, 22 de enero de 2024

El progresismo alucinado de Milei - Antonio Caponnetto

 

Amén de los mileístas, observo atónito que algunas personas de bien están entusiasmadas y esperanzadas con el discursete del libertario en el Foro de Davos. Lo juzgan un alegato antiprogresista, y por supuesto fundan su opinión en el párrafo aquel en el que se pronunció contra el feminismo radical, el aborto sangriento y el control demográfico que enarbolan los organismos internacionales bajo el pretexto de evitar el daño del planeta.

        Los escolásticos enseñan que la omisión de una verdad necesaria puede ser más grave que la emisión de una mentira.

Aquí, la verdad necesaria que ocultó Milei, es que esos males que él dice denunciar hogaño, son las líneas programáticas, entretejidas desde lejos, por varias usinas financieras, comandadas por los nuevos héroes de la usura, cuya veneración propone. Los organismos internacionales, ahora interpelados, son los mismos que conforman los paladines del PBI per cápita, el nuevo grial que restituye a todos el bienestar, la libertad y la paz. La Ford Foundation financió las tropelías de Verbitsky, y detrás de Planned Parenthood está el oro de la Fundación Gates o de Mackenzie Scott, cruzados del modelo de la libertad del inmarcesible mercado.

Esos males que Milei habría osado enrostrar a los “Davistas” están prescriptos, verbigracia, en el Informe Kissinger. Y Kissinger -¡vaya obviedad!- es la quintaesencia de ese capitalismo ilimitado y omnisciente, de ese mercado infalible, de ese progreso material al que bajo tal infalibilidad nos conduce. La quintaesencia, en suma, del judaísmo que ha abrazado con unción de circunciso. Por lo tanto, y como gustaba repetir Castellani, es una incongruencia levantarle cadalsos a las consecuencias y estatuas a las causas.

La segunda omisión que le es imputable a Milei es que, si de verdad considerara amenazas a los tres factores que enunció, comenzaría por derogar la homicida ley del aborto, hoy vigente, aplicando puniciones severas a los criminales. No sólo no lo hace, sino que lo declara no prioritario y un mero proyecto difusamente diferido para alguna circunstancia en la que el demos manifestara su interés por reabrir la causa. Así fue dicho en campaña y después de ella. Incluso y principalmente por Villarruel.

 Si verdaderamente tuviera al feminismo radical por enemigo, no se hubiera limitado a descartar el Ministerio de la Mujer (en única señal de que el Estado no debe intervenir en esas cuestiones y sobre todo no debe gastar plata en tales cosas) sino que combatiría con énfasis los horrores inculcados y ejecutados por dicho feminismo, llevando ante la justicia y castigando condignamente a sus visibles representantes, que se han cansado de perpetrar en flagrancia todo tipo de delitos y de desmanes . Cuando se es poder, no bastan las buenas intenciones o enunciaciones. Son posibles, perentorias y urgentes las buenas acciones. Las estamos esperando.

Y si realmente tuviera como amenaza al control demográfico, fomentaría políticas natalistas, barrería la ESI de la faz de la tierra, y alentaría y protegería la consumación de familias numerosas. Pero así como Anzoátegui zahirió a Alberdi escribiendo sobre él: “dijo gobernar es poblar y se murió soltero”; Milei dice estar en contra del control demográfico, pero se niega a la descendencia humana, llama hijos a sus perros, y vive en escandaloso y estéril apareamiento transitorio con una mujer pública. Su progresismo también abarca esta espantosa faceta; la de pasar evolutivamente de lo humano a lo transhumano, de una especie a otra, sin más límites que los que ofrece el laboratorio experimental. Para lo cual –y es un hecho- nombró como máxima autoridad del Conicet a Daniel Salamone, gurú del progresismo genético.

También enseña la Escolástica: “Bonum ex integra causa, malum ex quocumque defecto”. Una acción es buena cuando es buena en todos los aspectos; está mal cuando está mal en algún aspecto”. La acción que ha llevado a cabo Milei en Davos no es buena en todos sus aspectos. Por el contrario, en los aspectos potencialmente buenos, se vuelve mala por la incoherencia, el cinismo, el ocultamiento y la hipocresía que estamos señalando. Por la omisión de verdades necesarias, decíamos; y el recto obrar que debería seguirse si no se omitieran.

