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viernes, 30 de mayo de 2025

Profanación interreligiosa en la Basílica Santa María de Guadalupe - Alejandro Sosa Laprida

 

Profanación interreligiosa en la Basílica Santa María de Guadalupe

Alejandro Sosa Laprida - 29/05/2025


Descargar el PDF de 18 páginas:

https://drive.google.com/file/d/104w2v6vPdFBLmMOpU1TedINIGT7f_s4S/view

Antes de hacer una valoración teológica del escandaloso evento, brindo un resumen[1] del mismo, oficialmente organizado por la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, en la ciudad de México[2]:

El 21 de mayo la Basílica de Guadalupe fue escenario de un encuentro interreligioso que reunió a representantes de diversas tradiciones: judíos, musulmanes, evangélicos, anglicanos, católicos y devotos de Krishna se congregaron para celebrar el Jubileo Interreligioso. El evento comenzó con la bienvenida de Mons. Efraín Hernández Díaz, Rector de la Basílica de Guadalupe, quien exhortó a los asistentes a abrir el corazón al diálogo y a las distintas expresiones de fe. Subrayó que el propósito del jubileo es reafirmar que las religiones tienen “el don y la tarea de llevar esperanza”. El recinto se transformó en un escenario de diversidad espiritual, reuniendo expresiones artísticas y religiosas de múltiples credos. La orden sufí Nur Ashki Jerrahi ofreció la ceremonia Semá, danza mística turca que simboliza la unión del alma con lo divino, a través de la ceremonia de los derviches giradores. Luego participó el Coro de Infantes de la Basílica de Guadalupe. Más tarde, fue el turno de unos cantantes de la Iglesia Anglicana. Posteriormente, el rabino Marcelo Rittner destacó la importancia de reconocerse como hermanos desde las distintas confesiones, afirmando que los creyentes deben “vivir buscando a través de su propia fe, el camino para acercarse y recibir la luz y recibir la bendición”. Su intervención fue acompañada por cantos en hebreo del coro Bet El, que fue seguido por el coro de la Iglesia Evangélica Evangeliza Misión, mientras que la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna cerró el bloque musical con un mensaje centrado en la entrega a Dios y el servicio a los demás, compartiendo sus danzas y cantos devocionales. Concluyó el festival Mons. Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, señalando que “solamente unidos es cómo podemos conseguir la paz en nuestro corazón, la paz en las familias, la paz en nuestro país”.

Ante semejante descripción, cuesta salir del azoramiento inicial y decidir por dónde empezar el análisis de lo que, a todas luces, además de revestir una connotación herética, sacrílega y blasfematoria, se presenta, quizás incluso con mayor fuerza, como una escena completamente surrealista, digna de una obra de humor negro o de una pieza del teatro del absurdo. En efecto, no hay que perder de vista el contexto en que acontece la escena: se trata de la basílica consagrada a la Patrona de México y Emperatriz de América, Nuestra Señora de Guadalupe -uno de los principales santuarios marianos del orbe-, en presencia de un obispo auxiliar de la Arquidiócesis y de varios canónigos del capítulo, con la finalidad de celebrar el Año Santo 2025. Y este acontecimiento oficialmente organizado por la jerarquía eclesiástica mexicana transcurre en presencia de “derviches giradores” sufíes y de devotos hinduistas que entonan sus mantras a Krishna en compañía de un público embelesado por la “mística” y la “espiritualidad” venidas del oriente, y que repite dócilmente las “frases sagradas” en sánscrito, a instancias de un “gurú” revestido de una túnica blanca. Ver para creer…[3]

León XIV: “Francisco nos acompaña desde el Cielo”

Alejandro Sosa Laprida - 22/05/2025

 
Descargar el PDF de 8 páginas:

https://drive.google.com/file/d/103yYUQOOIZg20YDX9_fpgOyf18rD_IZN/view

León XIV ha dicho que Bergoglio ha sido recibido en la “Casa del Padre” y que vela por nosotros “desde el Cielo”. Lo ha hecho en tres ocasiones: en el Regina Coeli del 18 de mayo, en su cuenta Pontifex en X el 21 de mayo y en un discurso al Colegio Cardenalicio el 8 de mayo, dos días después de su elección. Cito sus palabras:

