San Juan Bautista

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sábado, 11 de enero de 2014

LA IGLESIA Y LA PATRIA SEGÚN SAN PIO X

  “¡Oh venerables hermanos e hijos amadísimos que, en cumplimiento de los deberes de vuestra profesión, predicáis y practicáis sin respeto humano las enseñanzas de la Iglesia Católica, y, por esta razón, no solamente sufrís menosprecio y desdén, sino que sois objeto de pública censura, tachados de enemigos de vuestra Patria y difamados por cobardes calumniadores que no vacilan en herir gravemente los corazones católicos precisados más que nunca de todos los auxilios de la divina gracia para perdonar a aquellos que les ofenden tan vilmente!

  “Si el Catolicismo fuera un enemigo de la Patria, no sería una religión divina. La Patria es un nombre que trae a nuestra memoria los recuerdos más queridos, y bien sea porque llevamos la misma sangre que aquellos nacidos en nuestro propio suelo, o bien debido a la aún más noble semejanza de afectos y tradiciones, nuestra Patria es no sólo digna de amor, sino de predilección”.

  “Y si esto ocurre siempre u con carácter general, ¡con cuánto mayor motivo debe ser así cuando nuestro país está ligado por indisolubles lazos a esta Patria, que no está limitada a los contornos de un océano o rodeada de una cadena de montañas, que no habla una, sino todas las lenguas: la Patria que abarca en su latitud el mundo visible y el del más allá del sepulcro: la Iglesia Católica!”

  “A todos aquellos políticos que creen ver en la Iglesia un enemigo y por ello la combaten sin cesar; a los sectarios que con odio inspirado por Satanás la calumnian constantemente, envileciéndola y atacándola; a los falsos campeones de la ciencia, que con sofismas de todo género pretenden censurarla como si constituyera un enemigo de la libertad de la civilización y del progreso intelectual, contestadles que la Iglesia, señora de las almas y directora de los corazones de los hombres, ejerce su supremacía ante el mundo entero porque ella sola, por ser la esposa de Cristo y poseerlo todo en común con su fiel Esposo, es la depositaria de la Verdad; ella sola puede recabar de todas las naciones veneración y amor”

  “Por esta razón, todo aquel que se rebele contra su autoridad, temeroso de su supremacía en el dominio del Estado, impone barreras a la verdad; el que proclama que su autoridad es extraña al país, desea que la verdad sea también extraña a esa nación; el que teme que esta autoridad pueda perjudicar a la libertad y a la grandeza de un pueblo, confiesa abiertamente que una nación puede ser grande y libre sin la verdad”

  “De aquí que un Estado, un gobierno o una autoridad – cualquiera que fuere su nombre – hace guerra a la verdad, no puede pretender inspirar amor mientras se oponga de ese modo al sentimiento humano más sagrado. Tal Autoridad podrá mantenerse por pura fuerza; podrá ser temida, porque, indudablemente, la espada del castigo conmina a la obediencia; podrá ser aplaudida por hipocresía, interés o servilismo; podrá ser aún atacada, ya que la religión aprueba nuestra sumisión a los humanos poderes siempre y cuando éstos no obliguen a ningún acto contrario a las divinas leyes, en cuyo caso todos estarían obligados a oponer su resistencia, sin por ello constituirse en rebeldes”

  “No obstante, aunque este deber de sumisión en todo aquello que no se oponga a las obligaciones prescritas por la religión, hará aún más meritoria la obediencia, no será lo suficiente para convertir esta obediencia en afectuosa, alegre y espontánea, de forma tal que merezca el calificativo de amor y de veneración”

  “Sentimos, pues, veneración por la Patria, que en suave unión con la Iglesia contribuye al verdadero bienestar de la Humanidad. Y ésta es la razón porqué los auténticos caudillos, campeones y salvadores de un país han surgido siempre de entre las filas de los mejores católicos, de que los Santos sean invocados en los himnos de nuestra santa liturgia como Patronos de su país; ellos siguieron el ejemplo del Santo de los santos, que mientras obedeció a aquellos que ejercían autoridad y pagaba tributo al Cesar, al aproximarse a Jerusalén y prever su próxima ruina, derramó lágrimas abundantes; pues siendo una ciudad tan amada y favorecida por el Señor, no se había aprovechado de tantas gracias ni de la visita que Él mismo se dignó hacerle con el solo objeto de derramar sobre ella toda clase de bendiciones”

Discurso pronunciado por Su Santidad Pio X el 20 de Abril de 1909.

RAFAEL MERRY DEL VAL – “El Papa San Pio X: Memorias” Ed. Fundaciones San Pio X 2006 Págs.63-65.

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martes, 22 de octubre de 2013

SOCIEDAD Y RELIGIÓN - Por Mons. Thiamér Tóth

LA RELIGIÓN Y EL RESPETO A LA AUTORIDAD

  La religión pregona que «todo poder viene de Dios», y de esta suerte pone los cimientos del respeto a la autoridad, el cual es postulado importantísimo de una vida social ordenada.

