San Juan Bautista

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martes, 2 de septiembre de 2025

Novedad Editorial: "General José de San Martín: Arquetipo de la Hispanidad" de Antonio Caponnetto

 



 Extractos de la obra:

“Un carlista en potencia”

No todos los sedicentes o genuinos tradicionalis­tas españoles, por cierto, han denigrado su figura; y, a propósito de esta aclaración, volvemos a repetir por enésima vez que no somos enemigos de la historia y del ideario esencial del carlismo, sino impugnadores de su visión historiográfica respecto de la Independencia Americana. Y, muy especialmente, de aquellos pseudo argentinos y, a la par, pseudo hispanistas, que no trepi­dan en negarse al uso de la bandera nacional y convier­ten en efemérides festejables los reveses de las armas americanas en la penosa guerra fratricida. Nos resulta demencial que alguien nacido en estos lares festeje las batallas de Huaqui o Cancha Rayada. Tanto como quien se gloríe con chauvinismo y fanfarronería estulta de los resultados castrenses de Chacabuco y Maipú. Son derra­mamientos de sangre hermana. No son Empel, Lepanto, la Vuelta de Obligado o Bahía Agradable, que podemos festejar de consuno. Así lo entendieron los protagonis­tas de aquellas lides independentistas decimonónicas, que ordenaron dar cristiana sepultura a los muertos de ambos bandos y rezar misas por ellos. Por eso hubo mé­dicos “patriotas”, como Joseph Redhead que asistieron a los “realistas”, y varios de estos salvaron, por ejemplo, la vida de la criolla María Remedios del Valle, hoy ele­vada con insensatez al rango de “Madre de la Patria”. En ninguno de los dos campos en litigio vemos mani­festaciones regulares de crueldad o de sadismo. Casos aislados y excepcionales, sí; pero conductas constantes o predeterminadas, no.

En un ensayo que recomendamos vivamente, el de Enrique de la Vega Viguera, .podemos leer los siguien­tes conceptos, que reproducimos algo extensamente por considerarlos más que significativos:

“Desde mi punto de vista considero una misma cosa, ser español o his­panoamericano. Ambos poseen la misma lengua, igual comienzo histórico y una misma tradición. Y de todos los generales criollos, es, sin duda, José San Martín el que posee, según mi criterio, las más relevantes dotes del militar profesional.

“Decir que el teniente coronel del Ejército español San Martín abandonó España para ser el general de la Revolución americana, no es correcto, sin explicar, pre­viamente, que la España que entornaba al criollo era confusa, controvertida y llena de despropósitos. Los hispanoamericanos que estando en España regresaron a su país de origen, lo hicieron precisamente por consi­derarse españoles y no estar de acuerdo con el gobierno constituido. En el fondo, una actitud muy a la española [...] La impronta con la que España marca a sus buenos soldados, se grabó en el carácter de este joven argentino [...]. Descubrió las flaquezas y deficiencias de la orga­nización militar española. A San Martín [...] le causaba pena ver cómo se descomponía la política española y el ambiente social [...]. La situación política en la que vive España abre un gran interrogante ante los ojos del joven capitán: ‘La Madre España –escribiría– se derrumba diri­gida y empujada por torpes y ciegos servidores. En estas condiciones ¿cuál es el camino que debe tomarse?’ [...].

“Su fórmula de independencia monárquica hu­biera prosperado felizmente, de no cruzarse los intran­sigentes que se opusieron a la actitud del virrey. Por desgracia, el Gobierno de Madrid había abandonado por completo a América, donde los españoles habían comenzado a dividirse en dos grupos: peninsulares y criollos. La rivalidad entre ellos había comenzado por razones mercantiles, especialmente al ejercer el penin­sular el monopolio de determinados artículos [...]. Lo dijo López Lozano en su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras: ‘La emancipación americana no fue una guerra contra los españoles, sino contra el poder colonial hispánico’.

“En cuanto al particular patriotismo de San Mar­tín, cabe preguntarse: ¿no sería que quisiera hacer, en las tierras casi vírgenes de la otra orilla del Atlántico, una nueva España más limpia y libre de demonios fa­miliares? Y en cuanto a su concepto del honor, cabe también preguntarse: ¿lo perdió al combatir contra Es­paña, y por eso algunos autores lo han tachado de trai­dor? A esta pregunta, más que contestarla, me limitaré a exponer opiniones sobre lo que debe entenderse por honor. El concepto general de honor es la dignidad moral. Y la dignidad moral tiene una doble acepción: la propia estimación y la estimación de los demás. Las antiguas ‘Ordenanzas Generales para Oficiales’ incluidas en las de Carlos III se refieren al honor militar en varios artículos. Destacamos el art. 9, cuando dice: ‘El Oficial debe saber elegir el partido más digno de su espíritu y honor’, y el art. 12 afirma: ‘El Oficial cuyo propio honor y espíritu no le estimule a obrar siempre bien, vale muy poco para el servicio’. Según el general Vigon: ‘El ver­dadero honor es el estímulo humano que nos induce a cumplir rectamente nuestros deberes, cuando nuestra vida no está inspirada en un sentido religioso’ [...].

“San Martín por su familia, su educación, los años pasados en España y su formación intelectual y humana es español, e, incluso, se le debe gratitud por su valero­sa defensa de los intereses e independencia de España. Su vuelta a América no es para luchar contra España, sino contra los gobiernos y los representantes que se enviaban a las Américas. Gesto muchas veces repetidos por los propios peninsulares. Los graves problemas con los que se encuentra intenta resolverlos a través de tra­tados, y no de combates. Nunca se mostró sanguinario con los españoles, cosa que no hizo Bolívar. Y sobre este parecer, abunda nuestro buen amigo y compañero de corporación don José Acedo Castilla, al que agradezco, que al conocer el tema de mi disertación, me enviara un amplio interesantísimo artículo titulado ‘La actua­ción política del General’. Del mismo, tenía ya recogido el aspecto militar de San Martín, pero considero muy interesante aportar algunos de los párrafos que José Acedo escribió sobre el aspecto político del indicado general argentino. Dice entre otras cosas, que San Mar­tín opinaba que: ‘Llevar al Gobierno a los más incultos y darles preponderancia era un desastre político’. ‘San Martín, como dijo Bolívar, no creía en la democracia, es­tando convencido de que aquellos países –al menos por entonces– no podían ser regidos más que por gobiernos vigorosos, que impusieran el cumplimiento de la ley, ya que cuando los hombres no la obedecen voluntariamente, no queda más arbitrio que la fuerza’. Por eso, a su enten­der, ‘el mejor gobierno no es el más liberal en sus prin­cipios, sino el que hace la felicidad de los que obedecen’ [...]. Finaliza Acedo su interesante artículo, opinando al igual que el barón de Eroles, que preguntaba: ¿Sería acaso San Martín un carlista en potencia? ¡Gracias Don José por su colaboración! Se sabe, que San Martín en los últimos años de su vida, recordaba con nostalgia el tiempo vivido en España, singularmente en Cádiz, y las circunstancias políticas que le tocó vivir”.