“Durante la Misa sentí fuertemente la presencia espiritual del Papa Francisco, que desde el Cielo nos acompaña.”[4]

“Hoy recordamos de manera especial y con mucha gratitud a nuestro amado Papa Francisco que, hace justamente un mes, regresó a la casa del Padre. Él nos acompaña y reza por la Iglesia desde el Cielo.”[5]

“(…) como el Papa Francisco mismo, con su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida, de abandono en Dios durante el tiempo de la misión y de serena confianza en el momento del retorno a la Casa del Padre.”[6]

 “La contribución más trascendente de Francisco”

Respuesta al episcopado argentino acerca del pontificado bergogliano

Alejandro Sosa Laprida - 07/05/2025

 
Descargar el archivo PDF de 207 páginas:

https://drive.google.com/file/d/1o3c6H6CCqTJ50EjuIeItOtRU7izfX03J/view

La Comisión Ejecutiva[7] de la Conferencia Episcopal Argentina envió un mensaje[8] a los 101 obispos argentinos con motivo de la 126° Asamblea Plenaria[9] que tiene lugar desde el lunes 5 al viernes 9 de mayo en la Casa de Retiros de la localidad bonaerense de Pilar. En esa misiva, firmada por el Secretario General, Mons. Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro, se dice a los mitrados que “es necesario poder reconstruir, en el intercambio pastoral, lo que la figura de Francisco ha significado para nosotros personalmente y para la Iglesia que peregrina en Argentina”. Luego, el autor del documento se pregunta “si no deberíamos tener una palabra de esperanza y aliento al Santo Pueblo fiel de Dios en estos momentos de duelo y de incertidumbre para perseverar en fidelidad al legado de Francisco”. Finalmente, en el correo se dice a los obispos argentinos que, “junto a la homilía con la que el Cardenal Rossi rescató su figura[10], nos animamos a proponerles un par de preguntas que tal vez les puedan servir de ayuda para preparar el intercambio pastoral.”

 

LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA

 

Crónica de los doce años de devastación bergogliana 


Alejandro Sosa Laprida - 13/03/2025

 

  Bergoglio junto a la estatua de Lutero en una audiencia en el Vaticano el 13 de octubre de 2016

 

El objetivo de esta publicación es doble: dejar un testimonio para la posteridad sobre la gravísima situación en que se encuentra la Iglesia por la infiltración modernista en su seno -alcanzando a las máximas autoridades romanas-, y contribuir a generar, en la medida de mis muy limitadas posibilidades, una urgente toma de conciencia por parte de una feligresía mayoritariamente desorientada, engañada por malos pastores y, en gran medida, descarriada del recto camino de la fe y la moral católicas por falsos profetas y por lobos voraces disfrazados con piel de cordero.

DESCARGAR EL LIBRO DE 270 PÁGINAS

https://drive.google.com/file/d/1sHyH22J2PgDDCHZ9jonDsLE_KqDCRSld/view

ÍNDICE

 

1. Presentación - p. 3

2. Un debate sobre la crisis conciliar - p. 7

3. Bergoglio y la pena de muerte - p. 35

4. Crisis de la Iglesia y punto de no retorno - p. 39

5. Ayudemos al Santo Padre - p. 41

6. La serpiente del Vaticano - p. 58

7. Bergoglio y el judaísmo - p. 75

8. Bergoglio promueve las falsas religiones - p. 81

9. El Vaticano bendice la sodomía - p. 96

10. Bergoglio a transexual: “querida hermana” - p. 98

11. Los homosexuales “viven el don del amor” - p. 99

12. Francisco, “rabino de referencia” - p. 100

13. El Soberano Blasfemador del Vaticano - p. 114

14. La fraternidad es ancla de salvación para la humanidad - p. 123

15. Francisco y la ideología homosexualista - p. 129

16. Francisco promueve la agenda LGBT - p. 138

17. Francisco el pornógrafo - p. 141

18. La apostasía vaticana continúa - p. 150

19. Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia? - p. 154

20. Ecumenismo y apostasía - p. 181

21. Ceguera espiritual y negación de la realidad - p. 186

22. La religión bergogliana es modernismo puro - p. 231

23. Todas las religiones son un camino para llegar a Dios - p. 236

24. Bergoglio redobla la apuesta - p. 238

25. Bergoglio promueve la religión de la masonería - p. 240

26. Dios no puede ser Dios sin el hombre - p. 244

27. La Iglesia conciliar contra el Estado católico -  p. 245

28. La religión del Vaticano no es el catolicismo - p. 252

29. Una mirada escatológica - p. 260

30. Epílogo - p. 264

31. Colofón - Flavio Infante - p. 265

PARA MÁS INFORMACIÓN

“Diez años con Francisco”