  Cuando en el alma del pueblo vive el respeto de Dios, entonces es santo el juramento hecho delante del juez; entonces obliga el juramento hecho sobre la bandera. Encierra una verdad muy profunda la inscripción que se lee en el edificio de nuestra Curia: «Justitia est regnorum fundamentum»; «la justicia es el fundamento de los reinos»; pero el fundamento de la justicia es la religión. Sin respeto a la autoridad es ingobernable la sociedad humana. Mas ¿cómo podrá exigir respeto aquel Estado que es el primero en negar el respeto que debe a Dios?

  Lo primero que hacen siempre los revolucionarios es socavar el principio de la autoridad y desacreditar a los representantes de la misma. Y, no obstante, el mismo comunismo no es capaz de trabajar sin autoridad; aún más, se ve constreñido a exagerar el principio de la autoridad, transformándolo en la caricatura de una disciplina terrorista.

LA RELIGIÓN Y LA MORAL
  No es menor la importancia del papel que la religión desempeña en orden a ennoblecer la vida moral.

  La que menos puede prescindir de las fuerzas morales que ofrece la religión es precisamente nuestra época, en que —no lo negamos— hay ejemplos de noble esfuerzo moral, pero en la que ha subido espantosamente el termómetro de la maldad, de la rudeza, del fraude y de otras epidemias morales, y ha crecido el número de los divorcios, de los menores delincuentes, de los suicidios, y en la que partiendo de la literatura, del escenario y de la pantalla, emprenden su camino espectros sombríos de corrupción moral.

  Frente a los dictados de la moral autónoma, incapaces de imponer la autoridad, y distintos según los diversos autores, no hay más que la religión, que puede aducir leyes morales eternas que están muy por encima de todo capricho humano y que, por lo mismo, no se conmueven ni siquiera en la tempestad de los instintos; y la religión no vacila ante la acusación de ser anticuada y antimoderna, porque sabe muy bien que los frutos de la vida moral no se alimentan del aire, sino que brotan y se nutren del árbol de la comunión con Dios.

  Donde se cierran las iglesias forzosamente se han de abrir cárceles, y en número mayor al de las iglesias clausuradas, y hay que transformar en mangos de azotes los fragmentos que se puedan recoger de los báculos episcopales que el furor laicista convirtió en menudos trozos. El único sostén firme de la moral es la fe, porque únicamente el alma llena de convicciones religiosas puede pronunciar el «no!, ¡no!, ¡nunca!» victorioso, sin contemporizaciones, de la integridad moral.

  El Estado tiene imperiosa necesidad de la moralidad pública, y, por otra parte, esta moralidad pública no puede ser creada únicamente por el Estado; éste, a lo más, puede ampararla con sus leyes. Solamente se puede atribuir la verdadera moralidad a la religión, que se apodera del alma de los hombres, que penetra su vida privada y que hasta ejerce control sobre los pensamientos más secretos del hombre.

  Veracidad, cumplimiento del deber, concepto puro de la moral, honradez, amor al trabajo, son factores sin los cuales no se puede sostener la vida de las naciones, pero ellos de ninguna manera pueden ser creados por el Estado.

  El titánico empuje de la técnica moderna fácilmente sofoca los deseos eternos del alma inmortal. Por todas partes se oye el traqueteo de las máquinas, el chirriar de las grúas, el ronquido de las hélices, la bocina de los autos, y en este caos apenas si queda tiempo al hombre para pensar en su alma.

  Suenan con acentos de liberación las palabras amonestadoras de la religión cristiana: «Buscad primero —no: únicamente, sino: primero— el Reino de Dios.» No hagáis andar el mundo de coronilla. Primero es el domingo, el día del Señor; después ha de seguir el día del trabajo, el día laborable. Antes la oración para que «venga a nosotros tu reino», y después su continuación: «danos hoy nuestro pan de cada día».

  Aunque trabajéis en talleres oscuros ha de brillar ante vosotros la luz eterna; aunque trabajéis encorvados en fábricas estrechas, habéis de mirar el horizonte amplio de la misión ultraterrena; los brillantes focos que iluminan la fábrica no ha de eclipsar para vosotros el débil parpadeo de la lámpara que arde ante el Sagrario, y las nubes de humo que arrojan las chimeneas de las fábricas no han de ocultaros las estrellas del cielo.

  Ved ahí cuán sublime misión tiene la religión cristiana: infundir vida nueva en las almas que están en trance de perecer de hambre en medio de una lucha económica incesante.

  La religión santifica el trabajo cultural. El ritmo con que corre la cultura humana produce de un modo natural defectos no pequeños, sombras oscuras, que presentan sus problemas atormentadores aun a los pensadores más insignes, empezando por los antiguos indios, hasta Rousseáu y Tolstói. La cultura excesivamente pulida y refinada, ¿vale realmente más que la sencillez del estado primitivo?