Lo curioso es que se presente al discurso de Milei como anti progresista, cuando es un Manifiesto Progresista explícito. En efecto, para él, la humanidad vivió estancada desde la Encarnación del Verbo hasta el siglo XVIII. Pero como el progreso es ineluctable, inevitable e irrefragable, entonces, para sacar del atraso a la humanidad toda y llevarla al progreso indefinido, apareció el Capitalismo. Gracias a su natividad y epifanía (nótese el mesianismo inmanente y secular en que se incurre al hablar del fenómeno) “hoy el mundo se encuentra en su mejor momento. No hubo nunca en toda la historia de la humanidad, un momento de mayor prosperidad que el que vivimos hoy. El mundo de hoy es más libre, más rico, más pacífico y más próspero que en cualquier otro momento de nuestra historia”(sic). Es un retrato tragicómico de aquello que Thomas Molnar llamó “el utopismo, la herejía perenne”. Y es la misma mueca o rictus infernal, en el orden laical, del que tiene el progresismo en materia religiosa, cada vez que sostiene que hasta antes del Concilio Vaticano II la Iglesia vivía en el oscurantismo, y el Concilio fue su 1789. Esto fue dicho por altos dignatarios eclesiásticos. El paralelismo no puede ser más evidente. El libertario es un progresista nato.

Aplicado a la historia nacional, el progresismo mileísta retoma el mito basal del iluminismo historiográfico; a saber, el de la salida de la barbarie para alcanzar la luz de la civilización. Ésta se habría consumado tras la victoria masónica de Pavón, “y en 35 años nos convertimos en la primera potencia mundial”. Tal vez alguien pudiera recordarle a Milei las crueles peripecias de toda índole que describe José Hernández en el Martín Fierro, y que tenían lugar, precisamente después de 1860, hito taumatúrgico según el libertario, que le habría puesto fin a nuestra oscuridad e infortunio. Pero si el Martín Fierro fuera mucho pedirle, por no pertenecer a la Escuela Austríaca, acaso alguien podría desasnarlo haciéndole notar que hasta sus ídolos Sarmiento y Mitre se quejaron de los males (económicos y morales) que causarían las inmigraciones judías al país. Sí; créase o no, Sarmiento y Mitre llenos de prevenciones justificadas contra los que llegaban a estos lares a abusar de sus habilidades como banqueros, bolsistas o mercaderes. Y hasta el mismísimo Alberdi acabó arrepentido, denostando la libertad liberal a la que él mismo había contribuido a cimentar.

La Argentina 35 años después de Caseros no era la primera potencia mundial. Era una colonia desarraigada, mezcla de Fenicia y de Cartago, laicizada, pauperizada para muchos y fuente de negocios espurios para un sector de sátrapas. La sangre del pobre es una metáfora justísima del católico reaccionario León Bloy, no del subversivo Marx. Metáfora que se aplica, precisamente, a vituperar la injusticia hecha sistema, cuando mandan los heroicos empresarios, los benefactores que no se dejan amedrentar si alguien los acusa de codiciosos o de avaros. Milei resucita a Creso. Nosotros recitamos los gloriosos versos de Ezra Pound contra la usura. No nos asusta el capital si detrás hay hombres con la virtud de la magnificencia para usarlo en pro del bien común. Nos asusta y horroriza si detrás de él están los que, en la disyuntiva evangélica, han elegido servir a Mamón.

Occidente está en peligro, dice el ilusionista de Davos. Pero como bien señalara Gómez Tello, es una confusión horrible creer que Occidente es el mercado y no la Cristiandad. Y creer, en consecuencia, que nuestra ayuda está en el nombre del PBI per cápita, que hizo el cielo y la tierra. Occidente está en peligro, por cierto; y también lo es que su explicación puede buscarse en “una visión del mundo que, inexorablemente, conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza”. Mas la pobreza es el epifenómeno doloroso, no el motivo principal por el que el socialismo es malo y pone en jaque a Occidente. Es el odio a Cristo, a la Fe y a la Iglesia, al Orden Natural y al Sobrenatural, lo que vuelve peligroso para Occidente al socialismo. Reducir la peligrosidad del mismo a una cuestión económica, es materialismo histórico duro y puro. Pero Milei es tributario de la ética calvinista, engendradora del capitalismo, según la conocida tesis de Max Weber. Por eso se cumple en él aquello tantas veces repetido de Donoso Cortés: “detrás de toda cuestión política hay una cuestión religiosa”. La cuestión religiosa que explica tantas y tan graves conculcaciones de la verdad, se llama judaísmo, del cual, Milei, de manera obscenamente visible, se ha vuelto su prosélito, su peón, su fámula y su golem.

Hombre grande Milei. Debería saber que todas las revoluciones socialistas y marxistas fueron respaldadas por el capitalismo salvaje. Incluso en la Argentina, los nombres de Graiver y de Filkenstein ilustran por sí solos la entente entre el terrorismo guerrillero bolche y los próceres del mercado que no falla jamás.