https://gloria.tv/post/UEqqVjZCCVLQ6g89ps67irXSM

MIS BLOGS

Miles Christi

https://gloria.tv/Miles%20-%20Christi

Super Omnia Veritas

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[2] El video oficial de dos horas: https://www.youtube.com/live/DcgED-isagk - Ver acá dos resúmenes míos, de seis y doce minutos, respectivamente: https://gloria.tv/post/RRWCS2YCWZuc4DUyqbHUuq8pu - https://gloria.tv/post/QPDzjckwKnBe3293XgFc9c21t

martes, 29 de abril de 2025

No confíes en los príncipes - Alan Fimister

 


No confíes en los príncipes

Por Alan Fimister | 11 diciembre 2024

 

“No pongas tu confianza en los príncipes, ni en los hijos de los hombres, porque en ellos no hay salvación” (Sal 146:3)

 

Al analizar las perspectivas del movimiento provida y el avance del Evangelio para el próximo año 2025, puede resultar tentador imaginar que hay más esperanza en lo temporal que en lo espiritual. A pesar de sus indudables deficiencias, la reelección del cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos como su cuadragésimo séptimo presidente es percibida sin duda como un revés por quienes propagan la cultura de la muerte. El panorama eclesiástico, por otro lado, está sumido en la confusión doctrinal, la anarquía disciplinaria y el colapso.

El profeta y reformador dominico Girolamo Savonarola es a menudo descrito erróneamente como «apocalíptico». De hecho, si bien Savonarola ciertamente consideraba que el panorama de corrupción civil y eclesiástica que lo rodeaba era lo suficientemente sombrío como para constituir la apostasía final, también señaló que muchos de los precursores necesarios del fin de los tiempos no se habían cumplido y era improbable que se cumplieran en un futuro próximo. Su conclusión fue que una gran renovación de la Iglesia estaba a solo unas décadas de distancia, aunque no antes de que Roma sufriera un terrible castigo. Ambas expectativas se cumplieron con el saqueo de Roma en 1527 y la reforma Tridentina posterior.

Apenas unos años después del asesinato judicial de Savonarola a manos del papa Alejandro VI, otro gran reformador, San Juan Fisher, fue nombrado obispo de Rochester. Rochester era la sede más pobre de Inglaterra, pero Fisher, fiel a la disciplina de Nicea, desdeñó la ambición eclesiástica y siempre se negó a ser trasladado a otra diócesis. Al igual que Savonarola, era profundamente consciente de la magnitud de la corrupción eclesiástica a la que se enfrentaba la Iglesia. Reconoció que sus oponentes, los luteranos, no se equivocaban al pensar que la curia romana:

En ningún otro lugar la vida de los cristianos es más contraria a Cristo que en Roma, incluso entre los prelados de la Iglesia, cuya conducta es diametralmente opuesta a la de Cristo. Cristo vivió en la pobreza; ellos huyen de ella tanto que su único propósito es acumular riquezas. Cristo rehuyó la gloria de este mundo; ellos lo harán y sufrirán todo por la gloria. Cristo se afligió con ayunos frecuentes y oraciones continuas; ellos ni ayunan ni oran, sino que se entregan al lujo y la lujuria. Son el mayor escándalo para quienes viven una vida cristiana sincera, ya que su moral es tan contraria a la doctrina de Cristo, que a través de ellos el nombre de Cristo es blasfemado en todo el mundo.

Apenas un año antes de que San Juan Fisher fuera consagrado obispo de Rochester, el asesino de Savonarola, Alejandro VI, el papa más escandaloso desde el siglo XI, recibió su recompensa eterna. Si bien ninguno de los pontífices que sucedieron a Alejandro VI en el siglo XVI fue tan espectacular en sus vicios como el 213.º sucesor de San Pedro, aún pasarían tres décadas antes de que se eligiera un papa que abordara seriamente los problemas que enfrentaba la Iglesia, y más de cuatro décadas hasta la sesión inaugural del Concilio de Trento.

