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martes, 11 de abril de 2017

Los judíos y la subversión en Argentina - Santiago Mondino




Resulta llamativa la relación entre la baja proporción de habitantes judíos de la Argentina y el alto porcentaje de israelitas incluidos en las nóminas de detenidos-desaparecidos.


En el libro del historiador judío Leonardo Senkman “El antisemitismo en la Argentina” se informa de esta desproporcionada participación de judíos:

El número desproporcionadamente alto de víctimas de origen judío, multiplicando casi en 10 veces su proporción en la población… No podría negarse que los judíos están sobrerepresentados en las capas profesionales que han sido blanco directo de la represión así como de grupos particulares como el estudiantado universitario… la desmedida presencia de las victimas israelitas en el marco general… podría concluirse que el total (de judíos) en las cifras generales de las víctimas de la represión se estimaría entre un 5 a un 10%...”


Norberto Ceresole en su libro “La falsificación de la realidad”, se había ocupado de este tema, estableciendo una hipotesis finalista. En tal sentido escribia:


El rabino Daniel Goldman... explicó que aunque los judíos eran sólo el uno por ciento de la población argentina, representaron el 12 o 13% de los torturados, asesinados o desaparecidos” (Clarin Digital, 20 de abril de 1999). “El episodio genocida antisemita de la Argentina no contiene elementos sustancialmente diferentes de los que en otras dimensiones y ámbitos emergen en los progroms zarista y stalinista y en la Alemania hitleriana” (Informe presentado al juez español Baltasar Garzón).- Si estas informaciones que aportan las organizaciones judías son ciertas, y muy probablemente sean ciertas, significa que los judíos tenían una extraordinaria representación (¿Cómo denominarla? ¿Étnica? ¿Racial? ¿Religiosa?) en las organizaciones armadas irregulares: la guerrilla en la Argentina de aquellos años era predominantemente judía, según inobjetables fuentes judías del presente. Estaban representados por un porcentaje en todo caso muy por encima de su representación social global, que nunca excedió del 2% de la población (1.296 judíos fueron asesinados, lo que supone un 12,43 por ciento del total de las víctimas).


Jorge Knoblovitz, el secretario general de la organización que agrupa a las comunidades judías de Argentina indica que la comunidad judía de Argentina en aquellos años era de 230.000 a 290.000, un 1% de la población total. “El número de judíos que fueron secuestrados, detenidos o ejecutados se estima en 2000. Algunas estimaciones son mucho mayores, ya que muchas víctimas no se identificaban como judíos, por una buena razón...”


Sergio Vainroj en un homenaje organizado por la DAIA, en representación de los ex combatientes judíos en la guerra de Malvinas expresó que la Guerra de Malvinas es “un episodio histórico y único” que vivió la Argentina, en “la época más obscura y sangrienta de la Argentina que comenzó el 24 de marzo de 1976 y se llevó consigo 30.000 desaparecidos, de los cuales 1.900 almas eran judíos, que representa casi el 11% de los desparecidos argentinos durante la dictadura militar”.
“Un numero alto si se tiene en cuenta que la comunidad judía en la Argentina no llega ni al 1 por ciento de la población general.”


Hay que advertir que los autores antes citados sacaron sus coeficientes sobre la cifra mítica de 30.000. Siendo en realidad mucho menor el número de los caídos revolucionarios, la proporción rondaría el 25%. En cualquier caso, habría que tener como piso el 20% al que se refiere Sergio Guelerman en “Memorias en presente. Identidad y transmisión en la Argentina posgenocidio”


Según uno de los testimonios recogidos, del académico Javier Simonovich, “en la mayoría de los casos, los judíos desaparecidos que fueron llevados por las Fuerzas Armadas no fueron raptados por ser judíos”


En una entrevista concedida al diario Haaretz, el autor, historiador y periodista Daniel Muchnik meditaba en retrospectiva por qué tantos judíos, se encontraron en el ojo de la tormenta de la crueldad y la opresión de la dictadura. Explicó que "desde la revolución cubana, y más aún después de la muerte del Che Guevara en 1966, muchos jóvenes en Argentina se sintieron atraídos por el activismo político. En muchos casos, gravitaron hacia la resistencia armada en las organizaciones guerrilleras como las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), el antiguo Partido Comunista, las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas, Peronistas de Izquierda), los peronistas de izquierda y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que celebró una mezcla de creencias indígenas Trostkistas y locales.". Y agrega: "Este proceso, que tuvo lugar en toda América Latina, atrajo a muchos Judios.”

El alto índice de judíos es un correlato de la participación de los mismos en las distintas organizaciones guerrilleras que actuaron en la Argentina desde comienzos de la década del 60. Para corroborar lo expuesto vamos a analizar los principales grupos revolucionarios.


La primera guerrilla que actuó dentro de nuestro territorio en el año 1964 en la localidad de Orán fue el EGP (el Ejército Guerrillero del Pueblo). Ciro Bustos indica que el jefe del grupo, Jorge R. Masetti:


No ignoraba que el porcentaje de judíos entre nuestras bases urbanas era notorio, igual que en toda la izquierda argentina, donde el que no era judío era casado con una judía, o a la inversa. Casi podría decirse que la mitad de la dirección nacional del EGP se componía en esos términos”


Las FAR contaban con un porcentaje del 50% de sus miembros de filiación judía. Diaz Araujo contabiliza sobre 242 miembros militantes, 104 de ascendencia judía. Las proporciones más concretas son las siguientes: hombres: 75 de 179; mujeres: 29 de 63.


El periodista montonero Juan Salinas dijo que debían buscar un rabino para las FAR porque  “La mayoría de los de la FAR eran judíos”. Y Miguel Bonasso recuerda que antes de la fusión, los “faroles” (de las FAR) atacaban a los montoneros como “fachos”, y los montoneros respondían a coro:

Donde están los faroles, dónde están? En la sinagoga, leyendo a Carlos Marx”

Entre los combatientes del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) -y mucho más entre los adherentes posteriores- hacía 1973-, el coeficiente de sus miembros judíos era similar al de las FAR.