  Únicamente la enseñanza sobria y austera de la religión es decir, del cristianismo, puede brindarnos un remedio contra las desventajas y degeneraciones de la cultura. Sin ello el predominio rudo del «yo» y de los goces sensuales pueden ahogar con facilidad la cultura, a la cual únicamente la religión puede poner un capítulo final que dé sentido a todo y sea digno de nuestra vida humana.

  La religión no extiende el dominio de la moral únicamente a la vida familiar, al arte y a la ciencia, sino también a la vida económica, y detiene no solamente al artista, al sabio, sino también al propietario de la fábrica y al comerciante en el punto en que las barreras de la ley moral se yerguen para moderar la marcha libre en demasía.

  Es la religión la que da vigor a las leyes supremas de la justicia y de la honradez en la vida económica, cuando la Naturaleza, egoísta, disimularía con cierta facilidad, aun tratándose de algunos éxitos logrados por medios sospechosos.

  Hoy ni siquiera barruntamos cuánto perdería la sociedad con la  decadencia de la vida religiosa. La influencia de la religión sólo se  manifiesta después de muchos años, y, por ventura, siglos, de penetración lenta y constante en la sociedad, y también se pierde muy despacio. Y aunque la religión parece que ha perdido en la actualidad su influencia antigua, la sociedad, no obstante, sigue viviendo —inconscientemente, claro está— de ella y de lo con ella relacionado, así como al atardecer continúa la luz durante cierto tiempo aun después de ponerse el sol.

  Muchas veces oímos la queja legítima de que la disparidad de condición y el descontento, a pesar de tantas disposiciones legales y medidas de defensa, no van camino de mitigarse. En estos trances no hemos de olvidar que sin la tranquilidad interior del hombre, sin una adhesión resuelta a Dios, sin la paz que ésta comunica, son, en último término, infructuosas todas las medidas exteriores de la sociedad. Mientras no se atienda al anhelo interior del alma, los salarios más altos no podrán dar satisfacción.

  Hoy día, el alma de las masas se ve sacudida por una duda formidable, y siente el vacío con todo su horror; se ha perdido la fe en Dios y en el cielo, y los sueños nebulosos del porvenir no son capaces de dar la más pequeña compensación para no sentir el vacío que han dejado en el alma los perdidos ideales. Consideraciones meramente jurídicas y sociales nunca podrán suprimir el egoísmo natural del hombre; la dura corteza no se ablandará sino en el fuego de la religiosidad y del amor a Dios.

  La convicción religiosa es la que modela armónicamente la vida del individuo, que, a su vez, viene a ser el primer postulado del bien público. Lo que más falta nos hace en la época actual es un pensamiento elevado, un pensamiento-guía, que esté por encima de nuestros pequeños asuntos cotidianos y que sirva de ideal orientador a los que luchan en medio de las dificultades de esta existencia material. No se nos tache de rancios si en este punto flota ante nuestros ojos, como ideal, el pensamiento-guía de la Edad Media.

  El medievo tuvo también sus defectos, pero por lo menos hubo en él un pensamiento-guía que todo lo dominaba y lo llenaba todo. La Edad Media tenía una fe viva.

  La realidad de una vida que rebasa los límites de esta tierra llenaba de luz resplandeciente el alma del hombre medieval.

  Puesto que su mirada atravesaba con una peculiar clarividencia, el velo de la vida terrenal, y penetraba en el mundo del más allá, a cada paso sentía el hálito de aquella vida tan distinta.

  No afirmamos que el hombre medieval haya sido mejor que el moderno, pero, en todo caso, era más rico, más profundo y, por tanto, feliz. Era más ingenuo y más alegre. También él se cubría de polvo, pero no se dejaba ahogar por el polvo. Entonces daban con gusto los hombres, porque recibían con facilidad. El egoísmo, como contagio de masas, era desconocido. Este espíritu común que latía en cada uno, esta fe robusta, levantaba catedrales, guiaba el pincel de los artistas y el cincel de los escultores.

  Las iglesias medievales nos revelan una paz espiritual, una tranquilidad, una alegría, completamente desconocidas para nosotros.

  En las amables estatuas de mármol de los santos nos sonríe propiamente la alegría de los antiguos fieles; el simbolismo de los dragones y monstruos encadenados expresa la tranquilidad del espíritu religioso que ha triunfado sobre el mal, y aun hoy nos obliga a sonreír el humorismo ingenuo que goza viendo al diablo forzado a vomitar por su boca de piedra, desde las alturas del templo, las aguas de lluvia, o forzado también a sostener una ingente pilastra —de mal grado y rechinando los dientes—, rindiendo de esta manera su homenaje al Señor.

  Este calor unificador de la fe religiosa que todo lo penetra y que todo lo satura; esta superioridad victoriosa brilla por su ausencia en nuestra época. Con aquella fe desapareció también la apacible concepción del mundo que tenían los antiguos.

  Con razón dice un célebre historiador de la cultura, BURCKHARDT: «Entonces vivir significaba existir de veras; pero la vida que hoy llevamos se sintetiza en... el negocio.»