 

Apenas cinco años después de que Fisher tomara posesión de su sede, Enrique VIII accedió al trono inglés, inaugurando, o al menos eso parecía, una nueva era dorada para Inglaterra. Santo Tomás Moro celebró la coronación con euforia:

“Este es el día final de nuestra esclavitud, el comienzo de nuestra libertad, el fin de la tristeza, la fuente de la alegría, porque este día se consagra a un joven que es la gloria eterna de nuestro tiempo y lo convierte en su rey —un rey que es digno no sólo de gobernar a un solo pueblo, sino de gobernar a todo el mundo— un rey que enjugará las lágrimas de todos los ojos y pondrá alegría en el lugar de nuestra larga angustia.”

 

Si el papado no fue la fuente de renovación para la Iglesia de aquella época, ¿quizás este nuevo monarca podría serlo? Enrique VIII, aliado de los Habsburgo, defensor de la Santa Sede, quien declaró haberse casado con la reina Catalina de Aragón por amor, y sería proclamado Fidei Defensor por el Papa y Rex Tomisticus por Martín Lutero (no lo decía como un cumplido), resultaría, uno de los más sangrientos perseguidores de la Iglesia en mil años. Junto con su boda con Catalina, una de las señales de que el reinado de Enrique VIII marcaría una nueva era dorada fue el inmediato arresto y encarcelamiento de los despiadados recaudadores de impuestos de su padre, Empson y Dudley. Muy pocos se percataron entonces de que los cargos de traición por los que fueron juzgados y ejecutados eran obviamente absurdos y de que estos hombres habían sido asesinados judicialmente en forma similar al fraile italiano una década antes. Tuvieron que pasar algunos años más de seria reflexión sobre el carácter del rey para que Moro se diera cuenta de que «si mi cabeza le consiguiera un castillo en Francia, no dudaría en cortármela».

Enrique VIII fue probablemente el hombre más educado que se haya sentado en el trono de Inglaterra. La suposición de que su Assertio Septem Sacramentorum (Afirmación de los siete sacramentos) fue escrito por por un tercero ignora este hecho. Esta educación, sin embargo, combinada con las tentaciones y oportunidades del poder real y sus tendencias innatas a la crueldad y la lujuria lo transformarían en el monstruo que logró la ruina espiritual de su país.

 

Ni el papado ni el episcopado en general fueron fuentes de renovación para la Iglesia de aquella época. Aunque los Cardenales supuestamente se visten de rojo para simbolizar su disposición a morir por la fe, San Juan Fisher (que fue nombrado Cardenal en la Torre y quizás nunca lo supo) es el único miembro del Sacro Colegio que murió mártir. Y aunque Inglaterra era una de las regiones menos corruptas de la Cristiandad en lo referido a la conducta de sus clérigos, todos los obispos ingleses capitularon ante los actos heréticos y cismáticos de Enrique VIII con excepción de Fisher. 

 

Pero la renovación, que finalmente evitó la destrucción temporal de la Iglesia frente al tsunami protestante, requirió sin embargo, el respaldo papal para tener éxito y, aunque el Emperador (Carlos V) fue mucho más urgente y sincero en su deseo de un Concilio Ecuménico que cualquiera de los papas que presidieron durante su reinado (1519–1555) el tipo de concilio que habría obtenido de haber tenido éxito, habría sido un ejercicio catastrófico de equívoco teológico. El emperador Juan VIII Paleólogo explicó en el Concilio de Florencia en el siglo XV que poseía (como cabeza del laicado) el derecho a exigir que los obispos hicieran su trabajo y juzgaran una cuestión de fe en disputa cuya oscuridad es perjudicial para el pueblo, pero no pudo usurpar de los obispos el derecho de emitir ese juicio.

 

Muchos de los “movimientos” y las nuevas órdenes que han surgido en las décadas transcurridas desde el Concilio para eludir el gobierno episcopal deficiente o maligno, han demostrado ser callejones sin salida. A veces, el “fundador” demostró haber sido un fraude y un depredador; otras veces el movimiento resultó ser una tapadera para alguna absurda “revelación privada”. El problema radica en que el episcopado monárquico fue instituido por Cristo para siempre como la estructura adecuada para el gobierno de Su Iglesia, por lo que la corrupción episcopal no puede evitarse — debe combatirse. Moro y Fisher cumplieron con sus deberes, según su estado de vida, con los ojos abiertos a la realidad del mundo que los rodeaba. Llegó la renovación, pero se fue necesario su sacrificio para lograrla.