En Montoneros también fue importante la cantidad de cuadros judíos en sus filas. Siendo esta una agrupación íntimamente vinculada al movimiento político liderado por Perón, quien fue el que integrara a la comunidad judía en la vida política argentina, resultaba natural la presencia de miembros de dicha entidad entre sus componentes. Montoneros había sido un trípode de entidades derivadas del catolicismo progresista en los tiempos del Concilio Vaticano II, habiéndose formado sus principales dirigentes en torno a grupos como el de la revista Cristianismo y Revolución de Juan Garcia Elorrio o el Padre Mugica: en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Las sucesivas represiones alteraron completamente ese panorama inicial. A partir de 1975/76, la Orga se convirtió en un ente estrictamente porteño, identificado con la JUP y con la UES de la Capital Federal, a lo sumo con un apéndice en La Plata. Y es en ese momento donde resalta la presencia judía.

Pueden citarse como ejemplo del peronismo montonero los hermanos Jorge, Leonardo y Luis Adjiman, Luis Aisenberg, Leticia Akselman, Eduardo Beckerman, Rubén Benchoam, Rubén Beratz, Guillermo Binstock, Claudio y Jorge Casoy, Viviana Cohen, Eduardo Corfield, Benjamín Isaac Dricas, Gabriel Dunayevich, Mónica Epstein, José y Laura Feldman, Diana Fidelman, Claudio Fink, Orlando Finsterwald, Nora Friszman, Arturo Garín, Sergio Gass, Raquel Liliana Gelín, Marcelo Gelman, Carlos y Liliana Goldemberg, Hugo Goldsman, Nora Goldstein, Jorge Gorfinkiel, Claudia Grumberg, Eva Gruszka, Enrique Grynberg, Moisés Hakimfaks, Patricia Huchansky, Matilde Itzigsohn, María Liliana Ivanoff, Rodolfo Ivanovich, Franca Jarach, Víctor Kein, Edith Koatz, Samuel Koblinsky, Alfredo Elías Kohon, Mario Lorenzo Konkurat, AdrianaKornblihtt, Tomás Kornfeld, Marcelo Kurlat, los hermanos Miguel y Bernardo Levenson, Arturo Lewinger, Marta Libenson, Diana Lijtman, Zulema Matzkin, Graciela Mellibovsky, Raúl Milberg, Rodolfo Minsburg, Marcos, Mario y José Osatinsky (padre y sus dos hijos respectivamente), Mónica Susana Pinus, Elsa Rabinovich, Alicia Raboy, Jorge Rochistein, Patricia Roisinblit, Alejandro Sackmann, los hermanos Alberto y Jaime Said, Alberto Savransky, Soledad Schajaer, Daniel Schapira, Diana Schatz, Pablo Schmucler, Claudio Slemenson, Guillermo Soilverman, Jorge Lewi y su esposa Ana María Sonder, Gustavo Stenfer, Hugo Strejilevich, Isaac Sulkes, Rosana Judith Szafirstein, Pablo Szir, Mario Tarchitzky, Sergio Tarnopolsky y su hermana Betina, Gisela Tenenbaum, Bernardo Tolchinsky, Jorge y Sergio Trod, Carlos Troksberg, Lorenzo Ismael y María Adelaida Viñas (hermanos), Mauricio Weinstein, Ana Dora Wiesen, Claudia Yankilevich, Andrea Yankillevich, Alicia Zimman, Ricardo Zuker y Luis Zukerfeld.


El comunista y judío Isidoro Gilbert señala que el influjo de la revolución de 1917 sobre muchos judíos fue enorme y en los movimientos comunistas ha sido elevada la proporción de militantes de ascendencia judía. Destacando que de institutos judíos, como el Zumerland, salieron muchos jóvenes que optaron por Montoneros o ERP.


Como conclusión frente al elevado número de miembros de esta comunidad que tomaron sus armas contra las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad de la Nación podríamos formular la aclaración y separación que marca Alexander Solzhenitsin, cuando apuntaba sobre los miembros judíos de la Cheka-KGB:


Yo no tengo la culpa de que todos ellos sean de procedencia judía. No se trata de una selección artificial realizada por mí. La separación la ha hecho la historia”




Los judíos en la literatura pro guerrillera.


Finalizado el gobierno militar e instaurada la democracia, se escribieron cientos de libros dedicados exclusivamente a la cuestión de la lucha antisubversiva y a los “detenidos-desaparecidos”. La mayoría fueron escritos con claros fines apologéticos y reivindicativos del accionar subversivo. Cabe destacar que entre los autores prevalecieron de manera casi monopólica ex guerrilleros. Diaz Araujo destaca la importante presencia de escritores judíos:

Hemos enunciado la presencia de 654 libros pro-guerrilleros. Entre sus autores podemos verificar la existencia de 119 de neta ascendencia judía. En términos generales, casi una sexta parte de los apologistas del revolucionarismo pertenecen a esa etnia. Y, por cierto, nadie los obligó a escribir tales obras, ni fueron escogidos dentro de una lista confeccionado por represores”.  




Finanzas y subversión






El dinero recaudado por la agrupación Montoneros era manejado por el oscuro banquero David Graiver, el cual estaba estrechamente vinculado con el ex ministro de economía entre los años 1973 y 1975 José Gelbard en el gobierno de Perón.


Graiver era un hombre de ideas progresistas, amigo y funcionario del General Alejandro Lanusse contaba con el apoyo del lobby judío-norteamericano, cuyo centro de gravedad era Nueva York, gracias a su vínculo con Abrahan Feinberg, presidente del movimiento sionista de los Estados Unidos. Figuraba en la lista de protegidos del Mossad. Todo Estado defiende a sus banqueros que le son útiles, mucho más Israel, que depende de la asistencia exterior. Sobre todo de la diáspora judía, cuyos epicentros americanos, como se sabe, está en los Estados Unidos y en la Argentina.

Graiver junto con su socio José Gelbard habían hegemonizado la economía argentina durante 3 años, Gelbard como Ministro y Graiver como asesor del Banco Central y líder empresarial. Durante su época de apogeo llego a dominar 30 empresas de todos los rubros, con un capital de 200 millones de dólares.


Sobre el origen de la relación entre Graiver y Montoneros Algunas fuentes sostienen que se inició luego del secuestro de Isidoro Graiver (hermano de David) en 1972, otros investigadores afirman que el nexo existía desde 1970, cuando su pareja Lidia Papaleo le presentó a su hermano Osvaldo, casado con una parienta directa de Carlos Maguid, quien sería uno de los asesinos del General Aramburu.