  La religión ofrece un objetivo a la vida humana; la ciencia no es capaz de dárselo. La ciencia es un tesoro magnífico, y ¡ay de aquel que la desprecia! Sin embargo, a las cuestiones abrumadoras: «de dónde», «adónde» y «¿por qué», que la vida nos propone a todos, la ciencia es hoy tan incapaz como hace milenios de dar respuestas satisfactorias.

  Nos aclara los fenómenos, explica contradicciones, corrige errores, establece relaciones de causalidad; pero únicamente la religión nos habla respecto de este punto para nosotros trascendentalísimo: de dónde parte y hacia dónde se dirige la curva que indica el curso del mundo y la curva de nuestra propia vida.

  La civilización meramente material no es capaz de dar satisfacción al anhelo del alma. La familia, la sociedad, la filosofía, el arte, la literatura, todos, desean un contenido espiritual, y únicamente la religión está en condición de realizar esta espiritualización de la vida.

  Nunca fue de más actualidad que hoy hablar de la importancia social de la religión; hoy, cuando nos encontramos junto a las ruinas humeantes de una civilización ya casi del todo derrumbada.

  La ciencia y el arte, la sociedad y la familia, en su largo proceso de infidelidad, que duró decenios y siglos, se fueron divorciando de aquellos sublimes ideales que iluminaron la vida de los antepasados.

  Si el carro pierde la clavija del eje, pronto o tarde perderá la rueda. La Humanidad ha perdido su alma y empieza a sentir la falta que ella le hace.

  Confesamos con humildad que el humo se nos subió a la cabeza y nos hemos fiado en demasía de nuestras fuerzas. Hemos creído que teniendo máquinas, fábricas, ferrocarriles, minas, industria, técnica, ya lo teníamos todo; que ya podíamos cortar aquel hilo que partiendo de la tierra se dirige hacia el cielo... Y lo cortamos... Y nos ocurrió lo que a la araña insensata de la parábola de Jörgensen.

  ¿Qué le ocurrió a esa araña insensata?

  Ahí va el resumen de mi conferencia. Con ello cierro mis palabras... Destruyó su orgulloso trabajo porque no comprendió la utilidad del hilo que se dirigía hacia las alturas.

MONS. TIHAMÉR TÓTH – “El Triunfo de Cristo”


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domingo, 20 de octubre de 2013

La Santa Inquisición – Por P. Ángel O. Peña


  Los libros de historia propiciados por los enciclopedistas del siglo XVIII exageran la leyenda negra de la Inquisición. Los cuadros pintados por Jean Paul Laurens no muestran de la Inquisición más que calabozos tenebrosos y víctimas jadeantes, postradas a los pies de monjes sádicos. Incluso en pleno año 2001, una revista presentaba el libro negro de la Inquisición, acompañado con el subtítulo: Caza de brujas y cátaros. Retrato de un fanático: Torquemada. Las torturas y la confesión. De las  ilustraciones del documento, siete representan una hoguera y una escena de tortura.

  Pero los hombres de la primitiva Inquisición medieval del siglo
XIII, vivieron la Inquisición como una liberación. La historiadora
Regine Pernoud dice que la Inquisición fue la reacción de defensa de la sociedad ante las herejías en tiempos en que la fe era tan importante como en nuestros días lo es la salud física.

  Evidentemente, con la mentalidad del siglo XXI es difícil entender la Inquisición. Pero, en aquellos tiempos, lo que no se toleraba era la herejía o apostasía de la fe católica. Y en cuanto a la Inquisición española, fundada en 1478, dice Henry Kamen, inglés no católico: En una época en que el uso de la tortura era general en los tribunales criminales europeos, la Inquisición española siguió una política de benignidad y circunspección. La tortura era empleada sólo como último recurso y aplicada en muy pocos casos. Las confesiones obtenidas por la tortura jamás eran aceptadas como válidas, porque evidentemente habían sido obtenidas por coacción. Por lo tanto, era esencial que el acusado ratificara su confesión al día siguiente de haber sido torturado... Los archivos de la Inquisición son exhaustivos y completos al describir el curso de las sesiones de tortura. Cada palabra, cada gesto era anotado por el secretario presente. Como reportajes, estos relatos carecen de paralelo en su época... Comparándola con la crueldad deliberada y la mutilación practicadas en los tribunales seculares ordinarios, se ve con una luz mucho más favorable de lo que sus detractores se han molestado en admitir. Si se agrega a esto las relativas buenas condiciones de sus prisiones, queda claro que el tribunal, en su conjunto, no tenía interés por la crueldad y que intentó en todo momento temperar la justicia con un trato misericordioso.

  Por eso, como dice el historiador peruano Fernando Ayllón: El número de condenados a muerte por el tribunal de la Inquisición no fue tan exagerado como decían sus detractores... En todo caso, el número de condenados fue mucho menor que en los demás países europeos en que las guerras religiosas y las quemas de brujas multiplicaron por decenas, cuando no por miles de veces, esta cifra. La leyenda negra contra el tribunal, conforme lo sostienen la mayoría de los investigadores hoy en día, resulta por demás insostenible.