 

Cuando Moisés instó al pueblo de Israel a nombrar ancianos para que lo asistieran en el gobierno de la nación (Dt 1, 13), el Espíritu descendió sobre los setenta elegidos, pero también sobre otros dos que no habían sido seleccionados. Josué protestó y le pidió a Moisés que los silenciara. Moisés lo reprendió, “¿Tienes celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuese profeta!” (Nm 11:29). Pero cuando Coré y sus seguidores intentaron rebelarse contra el gobierno de Moisés, la tierra se abrió y se los tragó vivos, y los que se desanimaron fueron abatidos por la peste.

 

Hoy en día, muchos católicos, como San Juan Fisher, se sienten consternados por los acontecimientos eclesiásticos y desconfían del gobierno ejercido por quienes ostentan el poder espiritual. Los fieles de esta época, al igual que Santo Tomás Moro en 1509, se inclinan a regocijarse por el giro de los acontecimientos políticos y a esperar de ellos alguna mejora en el deplorable estado de cosas. Al igual que Eldad y Medad, quienes profetizaron en el campamento, santo Tomás Moro y san Juan Fisher no fueron figuras prominentes en su época, sino críticos de las deficiencias de la cultura eclesiástica y civil. Sin embargo, se mantuvieron leales a la autoridad legítima a pesar de todas sus deficiencias, incluso cuando esa lealtad se castigaba con la muerte.

Es un antiguo dicho entre los católicos que los cristianos no están llamados tanto a ser cristianos como a ser alter Christus — ipse Christus. La palabra Cristo significa «el ungido». Jesús es ungido en virtud de su divinidad con el Espíritu Santo. Los profetas, sacerdotes y reyes del Antiguo Testamento fueron ungidos con aceite para significarles los dones del espíritu para su oficio, así como nosotros somos ungidos en los sacramentos y sacramentales del Nuevo Testamento. Jesús se manifestó por primera vez como el Ungido en el Jordán cuando fue bautizado por Juan y el Espíritu descendió sobre Él en forma corporal como una paloma. Luego fue impulsado por el Espíritu (Mc 1,12) al desierto donde el Diablo intentó tentarlo. En las tres tentaciones, el Diablo intentó desviar a Cristo de cada uno de sus tres roles ungidos en los tres lugares propios de esos roles. El desierto (para la profecía), el templo (para el sacerdocio), y finalmente le muestra a Jesús todos los reinos del mundo y su gloria y se los ofrece si tan solo se inclina y lo adora como el rey de este mundo.

Savonarola, Fisher y Moro ofrecen ejemplos útiles de hombres que no se dejaron llevar por esas tentaciones. No escuchen a los profetas que se lucran con la profecía, sino a la voz que clama en el desierto. No tientes al Señor ignorando la corrupción eclesiástica con el argumento de que las puertas del infierno no pueden prevalecer; entonces, ¿por qué preocuparse? No cedas a la tentación de todos los reinos del mundo si el precio es la adoración del príncipe de este mundo.

 

 

Fuente: Voice Of The Family

 


martes, 15 de abril de 2025

La Burra de Balaam - Mario Vargas Llosa


    Advertencia previa de NCSJB: el siguiente posteo no pretende hacer una reivindicación del autor del texto, sino hacer notar el acierto del mismo a pesar de su trayectoria tan contraria a nuestro sentir y creer, tanto político como religioso; y de quien esperamos pueda haberse arrepentido adecuadamente, antes de su reciente deceso, de sus defecciones en contra de la Iglesia.


La burra de Balaam


lunes, 26 de enero de 2015

VIETNAM: La traición de Occidente y el silencio de la Iglesia (1975) – Revista Restauración



  Vietnam ha caído. Este hecho tremendo, que no ha alterado la “conciencia universal” – tan sensible en otras ocasiones – ha sido interpretado de distintas maneras.