Lo cierto es que una parte del dinero producto de secuestros extorsivos, como el de los hermanos Born, fueron administrados por Graiver, quien pagaba intereses mensuales a la organización guerrillera con los cuales financiaban sus actividades.



 Gelbard el apoyo politico, Graiver el administrador de los fondos y Roberto Quieto (NG: el negro) líder montonero nexo entre el banquero y la organización



El 7 de agosto de 1976 el avión que trasladaba a Graiver desde Nueva York hacia Acapulco se accidentó y se dio por muerto al financista. El hecho quedó rodeado por una nube de sospechas que hasta el día de hoy no se han despejado debidamente.


 

  



 José Ber Gelbard fue el constructor del imperio económico del Partido Comunista Argentino (PCA) que le dio un lugar privilegiado dentro del llamado Directorio, una organización ultrasecreta que controlaba la toma de decisiones respecto de los temas más trascendentales que hacían a la agrupación. Confiable para los servicios secretos israelíes (MOSSAD), un amigo de Fidel Castro y de Salvador Allende; un protegido de los Kennedy y un opositor de Henry Kissinger y Richard Nixon; un aliado de Menem, de Balbín, de Lopez Rega y de Montoneros, la cual en la primavera de 1974 realizó un depósito por 17 millones de dólares, con un cheque de la Unión de Bancos Suizos, en el Banco Comercial de la Plata, mediante los buenos oficios del ex Ministro de Económia Gelbard. Ese es el nudo de “la conexión Graiver”, de las gestiones económicas en favor de la delincuencia subversiva.






 


Jacobo Timerman, padre del ex Ministro de RREE del gobierno de Cristina Kirchner, formaba parte del proyecto de Graiver y de José Gelbard de constituir una cadena mediática de tendencia marxista con el proposito de influir sobre la opinión pública.






 Jacobo Timerman propietario del periódico La Opinión al que definía «a la derecha en economía, centristas en política, y a la izquierda en cultura»




Guerrilleros sí, soldados no


La misma bravura con que tomaron las armas muchos miembros de la comunidad judía para enfrentar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, no se vio reflejada cuando se desató el conflicto bélico con Gran Bretaña en las Islas del Atlántico Sur. A diferencia del elevado número de judíos que integraban los grupos guerrilleros, en la guerra por las Malvinas solamente se movilizaron 200 integrantes de la comunidad judía, de los cuales un número bastante menor, que se desconoce con certeza, fueron los que participaron en la guerra.


A diferencia del coraje que demostraron muchos judíos en operativos guerrilleros contra las Fuerzas Legales, dignos de mejores causas, no hay registros de que se hayan desempeñado con la misma valentía frente al invasor inglés. Al contrario, un grupo de ex soldados, con el apoyo del CECIM de La Plata, intentó por la vía judicial ser reconocidos como víctimas de crímenes de lesa humanidad, por supuestos malos tratos que les habrían infringido sus superiores. El reclamo fue desestimando por la Corte Suprema.



     Libro “Los rabinos de Malvinas” el aporte de la comunidad judía a la desmalvinización durante el período kirchnerista




Judíos y derechos humanos


El Movimiento Judío por los Derechos Humanos surgió por las denuncias de familiares sobre el antisemitismo sufrido tanto de los presos que estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional como los desaparecidos. Su primera aparición pública se dio luego de que el 23 de marzo de 1983 el gobierno del general Reynaldo Bignone sancionara la Ley 22.924 de “Pacificación Nacional”. De inmediato, las diferentes entidades de derechos humanos se movilizaron contra la medida y organizaron una marcha de protesta en la Plaza del Congreso para el 19 de agosto. “Dentro de los Movimientos de Derechos Humanos éramos vistos con gran simpatía en algunos sectores, en otros con cierta renuencia, tanto que costó ser reconocido como movimiento de derechos humanos, a tal punto que se hacían las reuniones sin nosotros y era una forma encubierta de prejuicio. Estaba el prejuicio que trabajábamos por los desaparecidos judíos y nosotros reclamábamos por todos. Había un movimiento peronista y cristiano por los derechos humanos que reclamaban cada uno por los suyos”, afirma el periodista Herman Schiller. En una oportunidad, ese pequeño rechazo, que se iba acrecentando lentamente, se materializó con hechos que rozaron el antisemitismo, al punto de que casi se genera un escándalo durante el gobierno de Raúl Alfonsín. “Hubo una delegación de organismos de derechos humanos que fue a la Cámara de Diputados a pedir por los presos políticos que todavía estaban detenidos desde la época de la dictadura. Por el MJDH fueron Pedro Resels y Fernando Sokolowicz (dueño de Página/12) y escucharon decir a Ángela Vensentini, miembro de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas: ‘Si entran los judíos, nosotros no entramos’”, recuerda Schiller. Lo ocurrido con Vensentini llegó a oídos del periodista Horacio Verbitsky, quien apoyaba sus tareas, y llamó a una reunión de todos los organismos de derechos humanos y les dijo: “O ustedes reconocen al Movimiento Judío por los Derechos Humanos o yo hago un escándalo público y los acuso de antisemitas”. El director de Nueva Presencia agrega: “En esa advertencia incluyó a todos, incluso a Madres de Plaza de Mayo”




 Movimiento Judío por los Derechos Humanos reclamando por las “victimas” de esa comunidad. No obstante ser varios los judíos que participaban en otras organizaciones de DDHH











Fuentes

Diaz Araujo, Enrique , La guerrilla en sus libros, Tomo II, Mendoza, El testigo Ediciones, 2009, pag. 141 ss

Diaz Araujo, Enrique , La guerrilla en sus libros, Tomo III, Mendoza, El testigo Ediciones, 2009, pag. 121 ss

Acuña, Carlos Manuel, Por amor al odio, Tomo II, Buenos Aires, Del Pórtico, 2003, pag. 395 ss





http://www.itongadol.com.ar/noticias/val/64306/la-daia-homenajeo-a-los-ex-combatientes-judios-de-malvinas-y-ratifico-que-los-acompanara-en-su-reclamo-de-justicia.html









http://www.telam.com.ar/notas/201502/95948-corte-suprema-investigacion-torturas-malvinas-movilizacion-ex-combatientes.html










Nacionalismo Católico San Juan Bautista

martes, 14 de febrero de 2017

El resentimiento del judío errante



  “Basta de galos, por favor. Basta de celtas, de germanos, de eslavos, de conquistadores romanos y de conquistadores árabes. Porque entonces me siento solo y desnudo: mis antepasados no han sido nunca ni galos ni celtas, ni eslavos, ni germanos, ni árabes, ni turcos…”

  “Yo no he podido nunca decir “nosotros” al pensar en esas ascendencias históricas de las cuales se enorgullecen mis conciudadanos. Nunca he oído a otro judío decir “nosotros” con naturalidad, sin hacerse vagamente sospechoso de ligereza, de condescendencia o de hipocresía”.