  En los Estados en donde el protestantismo había calado profundamente, no existía en verdad la Inquisición; pero, en su defecto, existía algo peor: el capricho y la voluntad omnímoda de los reyes y príncipes o de los jefes confesionales, como sucedía en los cantones suizos... El mundo protestante fue mucho más cruel e implacable en la persecución de quienes profesaban doctrinas diferentes de las profesadas por ellos. En suma, las llamadas crueldades de la Inquisición no eran ni pecado de la Inquisición ni culpa de España, sino naturales consecuencias del criterio dominante en asuntos procesales y penales. Por ello, podemos terminar este epígrafe, diciendo que la Inquisición fue en todo mejor que la fama que dejó de sí.

  Y en cuanto a la quema de brujas, el gran especialista en este tema Gustav Henningsen, no católico, afirma: La exagerada suposición de que la Inquisición, en el siglo XV y XVI, hubiera quemado a 30.000 brujas, hace tiempo que ha dejado de tenerse en consideración por la ciencia. Y dice más: Las cifras de la quema de brujas por la Inquisición, por inesperadas, resultan asombrosas. Para Portugal es 4, para España 59 y para Italia 36.

  Con respecto a la Inquisición española, según muchos expertos, el número de muertos en toda su historia sería entre 1.500 y 2000. Por ello podemos preguntarnos: ¿Habría habido menos muertos sin la Inquisición? Y en los países en que no hubo Inquisición como Inglaterra y Alemania, ¿cuántos muertos hubo por las guerras religiosas? Creemos que el balance es más positivo que negativo. Henningsen dice: La Inquisición fue la salvación de miles de personas acusadas (de brujería), de un crimen imposible. Y Roth Cecil afirma: Por este servicio a la humanidad y a la verdad (de librar de la muerte a acusados de brujería, pues hubo 20.000 juicios) la Inquisición española merece la gratitud de todos los hombres civilizados.

  ¿Qué les podemos decir a aquellos que, como el autor del Código da Vinci, dicen que la Inquisición mató cinco millones de brujas? ¿Que son mentirosos, ignorantes, perversos?

Padre Ángel O. Peña - ¿Europa sin Cristo? Pags. 42 a 45.


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jueves, 12 de septiembre de 2013

El Papa Masón y Judaizante en los Protocolos de los Sabios de Sion - Por Aurelio Sallairai



Es un axioma masón indiscutible que la masonería debe hacerse sentir en todas partes y no dejarse ver en ninguna.

  Exactamente lo mismo es lo que está pasando con la “judería”...

  … entendemos  y siempre lo hemos entendido así, que la verdad y la no verdad, esto es, el error, no pueden estar jamás unidos en buena unión, que entre el bien y el mal no cabe pacto alguno de no agresión y amistosa convivencia, como muchos están procurando ahora que la haya.

  O se es lo que se es, o no se es nada.

  …¿Qué el decir la verdad trae dolorosas y a veces fatales consecuencias? Ya lo sabemos por propia y ajena experiencia. Pero hay que decirla, y en voz alta para que los demás la oigan y despierten de la modorra que tan insensible como eficaz y aceleradamente les va corroyendo la vida cristiana y la de los hombres, conduciéndolos a la muerte temporal  y eterna.

  Si esas consecuencias probables y esperadas llegan, ofrendaremos a Dios lo que nos cueste con la naturalidad y fortaleza del soldado de campaña que, frente al enemigo, da su vida por la patria.

  Por lo demás, judíos y masones andan en todo este asunto tan de la mano como en la realidad. ¡Claro! Pues hay quien dice, y entre ellos los mismo judíos (Protocolo XI, 273) que la masonería es su hija legítima.

  …los dos tienen los mismos fines: raer del mundo el cristianismo... Y para eso en todos los tiempos de su coexistencia, pero principalmente en estos tiempos que corremos, los dos emplean los mismo medios: la infiltración en la Iglesia de doctrinas y personas que so pretexto de “renovación del cristianismo” lo que pretenden es su total ruina.

  …en el mundo y más todavía en el seno del catolicismo contemporáneo y aún en la misma Iglesia, representada por muchos de sus teólogos y autoridades, hay una adaptación y sumisión de los principios judaico-masónicos, que ahora sí, de veras, pretenden realizar aquella revolución interior pronosticada astuta casi simultáneamente por los Protocolos y por el masón Fogazzaro en su novela “Il Santo”, condenada por la congregación del Índice de libros prohibidos.