  Hay quienes hablan de la marcha inevitable del mundo hacia el socialismo, ese nuevo mesías, protagonista de este tiempo histórico al que resulta vano y absurdo oponérsele.

  Otros, ven la perdida más o menos lamentable de una batalla – la batalla de una tierra lejana e ignota – que no alterará, sin embargo, el ilusorio porvenir de la democracia ni su hegemonía en el mundo.

  Finalmente, otros reciben, con alivio, el término de una guerra trágica y cruel.

  Pero nosotros tenemos que decir la verdad. Triste y brutalmente como quería Peguy: Vietnam ha caído por la traición de Occidente. Porque en Occidente, dentro mismo de su seno, juegan y dominan las Fuerzas Ocultas de la Revolución, los Poderes Sinárquicos cuya meta final es la instauración del Dominio Comunista en el mundo.

  Se han reiterado Yalta y Postdam.  Una vez más, la política exterior norteamericana ha cometido uno de sus habituales “errores”. Y así, el Sudeste Asiático ha pasado a engrosar la larga lista de naciones mártires.
La rendición de Saigón es la culminación de un proceso que se inició en 1963 con el asesinato del presidente católico Ngo Diem. Asesinato instigado – o al menos tolerado – por los Estados Unidos. De esta manera fue eliminada la única fuerza capaz de oponerse con éxito a la guerrilla del Viet Cong.

  Diem conocía a su pueblo. Conocía su suelo difícil y duro. Sabía cómo hacer de cada aldea una fortaleza. Era el Jefe natural de la Nación; el aliado en paridad de honor y dignidad, no el cipayo desprovisto de espíritu y grandeza que necesita la inferioridad yanky para asegurar su supuesta preeminencia.

  Bajo su mando, los católicos y aún los budistas no comprometidos con el marxismo, hubieran llevado adelante la guerra, quizás con otro resultado. Pero el “estilo de vida americano”, la democracia del calendario, prevaleció en el espíritu vietnamita. Una vez más se transitó el camino de la Democracia al Comunismo; sólo que ahora no por la vía del sufragio, sino por la vía trágica de la sangre.

  Un ejemplo más de lo que cabe esperar a una Nación que reniega de ese espíritu, a un Ejército convertido en una debilidad armada.
Todavía Vietnam nos mueve a otra reflexión. El presidente Ford ha dicho que la hegemonía americana no ha sido comprometida; que nuevas vías fácticas asegurarán esa hegemonía en el futuro. Y citó como ejemplo… ¡la lucha contra el cáncer!

  Nada puede ilustrarnos más acerca de la pobreza moral y política de una Nación a la cual las circunstancias históricas han colocado – al menos en lo militar – a la cabeza del llamado mundo libre. ¿Qué garantía de seguridad constituye todo ese inmenso poder militar que abandona inermes e indefensos a quienes se les confían?

  Verdaderamente, como dijo algún periodista, en Vietnam ha estallado la paz… americana. La paz del Premio Nobel-Kissinger, la paz masónica que ha entregado más de la mitad del mundo al comunismo y se dispone a entregar el resto.

  Pero hubo algo que nos abrumó más que las bombas del Viet Cong: el silencio “oficial” de la Iglesia. Pueblos enteros, que habían elegido la libertad y la Fe, han sido arrasados sin que se estremeciera el “aparato eclesial”.

  Nadie parece haberse dado cuenta que esta es una derrota de la Cristiandad. Es que la misma Cristiandad – ese sentido profundo del mundo sacralizado y sobreelevado por la Gracia de Cristo – ha sido olvidada. El sincretismo religioso, el equívoco ecumenismo, el dialogo peligrosamente traspuesto del plano pastoral al dogmático, ha ido ablandando la resistencia, ha ido desdibujando el perfil cristiano.

 Y ese sincretismo avasallador permite que la misma Iglesia sea infiltrada por una ideología difusa que es la mezcla de todos los errores y de todas las abyecciones. Se entiende así, la pérdida lamentable del sentido de la Cruzada, del carácter agónico del espíritu de martirio. No combatir, sino sobrevivir a cualquier precio; ese parece ser el lema de los católicos y de la diplomacia vaticana.

  ¡Qué difícil resulta para nosotros entender aquellas palabras de San Agustín ante el asedio de Hipona: “no tiene grandeza de alma el que se asombra que los muros se derrumben y los mortales mueran”.