  “Cuando hace algunos años salí de Túnez para trasladarme a Francia, sabía que salía de un país musulmán, pero ignoraba que iba a un país católico. Unas cuantas semanas bastaron para imponerme esa evidencia”.

  “Descubrí rápidamente que la realidad francesa es inextricablemente confusa, liberal y católica, clerical y anticlerical al mismo tiempo. Pero el fondo común cristiano se encuentra en todas partes, más o menos diluido, más o menos ruidoso”.

  “Francia, a pesar de todo, continúa siendo un país católico, del mismo modo que Norteamérica es un país protestante”.

  “Cuando viajo por el interior de este país, ¿qué es lo que me muestran con justificado orgullo? ¿Qué es lo que yo mismo pido que me enseñen, espontáneamente, sino las iglesias, las capillas, los baptisterios, las Vírgenes, los objetos del culto, y muy pocas cosas más? He comprobado la exactitud de las descripciones de escritores ecuánimes: los pueblos están apretados alrededor de su Iglesia, alrededor de los campanarios, que los señalan desde lejos y parecen protegerlos”.

  “¿Es un caso exclusivo de Francia? No, desde luego; el año pasado quedé estupefacto e indignado primero, y luego amargamente divertido, al leer en los periódicos italianos la solemne declaración de Togliatti, jefe de los comunistas italianos, estimulando y bendiciendo a los “comulgantes comunistas”. Lo sé: se me dirá que se trata de simple “táctica”… Pero, si es necesaria la táctica, significa que existe una realidad con la cual hay que enfrentarse. Y la realidad, en este caso, estriba en que el pueblo italiano es profundamente católico, como lo es el pueblo polaco, como lo es el pueblo español, etc.”.

  “Lo que constituye mi situación religiosa no es tanto el grado de mi profunda religiosidad como el hecho de que no pertenezco a la religión de los hombres entre los cuales vivo, de que soy un judío en medio de no-judíos. Lo cual significa asimismo que mis hijos, mis padres, mis amigos, se encuentran en ese caso. Hasta cierto punto, me encuentro siempre al margen del universo religioso, de la cultura de la sociedad de la cual formo parte en otros aspectos.”.

  “La legalidad de los países cristianos es una legalidad de inspiración cristiana apenas disfrazada, y a menudo proclamada; la legalidad de los países musulmanes es una legalidad musulmana sin reticencias”.

  “La religión de los otros está en todas partes, en la calle y en las instituciones, en los escaparates y en los periódicos, en los objetos, en los monumentos, en los discursos, en el aire, la moral y la filosofía son tan cristianos como el derecho y la geografía. La tradición filosófica que se enseña en las escuelas, los grandes temas de la pintura y de la escultura están tan impregnados del cristianismo como la legislación del matrimonio. Encontrándome el año pasado en la Costa Azul, me divertí observando los pueblos que llevan nombres de santos: Saint-Tropez, Saint-Maxime, Saint Raphael, Saint-Aygulf… Por otra parte, ocurre lo mismo con las estaciones del Metro de París. Si mis recuerdos son exactos, mi primera irritación contra París, ciudad a la que por otra parte quiero tanto, fue de origen religioso. Ocupado parte del día en un desagradable trabajo, por la noche velaba hasta muy tarde para progresar en mis estudios; cada mañana me despertaban unas campanas lanzadas al vuelo, insistiendo largamente, y volviendo a la carga cuando estaba a punto de quedarme dormido de nuevo. Entonces, todo hay que decirlo, vivía en un pequeño hotel a dos pasos de una Iglesia; pero en esta ciudad siempre se está a dos pasos de una Iglesia. Aquellas campanas anunciaban unos deberes comunes a los demás, pregonaban su unión; al mismo tiempo, señalaban a mis oídos mi exclusión de aquella comunidad... Estaba en un país católico; todo el mundo debía encontrar normales y quizás agradables aquellas campanas matutinas, excepto yo, y los que eran como yo, que me sentía molesto e indignado. Con una indignación impotente, por añadidura, ya que los otros, los que no se sentían molestos por el toque de las campanas, que tal vez ni siquiera les despertaban, eran el número y la fuerza. Lo que a ellos les preocupa, lo que ellos aprueban es la legitimidad. Aquellas campanas no son más que el eco familiar de su alma común...”

  “¿Se dan cuenta siempre, los cristianos, de lo que el nombre de Jesús, su Dios, puede significar para un judío? Para un cristiano, incluso convertido en ateo, evoca, o al menos ha evocado, una inmensa virtud, un ser infinitamente bueno, que se propone como el Bien y que ha venido a sustituir todas las morales del pasado. Para el cristiano que continúa siendo creyente, resume y realiza la mejor parte de sí mismo. El cristiano que ha dejado de creer no se toma ya esa ambición en serio, incluso puede experimentar un resentimiento, acusar a los sacerdotes de incapacidad o aún de falsedad; pero, si denuncia una ilusión, no pone en duda, generalmente, la grandeza y la belleza de la ilusión. Para el judío que no ha dejado de creer y de practicar su propia religión, el cristianismo es la mayor usurpación teológica y metafísica de su historia, es una blasfemia, un escándalo espiritual y una subversión. Para todos los judíos, aunque sean ateos, el nombre de Jesús es el símbolo de una amenaza, de esa gran amenaza que pende sobre sus cabezas desde hace siglos, y que en cualquier momento puede estallar en catástrofes, sin que ellos sepan por qué, ni cómo prevenirlas. Ese nombre forma parte de la acusación, absurda, delirante, pero de una eficaz crueldad, que les hace la vida apenas respirable. Ese nombre ha acabado por ser, finalmente, uno de los signos, uno de los nombres del inmenso aparato que les rodea, les condena y les excluye. Que mis amigos cristianos me perdonen; para que me comprendan mejor, y para utilizar su propio lenguaje, diré que para los judíos, su Dios es un poco el diablo. Si el diablo, como ellos afirman, es el símbolo, la condensación del mal sobre la tierra, inicuo y todopoderoso, incomprensible y obstinado en aplastar a los desamparados humanos”.