  He aquí las palabras de Fogazzaro, que encierran el programa que hoy en día se está realizando al pie de la letra: “Nosotros somos un cierto número de católicos de Italia y fuera de ella, eclesiásticos y laicos que deseamos la reforma de la Iglesia. La deseamos sin rebelión, llevada a cabo por la propia autoridad legítima. Queremos reformas en la disciplina del clero, reformas en el supremo gobierno de la Iglesia. Para esto es necesario crear una opinión que induzca a la legítima autoridad a obrar según nuestros planes, lo cual tardará veinte, treinta o cincuenta años” (Barbier “Las infiltraciones masónicas en la Iglesia”).

  ¿No es lo mismo idénticamente lo mismo, lo que están realizando hoy los del aggiornamiento” de la Iglesia bajo la tutela y dirección de masones y judíos?

  SÍ, masones y judíos. Porque… hay innumerables testimonios de judíos y masones y ambas cosas a la vez, que coinciden sobre el fin de ambas entidades: masonería y judería”

  Veamos algunos: Bernard Lazar, judío y masón y uno de los más celebres banqueros internacionales, escribe: “Si lo judíos no organizaron una tenebrosa conspiración contra Jesús, proporcionaron las armas a los que le combatieron, y en los asaltos dirigidos contra la Iglesia, ellos están siempre en primera fila”. Bernard Lazar cita al rabino Tarfon, que dice: “Los evangelios deben ser quemados, porque el paganismo es menos peligroso para la religión judaica que las sectas judeo-cristianas”

  Tiene razón Tarfon. Pero lo mismo decimos nosotros de esas sectas judeo-cristianas, modernizadas con el bonito nombre de “Amistad judeo-cristiana”, que son muchísimo más peligrosas para el cristianismo que el paganismo.

  Y el rabino Coffée declaró que “el Nuevo Testamento es el libro más antisemita que se ha escrito”.

  Efectivamente. También tiene razón Coffée. Y la prueba irrefutable está bien presente ¡clavada en la cruz desde hace veinte siglos! ¡Cristo!

  …Pero a pesar de todo no triunfarán, porque por encima de todo están las palabras del mismo Cristo:” LAS PUERTAS DEL INFIERNO, NO PREVALECERÁN”.

  ¿Qué más?. Nada más, sino lo siguiente. Los enemigos de Cristo y de su Iglesia no han podido derribar las murallas que la han protegido durante los veinte siglos de su existencia, tiempo más que suficiente para aprender que los arietes usados hasta el presente ya están “obsoletos” y que hay que usar otros más eficaces, parecidos o algo así como el caballo de Troya dentro de la Iglesia, porque ya no hay troyanos valientes dentro de ella que la defiendan.

  Efectivamente. He aquí el consejo de Nubius, personaje principal de la logia “La Alta Venta” daba a Volpe, uno de los adeptos más aventajados, el 3 de abril de 1844: “Lo que nosotros debemos pedir, buscar y esperar, como los judíos esperaban al Mesías, es UN PAPA SEGÚN NUESTRAS NECESIDADES”.


  Y explicaba con mayor claridad: “Debemos llegar por medios, pero bien graduados, aunque no sean bien definidos. AL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN POR UN PAPA” (“Infiltraciones enemigas en la Iglesia”, París 1970)…


Aurelio Sallairai – “Los Protocolos de los Sabios de Sion y la Subversión Mundial” Bs.As. 1972 . Pags. 37 - 40


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miércoles, 12 de junio de 2013

¿Qué dicen los impulsores de la Teología de la Liberación sobre el Papa Francisco?

  Lo acogen con esperanza y satisfacción tras sus primeros días de pontificado... la opinión entre ellos es, de momento, unánime.

Con el título La Teología de la Liberación se mueve, Alver Metalli, legendario director de 30 Giorni, la revista de Comunión y Liberación que aportó un aire fresco al análisis eclesial en los años noventa, escribe un reportaje en el portal PáginasDigital sobre la opinión que tienen los principales impulsores de la llamada Teología de la Liberación como son Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Fray Betto, Jon Sobrino del nuevo Papa Francisco.

A continuación, el artículo íntegro de Alver Metalli:

Servir a los pobres
«Gustavo Gutiérrez, el iniciador de la Teología de la Liberación, ha dado a conocer su pensamiento sobre el papa Francisco. Ha citado al Papa argentino durante una reflexión para la Semana Santa. Movido por la respuesta de Jesús a Pilato sobre la verdadera naturaleza del Reino, la de no ser "de este mundo", Gutiérrez la ha comparado con un concepto del que ha hablado el Papa Francisco "sobre el auténtico poder de la Iglesia, que consiste en servir a los pobres".

En defensa del Papa
»El teólogo peruano ha seguido dirigiéndose a los cristianos, para preguntarles si están "dispuestos a renunciar a los privilegios y a ciertos reconocimientos sociales por la solidaridad con los más pobres". Antes que él, el brasileño Leonardo Boff había rechazado las críticas dirigidas al cardenal Bergoglio por haber colaborado con la dictadura argentina. "Prefiero creer -había declarado- a Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y a la ex integrante de la Comisión nacional para los desaparecidos Graciela Fernández, que califican estas acusaciones como calumnias. "Al contrario", anadió Boff, Bergoglio "ha salvado a muchos escondiéndoles en el Colegio Máximo de San Miguel". En una entrevista a Fabiana Frayssinet, especializada en temáticas ambientalistas, Boff ha elogiado abiertamente al nuevo Papa. "Con él se inaugura la Iglesia del tercer milenio: lejana de los palacios y en medio del pueblo y de sus culturas".