  Aún en la desolación nos alienta la Fe. No sólo la Promesa Final, que ilumina todo el trasfondo de la historia humana, sino también porque sabemos que algunas voces resuenan aún, a pesar del silencio y de las apostasías.

  A esas voces quizás, les espere, como al Cardenal Mindszenty ese martirio mil veces más cruentos que el que puede ofrecer el comunismo: el martirio de la soledad, el abandono y el silencio de los suyos.


Revista Restauración - Año 1 N°1. Pág. 18. (1975)



Nacionalismo Católico San Juan Bautista

lunes, 17 de febrero de 2014

Apostasía del clero – Por Augusto TorchSon


  Estamos asistiendo a la claudicación casi definitiva del clero en su inmensa mayoría, a su deber de transmitir la verdad sin ningún tipo de respetos humanos.

  No solo observamos los pecados de omisión cuando cobardemente silencian las atrocidades de nuestros gobiernos y las imposturas del propio clero incluyendo a sus más altas jerarquías, sino que necesitan agregar palabras de adhesión a las más heterodoxas predicas de quién debería ser Pastor de Pastores y confirmar a toda la Iglesia en la fe, pero que contrariamente solo trae confusión a los verdaderos fieles y adhesión de quienes realizan las conductas más aborrecibles por la ley de Dios, jactándose de las mismas.

  En ese sentido quiero resaltar la actitud quienes con el más absoluto celo por la causa de Dios, se enfrentan aun con sus pares sin importarles ser políticamente incorrectos.

   Así ante la aprobación de la eutanasia infantil en su país, los obispos belgas dijeron que: “están profundamente decepcionados” lamentando “la adopción de una ley que muchos expertos consideran que es innecesaria y tiene muchos defectos”; a lo que el obispo de Brooklyn, Nicholas DiMarzio, respondió con toda firmeza y claridad: Monseñores: esto no es una ley “innecesaria” que tiene “muchos defectos”. ¡No es ley, es una afrenta demencial a Dios, que algún se tomará debida venganza con quienes la aprobaron y con quienes actuaron tibia y cobardemente como ustedes!; según lo documentado por el blog Catapulta.

  En esta ocasión, y hablando en primera persona, quiero referirme, precisamente al olvido de las leyes y mandatos de Dios. Y me motiva a hacerlo la homilía de la Misa a la que asistí ayer, de parte de un sacerdote de quien tenía la impresión que era ortodoxo y fiel a la Verdad de Cristo.

  Ya en el comienzo de su predica del Sermón de la Montaña del Evangelio de San Mateo (V, 17-37), empezó a hacer hincapié en que, como Cristo no vino a abolir la ley sino a darle vida, lo importante era no tanto el precepto sino la aplicación del mismo. Para concluir recordó las palabras Francisco al recordarnos que las habladurías o chismeríos (como le gusta decir), pueden matar y hay que evitarlas.

  Ahora, hasta aquí todo puede parecer muy ortodoxo pero sabemos que los textos sin contextos terminan siendo pretextos, por lo que para tener una correcta perspectiva es bueno analizar toda la situación para valorarla adecuadamente.

  Lo del “chismorreo” que menciona Bergoglio, lo dice un par de días después que hayan despedido a Roberto de Mattei de RadioMaria.it, según la noticia que consignamos ayer (aquí), por cuestionar las imposturas de Francisco. Y causalmente, el cardenal Maradiaga del grupo C8, ayer señaló que “Se puede criticar al Papa, pero con amor” (aquí), amor que se pide pero que no se brinda según lo acontecido a este prestigioso vaticanista, o con los Franciscanos de la Inmaculada o el Cardenal Burke, cuando se trata de ser fiel al Magisterio inmutable de la Iglesia. Otra es la actitud según vimos con el mundo pecador que se enorgullece de serlo, al que se trata con toda misericordia.

  Pero si las críticas se apuntan al alejamiento de la doctrina por parte de la praxis y palabras de Bergoglio, en su homilía de ayer y como para doblar su apuesta dijo: "El Señor no da importancia simplemente a la conducta exterior o al cumplimiento de una doctrina, él va a la raíz de la ley, dejando todo a la intención". Entonces si no importa el cumplimiento de la ley, si hay que “dejar todo a la intención”, ¿Cómo podríamos juzgar como perversas las conductas de quienes promueven la eutanasia infantil, si su intención es terminar con el sufrimiento de los niños?