  “Un día en Túnez, un idiota judío (siempre teníamos cierto número de esos desgraciados que frecuentaban los cementerios y las reuniones comunitarias), al ver pasar un entierro cristiano se sintió súbitamente poseído por un insólito furor. Con un cuchillo en la mano, se precipitó sobre el cortejo, el cual se dispersó aterrorizado, en tanto que el idiota, sin mirar siquiera a la multitud aullante de terror, se acercó rápidamente a uno de los monaguillos… y le arrancó el crucifijo de las manos, lo tiró al piso y lo pisoteó rabiosamente largo rato. Tardé bastante en comprender aquel hecho: la ansiedad se expresa como puede; el idiota respondía a su modo a nuestro común malestar ante aquel mundo de crucifijo, de sacerdotes y de iglesias, símbolos concentrados de la hostilidad, de la extrañeza de aquel universo que nos rodeaba en cuanto salíamos del angosto espacio del gueto”.

Ahora estoy convencido de que la historia de los pueblos, su aventura colectiva, es una historia colectiva, es una historia religiosa; no solamente marcada por la religión sino vivida y expresada a través de la religión. Esa fue una de nuestras grandes ingenuidades, y muy nociva: el haber creído, en nuestros medios llamados de izquierda, en el final de las religiones. Fue un gran error haber tratado de minimizar su papel en la comprensión del pasado de los pueblos. No se trata de celebrarlo ni de lamentarlo, sino de comprobar su extraordinaria importancia y tenerla en cuenta. Hoy me parece evidente que toda la vida colectiva de los cristianos está determinada aún en su conjunto por el cristianismo; su historia pasada y la historia que continúa haciéndose. Ved aún esas sucesivas consagraciones que jalonan la historia y la vida de Francia; la consagración de Carlomagno y la de Clovis, la consagración de Carlos VII y la de Napoleón. Se sabe el lugar y el papel de la Iglesia en las costumbres y en la política: esas regiones enteras dependientes de las consignas de sus párrocos…”

  “Todo eso es trivial, desde luego; hasta tal punto, que apenas se piensa ya en su significado. Se descubre todavía mejor, quizás, la intensidad de lo religioso en los momentos de fiesta, cuando lo religioso culmina, cuando la colectividad adquiere conciencia de ella misma, como ser único. Por una ironía de la suerte, no menos trivial e incomprensible, es entonces cuando el judío se descubre más excluido. En el instante en que el cuerpo social se unifica más en la comunión recobrada, en el recuerdo de los dramas y de las victorias comunes, el judío mide mejor su no-coincidencia, su distanciamiento de la comunidad. Entonces, todo se lo recuerda, con más insistencia que de costumbre: los periódicos, la radio, las calles, las manifestaciones públicas de los jefes de la nación. En la semana de la Navidad, los discursos científicos, políticos, en la radio, en la televisión, empiezan con unas invocaciones: “En estos días en que todos los hombres se sienten niños de corazón...” ¿Todos? Yo, no; yo no pertenezco a esa comunión. Uno de los primeros gestos del general De Gaulle al asumir el poder fue dirigirse al Papa solicitando su bendición para Francia y para los franceses. ¿Forma parte el judío de esa Francia? En caso afirmativo, ¿cómo puede aceptar que sea bendecido por el Papa, y él con ella? En realidad, los jefes de Estado obran como si el judío no existiera. Es cierto que apenas cuenta, que ni siquiera se atreve a contar él mismo: de no ser así, ¿cómo toleraría que el jefe de Estado, es decir; su representante, fuera a la Iglesia en el ejercicio de sus funciones, es decir, en su nombre? El nuncio apostólico es decano del cuerpo diplomático: ¿con que derecho? Por una simple deferencia hacia la religión católica, que no es la suya (la del judío). En los momentos de mayor efusión, en las ceremonias y en los ritos comunes, en el sepelio de los héroes, en la celebración de las victorias, o en las catástrofes ferroviarias, el judío comprueba con más fuerza su aislamiento y su escasa importancia; y su corazón se oprime al descubrir que aquella efusión, aquella reconciliación general, donde todos sus conciudadanos vuelven a encontrarse, redescubriéndose orígenes y proyectos comunes, le dejan al margen”.

  “Me doy cuenta, en el mismo instante de enunciarla, de lo que mi protesta puede tener de poco convincente y de irrisoria, y mi reclamación de exorbitante. ¿Acaso pretendo imponer mi ley a la mayoría? ¿No es natural que una nación viva según los deseos, las costumbres y los mitos del mayor número? Pero, me apresuro a decirlo, lo reconozco inmediatamente: completamente natural. No veo cómo podría vivir de otro modo. Debo confesar, incluso, que hoy tengo un concepto distinto del fenómeno religioso. Continúo creyendo, desde luego, en lo nocivo de la influencia clerical en la vida de una nación, en la necesidad de luchar contra toda influencia política de los sacerdotes y contra toda utilización política de la religión. Pero creo también que el fenómeno religioso no es una invención de los curas o de una sola clase dominante. Es una expresión, de las más importantes y significativas, de la vida de todo el grupo”.

  “El judío es el que no pertenece a la religión de los otros. Quisiera, sencillamente, llamar la atención sobre esa diferencia y sus consecuencias, vividas por mí. Es evidente que tengo que vivir una religión que no es la mía y que rige y determina toda la vida colectiva”.

  Tengo que salir de vacaciones en las fiestas de Pascua cristianas y no en la Pascua judía. Que no se me replique que numerosos ciudadanos no judíos condenan también esa contaminación. No se trata más que de una condena teórica; su vida cotidiana permanece ordenada por la religión común, que al menos fue su religión y que no les desgarra.