Razones para la esperanza
»Su compatriota Fray Betto, primera fila también de la Teología de la Liberación en los años 90, ha puesto su acento sobre el nombre elegido por el nuevo Papa, el nombre de un santo "que ha soñado que la Iglesia estaba derrumbándose y que él tendría que reconstruirla". El nuevo Papa, para el escritor y fraile dominico, "es consciente de la crisis de la Iglesia, de la necesidad de una seria reforma, empezando por la curia romana, y esto me da razones para esperar".

El Papa de los pobres

»Por otro lado, Jon Sobrino, como también Ivonne Guevara y Oscar Beozzo, dio abiertamente crédito al Papa argentino, subrayando que el mes de su elección coincide con el de la muerte de monseñor Oscar Arnulfo Romero y diciéndose confiado por la próxima elevación a los altares del obispo de los pobres por parte del Papa de los pobres».


  Nota de NCSJB: Ilustramos la nota con la emblemática imagen de la Teología de la Liberación que ante los dichos del Papa sobre los ”restauracionistas” (ver aquí) donde le molesta que se recen rosarios por él (según él lo grave es contarlos), ya que parece que estamos yendo a pasos agigantados con este pontificado a un Vaticano filantrópico, preocupado solo por cuestiones mundanas (mafias, corrupción, pobreza material, capitalismo y ecología).
  Con los dichos del día de ayer: “San Pedro no tenía una cuenta en el banco. La predicación del Evangelio es algo gratuito", “con una Iglesia rica, la Iglesia envejece" y "no tiene vida", ya quién tenga dudas es porque no quiere ver, ni oír, ni hablar por temor a la verdad.
  Recemos por el Papa, más no nos neguemos a lo evidente y ni convalidemos el error en nombre de la obediencia, porque eso sería un contrasentido.

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viernes, 17 de mayo de 2013

PLENA REHABILITACIÓN DEL HEROICO CARDENAL MINDSZENTY


   El sitio web de la archidiócesis de Esztergom-Budapest informó (el mes de marzo 2012) de la plena rehabilitación legal, moral y política del heroico cardenal de Hungría, Jozsef Mindszenty. El proceso de rehabilitación del Siervo de Dios, el cardenal Mindszenty, se concluyó oficialmente por solicitud de su sucesor, el cardenal Péter Erdő, por orden del Fiscal General.

  A finales de 1989, el Fiscal General había ordenado la revisión del proceso Nº IX. 254/1949, instruido por el Tribunal Popular de Budapest contra el Cardenal József Mindszenty, que lo acusó de alta traición. Mediante la Ley N º XXVI. de 1990, el Parlamento ordenó la reparación de dicho procesofarsa y, por lo tanto, de la condenación ilegítima.
  
  La ordenanza actual concluye oficialmente el proceso de revisión y, al mismo tiempo que declara la plena rehabilitación legal, moral y política del cardenal József Mindszenty.

  El Cardenal Péter Erdő, afirmó que este es “el fin de una larga historia, llena de sufrimiento”, que “contribuirá al conocimiento de la verdad de nuestro pasado, a la restauración espiritual y a la elevación la moral de nuestro pueblo.” “Esta decisión –concluyó el purpurado demuestra claramente que nuestra legislación ha roto con la pesada herencia de los juiciosfarsa y se compromete seriamente con hacer valer las exigencias fundamentales y humanas de la justicia”.

Antecedentes:

  El Tribunal Popular de Budapest condenó por alta traición
al Cardenal József Mindszenty en un procesofarsa.
  Durante los primeros años de la ocupación soviética de Hungría, la figura del cardenal Mindszenty se agigantó en un enfrentamiento con las autoridades comunistas del país, personificando una gesta en defensa de las libertades de la Iglesia y de la tradición espiritual del pueblo húngaro. Junto a miles, fue reprimido por oponerse tenazmente a la nacionalización de las escuelas católicas, y detenido, sufriendo a manos de los comunistas torturas durante treinta días y noches consecutivos, consistentes en privación de sueño, administración de drogas, forzamiento de declaraciones y falsas acusaciones, y juzgado en un proceso totalmente injusto en el que la corte dizque lo encontró culpable de "traición", condenándolo a cadena perpetua.

  Persecución que supuso también el encarcelamiento de otros obispos, el fin de la educación religiosa y la disolución de las órdenes religiosas. Fue encarcelado durante 8 años hasta 1956 con la memorable revolución húngara anticomunista. En esa circunstancia fue liberado y llevado a Budapest, donde realizó varias alocuciones públicas y radiales en favor de la libertad de Hungría.