  Ya sabemos que en su orientación vaticanosegundista, Bergoglio es poco apegado a la doctrina y recordamos cuando en su primera entrevista a la “Civilita Catolica”, dijo: Hay normas y preceptos eclesiales secundarios que hace tiempo eran eficaces, pero que ahora han perdido valor o significado. La visión de la doctrina de la Iglesia como monolito que debe ser defendido sin matices es errónea... Las formas de expresión de la verdad pueden ser multiformes” (aquí )

  En este sentido de verdad multiforme bergogliana también se puede mencionar cuando en su entrevista al ateo marxista Sclafari le dijo: “La misericordia de Dios no tiene límites si se le dirige con el corazón sincero y arrepentido. La cuestión para quien no cree en Dios es obedecer a su propia conciencia, entonces volvemos al tema de la abolición de la Justicia Divina por la misericordia sin límites; que parece concretarse en una libertad sin límites, igualdad sin límites y fraternidad sin límites.

  Lo importante ahora es la praxis que supera  la doctrina, la misma praxis que es precisamente el monolito del marxismo, la que supera la verdad objetiva. La praxis a la que en la Iglesia llamamos pastoralidad.

  En este mundo donde uno sale a la calle con sus hijos y ve sodomitas de la mano (cuando no haciendo cosas peores), donde el aborto y la promiscuidad se enseñan desde los 4 años por iniciativa de la UNESCO, donde la verdad se decide por consenso, por voto de la mayoría, donde al mal en sus más groseras expresiones hay que llamarle libertad, donde en nuestras iglesias se nos inculca TOLERANCIA, que no está basada en ningún derecho o presupuesto objetivo sino como uno de los dogmas ilimitados de las democracias Rousseaunianas; en este contexto, en esta modernidad, se nos dice que no hay que tener “cara de pepinillos en vinagre”, ni obsesionarnos en el combate de las más atroces transgresiones a las leyes de Dios. Y todo esto se festeja con globitos en el mismo Vaticano, en la misma plaza de San Pedro, y con los colores de la BANDERA GAY, aunque traten de negarlo o aducir “casualidad”. En la Iglesia de Bergoglio donde las casualidades son tan habituales que resultan paradójicas.


  Por eso y con mucho dolor, le digo a este sacerdote, a quién le envío estas palabras, que no le tenga miedo a las represalias por defender la Causa de Cristo, que no tema el martirio, que se puede tener paz y alegría sin necesidad de vivir en el jolgorio producto del pecado y la apostasía.

  En su homilía pudo haber hablado también de la indisolubilidad del matrimonio, a pesar de las propuestas de los cardenales que pretenden darle la comunión a los divorciados y vueltos a casar, convalidando el pecado, o mucho mejor pudo haber resaltado la importancia Sí Si, No No, al cual nos exhorta Nuestro Señor en dicho Evangelio.

  A usted padre, con respeto pero con firmeza le tengo que decir, que eso que vivió en el JMJ de Rio de Janeiro, no es la alegría del Evangelio; donde se celebraban misas en la arena repartiendo la Santa Eucaristía en vasos de plástico y todo esto en medio de mujeres semidesnudas. No, no busquemos la carcajada inmoderada de la complacencia con el mundo.


  Rezo por ud. y por todos los sacerdotes, para que siguiendo el ejemplo de San Atanasio, pueda oponerse al error, sin importar de quien provenga, enfrentando las dolorosas consecuencias que esto implica, pero con la satisfacción de haber cargado la Cruz de Cristo con la mayor dignidad y fidelidad posible.


Augusto TorchSon


  "Porque delante de Dios es justo que Él aflija a su vez a aquellos que ahora os afligen; y a vosotros, que estáis atribulados, os haga gozar juntamente con nosotros del descanso, cuando el Señor Jesús descenderá del cielo y aparecerá con los ángeles de su poder, con llamas de fuego a tomar venganza de los que no conocieron  a Dios, y de los que no obedecen al Evangelio de Nuestro Señor  Jesucristo. Los cuales sufrirán la pena de la eterna condenación…” (2°Tes. I, 6-10)

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