  “Lo malo- me decía, medio en broma, medio en serio, uno de mis amigos no-judíos- es que ni siquiera has sido cristiano”

  “Ya he contado en otro lugar cómo nuestra adolescencia y nuestra madura juventud se negaban igualmente a pensar en serio en la posibilidad de persistencia de las naciones: Vivíamos en la entusiasta espera de nuevos tiempos, inauditos, y creíamos ver ya sus signos precursores: la agonía, decisivamente iniciada, de las religiones, de las familias y de las naciones. Los Retrasados de la historia que se aferraban a esos residuos sólo nos inspiraban cólera, desprecio e ironía. Hoy comprendo mejor por qué poníamos tanto ardor en cultivar tales esperanzas. Desde luego, el humor impaciente y generoso de la adolescencia, que la impulsa a liberarse y a liberar al mundo entero de todas las trabas, encaja de un modo especial en las ideologías revolucionarias. Pero, además, éramos judíos. Estoy convencido que el hecho de ser judíos no era ajeno al vigor de nuestra elección: por encima de las familias, las religiones y las naciones de los demás, que nos rechazaban y nos aislaban en nuestro judaísmo, queríamos volver a encontrar a todos los hombres como los demás”.

  “Bueno, sea que nos equivocábamos del todo, sea que hayamos entrado en un período de reflujo, sea simplemente que me he hecho viejo, me he visto obligado a admitir que aquellos residuos poseían la vivacidad de la grama y se obstinaban en continuar siendo unas estructuras profundas de la vida de los pueblos, unos aspectos esenciales de su ser colectivo. La guerra se hizo en nombre de las naciones, y la Paz confirmó a las más antiguas e hizo nacer otras nuevas. La postguerra vivió un indiscutible renacer religioso que llevó, en una parte de Europa, a unos partidos confesionales al poder.  Por haber comprendido eso, los comunistas, atentos siempre al pulso de los pueblos, felicitan a los comulgantes comunistas, proponen a los cristianos su “mano tendida” y se proclaman patriotas nacionales. Los socialistas ni siquiera tienen necesidad de fingir”.

  “Al parecer, estamos condenados, y por mucho tiempo, a las religiones y a las naciones. Una vez más me limito a dar constancia de una realidad, no la juzgo”.

  “¿Qué va a ser de nosotros? ¿En qué quedarán nuestras esperanzas de adolescentes? Lo que sentíamos de un modo confuso, lo que queríamos suprimir rechazando toda la sociedad de entonces, no quiero ni puedo ocultármelo ya a mí mismo: siendo lo que es el estado religioso de los pueblos, siendo lo que es la nación, el judío se encuentra, hasta cierto punto, al margen de la comunidad nacional”.

  “La historia del país donde vivo se me aparece como una historia de prestado. ¿Cómo podría sentirme representado por Juana de Arco, cómo podría oír con ella sus voces patrióticas y cristianas? Sí, todavía la religión. Que me den una receta para pensar independientemente en la tradición nacional y la tradición religiosa. No puedo olvidar que la heroína nacional llevaba su espada como una cruz: como la mayoría de los héroes históricos; al morir, Bayardo pedía que dejaran besar su espada; doble símbolo fundido en uno. ¿Cómo podría identificarme con Clovis, ingenuo y bueno al decir de los manuales de la escuela primaria pero que, al parecer, hubiera exterminado de buena gana a los malvados judíos? ¿O con Napoleón, tan ambiguo, tan halagado, por los judíos de su época? ¿O,  con mayor motivo, a los zares pogromistas o a los soberanos orientales? En verdad, me resulta imposible coincidir seriamente con el pasado de ninguna nación”.
  

A.    Memmi: Retrato de un judio, Gallimard, 1962 citado por Leon de Poncins: El judaísmo y la Cristiandad, Ed. Acervo, 1966 pag. 211-222


Enviado por Santiago Mondino



Nacionalismo Católico San Juan Bautista

domingo, 8 de enero de 2017

Del holocausto al mito de los 30.000 desaparecidos en Argentina – Santiago Mondino



  Llama la atención de cualquier estudioso de la historia reciente Argentina, la gran cantidad de similitudes y el parentesco directo que existen entre las persecuciones a los altos mandos del Ejército alemán luego de la Segunda Guerra Mundial, y la persecución a Militares argentinos luego de la deblacle del Proceso de Reorganización Nacional y el retorno a la Democracia. No son pocos los miembros de la colectividad Judía que han participado en los denominados “Organismos de DDHH” pidiendo que sean castigados los miembros de las Fuerzas de Seguridad. Su influencia tiene un carácter más que simbólico, si se observa cómo se han replicado en Argentina, y en otros países de América en menor medida, la metodología y procedimientos que los Judíos emplearon en el hostigamiento a los representantes del Nacionalsocialismo. A continuación exponemos algunos ejemplos de la influencia e intervención de los integrantes de la colectividad Judía en Argentina (algunos claramente vinculados al Estado de Israel), tanto en los ámbitos gubernamentales, judiciales y organizaciones de Derechos humanos.



Origen del “Nunca más”

  En el imaginario colectivo argentino existe la creencia que la expresión “nunca más” fue adoptada por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de personas) como un lema original para referirse a la “guerra sucia” ocurrida en Argentina. La realidad es que no se trata de una frase original que haya tenido su génesis con motivo de la persecución a militares por supuestos crímenes de lesa humanidad. El autor de ese título (que lleva el nombre del informe de la CONADEP) es un rabino llamado Marshall Meyer, el único miembro extranjero que integro la Comisión,  cuyo lema apareció escrita en el gueto de Varsovia durante su levantamiento en 1943 en el transcurso de la  Segunda Guerra Mundial. El “Nunca más” quedó confinado a las víctimas directas de los campos de concentración, especialmente los judíos. Sin embargo, con el paso del tiempo el lema fue adoptado para otras causas vinculadas a crímenes atribuidos a regímenes militares, en particular, en Argentina, al denominado Proceso de Reorganización Nacional que tuvo lugar en 1976 hasta 1983. Marshall T. Meyer fue miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y co-fundador junto al periodista Herman Schiller del Movimiento Judío por los Derechos Humanos. Durante los años de la dictadura militar de 1976-1983 se convirtió en fuerte crítico del gobierno militar y de sus violaciones de los derechos humanos. Trabajó arduamente para salvar vidas de centenares de personas que eran perseguidas por el régimen y visitó a los presos en las cárceles, entre ellos el periodista Jacobo Timerman, que dedicó su libro, “Preso sin nombre, celda sin número”, al rabino, que “tanto consuelo ha traído a los presos judíos, cristianos y ateos”. El Seminario Rabínico Latinoamericano se transformó en un lugar donde se convocaban familiares para realizar hábeas corpus colectivos. En 1981, el Seminario Judío Teológico de Nueva York lo distinguió con el título de Doctor Honoris Causa en Teología Sagrada. En 1983, la Universidad de Darmouth lo distinguió con el título de Doctor Honoris Causa en Humanidades. Ese mismo año, cuando la democracia volvió a la Argentina, el presidente electo, Raúl Alfonsín, reconoció el trabajo del rabino Meyer concediéndole la condecoración más alta que la Argentina entrega a un extranjero, la Orden del Libertador San Martín.
Dicho emblema no solamente fue utilizado en Argentina. La Comisión Chilena de Derechos Humanos elaboro un Informe que lleva como título: “Nunca más en Chile”.