  Fracasada la revolución el cardenal Mindszenty se vio obligado a auto exiliarse en la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, donde recibió asilo político, permaneciendo ahí quince años. Agentes comunistas lo esperaban día y noche en las afueras de la embajada. Llegó a erigirse en un símbolo apreciado y respetado por los húngaros contemporáneos, dejándonos este santo pastor el testimonio más elocuente de integridad.   Presionado por el papa Pablo VI, el cardenal Mindszenty abandonó finalmente Hungría en septiembre de 1971 y pasó a residir en Viena.

  En 1974, Pablo VI declaró vacante la sede Metropolitana de Hungría, a la que Mindszenty había renunciado por instrucciones de Roma y no sin manifestar públicamente su desacuerdo con los intentos diplomáticos por parte del Vaticano de establecer alguna relación con el estado húngaro, esfuerzos que, finalmente, permitieron el nombramiento de algunos nuevos obispos. El veterano cardenal diría en esa ocasión: «La historia del bolchevismo, que se remonta ya a medio siglo, demuestra que la Iglesia no debe hacer nunca un gesto conciliador a la espera de que cese por ello la persecución religiosa». El conocido como el "Soldado de la Fe", "símbolo de las resistencias a todas las formas de violencia", "el mártir más célebre del catolicismo de su tiempo" falleció en Viena en 1975 y, actualmente, está en estudio su proceso de beatificación.

 Fuentes: Radio Vaticano, Acción Familia, Conoze, Biografías y Vidas;  La Gaceta de Puerto Príncipe 

Nacionalismo Católico San Juan Bautista

MASONERÍA EN EL VATICANO


UN CARDENAL DENUNCIÓ ANTE EL COLEGIO CARDENALICIO LA INFILTRACIÓN MASÓNICA EN EL VATICANO


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EL ACUERDO CON LOS MASONES ES EL NUEVO MISTERIO DEL VATICANO

  • Un cardenal revela que antes del cónclave otro cardenal denunció el "asunto" de las Logias en la Iglesia e instó a "cerrar el caso"
Fabio Marchese Ragona Dom, 12/05/2013 
"Hoy tenemos que abordar seriamente el problema y hacer todo lo posible para encontrar a los infiltrado en el Vaticano."
Así lo dijo en un discurso largo, detallado y sin rodeos, un cardenal presente en las congregaciones generales que precedieron al cónclave, en que resultó electo Papa, el jesuita Jorge Mario Bergoglio. El cardenal comenzó a leer el texto de varias carpetas, hasta que para el asombro de sus hermanos cardenales pronunció la palabra que nadie habría imaginado que le digan a la derecha de su asiento: la masonería.
El meollo de aquella larga jornada a principios del mes de marzo se lo comentó a IL GIORNALE otro cardenal italiano que,como todos, estaba dentro del Aula Nueva del Sínodo en la casa donde los cardenales se hallaban trabajando en una agenda apretada en vista de la clausura de la Capilla Sixtina (ese cardenal solicitó no publicar su nombre al diario italiano).  "El affaire de los Masones en el Vaticano se está haciendo demasiado grande", dijo en el encuentro el cardenal durante esa reunión presidida por el decano Angelo Sodano. "El Colegio de Cardenales debe moverse para evitar que esta gente pueda permanecer en el corazón de la Iglesia y debe ser uno de los primeros pasos para afrontar con el nuevo Papa electo", señaló.
La masonería vuelve así a sacudir las salas sacras y hace discutir a cardenales y laicos. Esta vez, sin embargo, parece ser una sacudida final: La palabra que se filtra más allá del Tiber es "tolerancia cero" hacia los posibles infiltrados, tan es así que, según lo dicho por la eminencia anónima "un grupo de cardenales estaría dispuesto a hablar de ello con Bergoglio en la primera oportunidad".
Padre Geraldo de Masela Silva tras
haber oficiado una misa a los masones
que celebraban el día del masón.
En la misma nota IL GIORNALE comenta que "para hacer el tema más actual está un nuevo libro, "Vaticano massone. Legge, denaro e poteri occulti: il lato segreto della Chiesa di Papa Francesco" (“La Masonería Vaticana. Leyes, dinero y poderes ocultos: el lado secreto de la Iglesia del Papa Francisco”)  publicado por Piemme y co-escrito por los periodistas Giacomo Galeazzi y Ferruccio Pinotti. Dentro de su texto, también acompañado de algunos documentos, se habla de eminencias y laicos empleados del Vaticano pertenecientes a las logias secretas". Por supuesto, habrá que tener cuidado con dicho libro, pues como puede ser un trabajo bien documentado, podría también ser una mezcla de verdades con noticias y especulaciones que sólo intentan promover escándalos para hacer un éxito de librería aspectos falsos y no demostrados. Ciertamente la infiltarción masónica no es algo nuevo en la Iglesia, pero el tema es serio y puede ser tratado con profesionalismo o aprovecharse de él para generar escándalos y lograr cuantiosas ventas o para desprestigiar a la Iglesia.