A ver si nos entendemos. No es liberalismo o socialismo; no es el modelo de la libertad o el colectivismo. No es Benegas Lynch o Bergoglio. No es el minarquismo o el Leviatán. No es la plutocracia desatada o la casta. Son falsas opciones que, como naipes marcados en un juego de tahúres, sólo pueden barajar los falsarios para confundir a los incautos y crearles espejismos a los débiles cuando no cómplices por idiotas útiles. Es la Realeza Social de Jesucristo o el Imperialismo Internacional del Dinero, como lo explicara Pío XI. Esto,claro, dicho antes de que la Iglesia la manejaran los claros varones de fe intrépida y ciencia preclara, y no los bendecidores de la fornicación.

Parafraseando al sujeto de la melena, de los clones caninos y del carajearismo procaz, no nos dejemos amedrentar, ni ilusionar ni engañar. No permitamos que los funcionales al progresista Milei, nos digan que si no lo apoyamos somos funcionales al progresismo. La Sinagoga no es la solución. Ni la historia que ella escribió, sub specie lucro. Ni los innúmeros Cresos, deificados y mitificados. La solución está en saber elegir al Señor que nos invita a saber elegir, entre Él y las riquezas. ¡Viva Cristo Rey!


Antonio Caponnetto






11 comentarios:

  1. ESPECTACULAR. VIVA CRISTO REY

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  2. Tempo Escriche23/1/24, 9:56 a.m.

    Si a uno lo apadrina Eduardo Elsztain... Habrá que enojarse con el engendro democrático una vez más.

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  3. Gracias Antonio, esperaba con ansias este articulo, que pone fundamento a lo que muchos pensamos. En alguna de sus conferencias aprendí aquello que la media verdad es la peor de las mentiras y en este tiempo vino permanentemente a mi memoria. Hoy más que nunca hay que proclamar al verdadero Rey, que vence y que impera. ¡Viva Cristo Rey!

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  4. Esteban Lombardi24/1/24, 9:40 a.m.

    Excelente

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  5. Excelente!!! Gracias a Dios por la luz. Pregunta: donde dice "No permitamos que los funcionales al progresista Milei, nos digan que si no lo apoyamos somos funcionales al progresismo" ...no debe decir "funcionales al socialismo "?? O tal vez entiendo mal?

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  6. Todo eso que Caponnetto le dice a Milei que haga, que lo hagan los católicos, que hagan algo.

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  7. Es obvio y no hay que ser muy erudito para, comprobar que el actual codesgobierno LLA JXC , individualmente y en su conjunto, son proaborto ( Tal vez un poco siguiendo sus destino) , pro ideoligia de genero, pro ddhh, pro PSJCR y pro continuar frizando
    con los juicio a los militares , no amortiguar sus condenas, y menos aun, revisar la nulidad de dichos juicios. Fin




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  8. Ciertamente lo que dice es verdad. La pregunta es la siguiente ¿Que sector de la sociedad lo puede hacer? Evidentemente son los católicos. Ese es el sector de la sociedad que debe restaurar la verdadera función de la política como medio para alcanzar el bien común ¿Donde estan los católicos? Ellos no se meten en la política. Me ha tocado vivir en carne propia de participar en política formando un partido con gente católica y teniendo bases de las Doctrina Social de la Iglesia y terminamos siendo unos cuatro gatos locos y encima criticados por los mismos católicos y también por de la jerarquía de la Iglesia.
    El argumento de esta gente es que la democracia no es el modelo ¿Cuál sería entonces? ... ¡Católicos despertad¡ El espacio que no ocupaste para encaminar la sociedad te lo ocuparon estos personajes que se hacen llamar políticos. Católicos, además de formarse deben participar en la vida pública, no solamente formarse y guardarse en la sacristía. Podría seguir y dar muchos ejemplos... pero mejor llego hasta aquí nomás, no quiero enojarme. Dios los bendiga y la Santísima Virgen María los proteja bajo su manto

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    1. El error suyo es de base, considerar que la única posibilidad de hacer política es en el sistema partidocrático.
      Ante la pregunta de cual sería el modelo si no es el democrático, le replanteo la cuestión preguntándole ¿No existía política antes de la democracia? En la respuesta tiene la solución para que no se enoje.
      Los medios ilícitos no son justificables para el católico.

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    2. El pasado ya pasó, no nos pertenece; el futuro no sabemos como será; lo único que tenemos es el presente y en este momento los partidos políticos son la única opción, aunque no coincida con su ideología.
      https://es-us.noticias.yahoo.com/miles-ciudadanos-exigen-elecciones-libres-062749315.html
      https://es-us.noticias.yahoo.com/marcha-por-la-democracia-que-pidio-elecciones-libres-en-mexico-y-grito-contra-amlo-212601313.html

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    3. Si hay católicos que quisieron participar en politica. Cuando Duhalde mediante una maniobra politica dolosa puso a Nefastor en el gobierno. Un señor católico, Cosme Beccar Varela se había presentado en esas elecciones como candidato a presidente, pero los prejuicios de unos y el desconocimiento de casi todos nos impidió votarlo y tener la oportunidad de un presidente providencial.

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