  En Brasil, el rabino Henry Sobel, el pastor presbiteriano Jaime Wright y el Cardenal Paulo Evaristo Arns, con todo un equipo de investigadores reunieron informaciones de más de 1.000.000 de páginas contenidas en 707 procesos del Tribunal Superior Militar. El libro, publicado por la Editora Vozes, Brasil Nunca Más”, jugó un papel clave en la identificación y comunicación de los torturadores del régimen militar y aceleró la caída de la dictadura.




 “Me alarma la posibilidad de que se reivindique a las Fuerzas Armadas cuando nunca reconocieron su culpabilidad y se jactan de lo que hicieron. Sería matar a los desaparecidos por segunda vez. Es lo mismo que hace Pinochet cuando dice que los judíos muertos por el nazismo fueron solamente cuatro millones y no seis, o los norteamericanos y europeos cuando dicen que el Holocausto judío no existió. Estoy de acuerdo con todo lo que perpetúe la memoria de los desaparecidos: desde un concurso nacional de esculturas hasta el nombramiento de una plaza central del país en su homenaje. Hay que asegurar de alguna manera que esto quede grabado en la historia argentina.”

  Visita de Bergoglio al monumento dedicado a los seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto.


Judíos y dictadura

  El rol del Rabino Marshall Meyer como participante activo en organismos de DDHH encargados de la persecución a militares por supuestos crímenes cometidos durante el gobierno de facto de mediados de la década del 70 no fue un caso aislado. La participación de judíos tuvo un papel muy significativo interviniendo a título personal en carácter de querellantes, abogados, fiscales o jueces. También tomaron cartas en el asunto mediante las organizaciones de la colectividad judía que actúan en Argentina.

 “La Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina” (DAIA) tiene su origen hacia mediados de la década de 1930 como un Comité contra el Antisemitismo, cuya labor fue denunciar la prédica antijudía propagada por grupos de derecha nacionalista. Desde entonces se ha convertido en la representación política de la comunidad judía de Argentina y continuó siendo uno de sus objetivos primordiales la denuncia del antisemitismo en el país. En relación a lo sucedido con los judíos durante la última dictadura militar, la DAIA presentó dos Informes: el primero al inicio de la recuperación democrática (1984) y el segundo durante el gobierno de Néstor Kirchner (2007).

  Tras la apertura de los debates acerca de lo acontecido durante la dictadura militar y el conocimiento acerca de las formas que adquirió el terrorismo de Estado en Argentina, el Centro de Estudios Sociales de la DAIA inició un proyecto de investigación en el que intentó abordar la situación de los detenidos-desaparecidos judíos. Parte de este Informe fue entregado en 1999 al juez español Baltasar Garzón. El rabino Daniel Goldman, de la comunidad Bet El, explicó que aunque los judíos eran sólo un uno por ciento de la población argentina, representaron el 12 o 13 por ciento de los torturados, asesinados o desaparecidos. Ocho carpetas fueron entregadas a Garzón por el periodista Herman Schiller, con numerosos testimonios directos de sobrevivientes de los campos clandestinos y opiniones sobre la represión antisemita de prestigiosas personalidades argentinas. Es particularmente valioso lo que testimonia Mario Villani, superviviente de cinco campos de concentración. Símbolos, marchas nazis y retratos de Hitler en las cámaras de torturas y las salas de guardias, señaló Schiller. Sólo en las denuncias de Villani se enumeran los nombres y grados militares de treinta represores caracterizados por su sadismo antisemita. En el informe de casi 200 páginas presentado ante Garzón por la Comisión de Familiares de Desaparecidos, con sede en Barcelona, se detallan estas actividades en 27 centros clandestinos. Matilde Mellibosky, dirigente de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, entregó a Garzón una lista de 164 casos sobre la persecución antisemita de la dictadura.

  En el emblemático juicio al ex capellán de la policía bonaerense Christian Von Wernich, en el que cumplieron con su deseo de sentar en el banquillo de los acusados a un hombre de la Iglesia, encontramos la intervención de Miriam Bregman, abogada del colectivo “Justicia Ya”, quien manifestó en su alegato: “No es partícipe, es  autor y pieza clave del genocidio; es un engranaje de una única maquinaria represiva que actuaba en todo el país”.

  El tribunal que estuvo a cargo del juzgamiento de Von Wernich y de Miguel Etchecolatz, fue presidido por Carlos Rozanski, un asiduo concurrente a conmemoraciones relativas a la shoá”, interviniendo como conferencista. Podemos citar como ejemplo la celebrada por  el Polo del Judaísmo Plural (Meretz, Convergencia, ICUF e Independientes) en el  Acto en Homenaje al Levantamiento del Gueto de Varsovia. En la cual Rozanski se refirió a las similitudes y divergencias entre la represión, la censura y el terrorismo de Estado durante la Shoa y durante la última dictadura militar argentina. También participo en la conferencia “Memoria, verdad, justicia y reparación” en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorin, en la cual disertó sobre el negacionismo desde una perspectiva jurídica. Citando al escritor Súlim Granovsky, señaló que “es imposible hacer justicia sobre algo que no sucedió: ese es el sentido de la negación, pretende evitar que no se haga justicia y que no se pueda elaborar lo sucedido. La herida psicológica es de una profundidad muy alta”. 

  Hubo verdad, pero mucho tiempo después. La verdad la conocían los 1.500.000 muertos, y se la llevaron a esas fosas comunes, la sabían los sobrevivientes pero no pudieron elaborarla y transmitirla”.

  Rozanski tuvo que renunciar a su cargo en octubre del 2016 por tener varias denuncias en su contra.  Estaba acusado ante el Consejo de la Magistratura, entre otras cosas, por supuesto “maltrato laboral” contra su personal, a partir de una denuncia de Julio Piumato, jefe de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN).”

  El Juez Federal Daniel Rafecas, está a cargo de la investigación de la "Megacausa Primer Cuerpo del Ejército", en la cual se investigan crímenes cometidos contra más de 1200 víctimas en numerosos centros clandestinos de detención (CCD) en la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires.

Rafecas y el garantista ex juez Zaffaroni en la conferencia "Memoria, verdad, justicia y reparación" 

  En el contexto de esta causa, se ha imputado a más de 160 personas por la comisión de delitos de lesa humanidad, habiéndose llegado a juicio oral por los hechos ocurridos en los CCD “Mansión Seré”, “Vesubio”, “Atlético, Banco y Olimpo”, “Automotores Orletti” y “Hospital Posadas”.  El curriculum de Rafecas nos informa que es profesor regular de Derecho Penal en la UBA y en la Universidad de Rosario, y consejero académico en el “Museo del Holocausto de Buenos Aires”. Autor de numerosos trabajos sobre derecho penal y derechos humanos, se ha especializado en los estudios sobre la Shoá y sus implicancias sociales y jurídicas. Tiene a su cargo un seminario sobre “Ciencias Penales y Shoá” en el posgrado de la Facultad de Derecho de la UBA. Ha dictado conferencias sobre temas relacionados con la Shoá en los Estados Unidos (Auschwitz Institute), Francia (UNESCO), España (Casa Sefarad) e Israel (Yad Vashem), así como también en países de Latinoamérica y en universidades del interior de la Argentina. Recientemente, ha recibido los premios “Derechos Humanos”, de la Fundación B’nai B’rith de Argentina; “Gilbert Lewi”, de la Fundación Museo del Holocausto de Buenos Aires, y “Moisés”, de la Sociedad Hebraica, en virtud de sus constantes aportes para mantener viva la memoria de los acontecimientos que se narran en la presente obra.

  También es autor del libro “Historia de la solución final”.

  Al igual que su colega Carlos Rozanski tiene un pedido de juicio político ante el Consejo de la Magistratura por supuestas maniobras realizadas para desacreditar al fallecido fiscal Alberto Nisman, por haber tergiversado documentación con el objetivo de desacreditar la figura del doctor Nisman.
  
  El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, quien en más de una oportunidad manifestó que “los juicios contra los represores no son una moda, no cambian con los gobiernos ni con los tiempos, y los definió como una política de Estado, forma parte fundamental del proceso democrático y del estado de Derecho" fue reconocido por la logia Judeo-Masónica B´nai B´rith Argentina con el premio “B´nai B´rith Derechos Humanos 2010 en el acto que tuvo lugar en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.


El Nüremberg argentino

  Otra extraña similitud encontramos en el parentesco que pretende realizarse entre los juicios llevados a cabo contra los altos mandos del Ejército Alemán que fueron juzgados y condenados por los vencedores al finalizar la segunda guerra mundial en lo que se denominó, los juicios de Nüremberg, y el juzgamiento a la cúpula militar del Proceso de Reorganización Nacional. Con el retorno a la democracia, Raúl Alfonsín asume la Presidencia de La Nación y a los cinco días dictó el decreto 158/83 por el cual ordenaba enjuiciar a los “...integrantes de la junta militar que usurpó el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 y a los integrantes de las dos juntas militares subsiguientes”.

  En el año 2004 se estrenó en Argentina un documental Coproducido por la Argentina y España, “El Nüremberg argentino” se basa en un guión coescrito por Fredy Torres y Miguel Rodríguez Arias. A lo largo de sus ochenta y tres minutos de duración, “El Nüremberg argentino” reconstruye el desarrollo del juicio, a través de imágenes de archivo, a las que se suma material fílmico de la época. Además, hay en el documental entrevistas actuales a seis de los principales testimoniantes, a los cuatro jueces que integraban el tribunal (los doctores León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco y Andrés D´Alessio), al fiscal Julio César Strassera, al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, a la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, al periodista y escritor Miguel Bonasso y al pensador Tomás Abraham.

 El objetivo principal de este largometraje -señala Rodríguez Arias- es dar a conocer a los más jóvenes los siniestros objetivos y métodos de la represión y proponer a los adultos un saludable ejercicio de la memoria. Al mismo tiempo, la película trata de brindar un testimonio completo de ese episodio trascendental para la historia del país y para la jurisprudencia internacional”. La intención de los documentalistas para inculcar en los jóvenes el paralelismo entre el juicio a la Junta Militar Argentina por supuestos crímenes de lesa humanidad y los llevado a cabo en Alemania es más que evidente. El adoctrinamiento a través de la educación y los medios masivos de comunicación referidos a las violaciones de DDHH y su asimilación a los crímenes atribuidos a la Alemania nacionalsocialista fue profundizado a partir del año 2003.

  Pero el paralelismo no se limita al juicio a las Juntas Militares. En agosto del 2016 se dictó sentencia en la denominada “Megacausa La Perla” en la provincia de Córdoba. En los medios de prensa cordobeses el juicio fue conocido como “El Núremberg cordobés”.  El periódico Día a Día hace esta comparación: “No es una exageración: el juicio por la megacausa La Perla es el “Nüremberg” cordobés: un proceso que entrará en la historia de Córdoba como el que permitió visualizar la magnitud del terrorismo de Estado en nuestra provincia. Del mismo modo que las principales figuras del Estado nazi dieron cuenta ante la Justicia (ciudad alemana de Nüremberg, 1945–1946), la megacausa La Perla aglutina gran parte de los crímenes contra la humanidad que el Ejército y la Policía cometieron en Córdoba incluso en democracia, antes del golpe de Estado, principalmente en los campos de concentración La Perla, Campo de la Ribera, Departamento de Informaciones (D2), Penitenciaría de San Martín y numerosas comisarías, destacamentos y otras “cuevas” parecidas.”


 Los “escraches”

  Finalizada la segunda guerra mundial el objetivo de algunos judíos se centró en buscar a militares alemanes que habían logrado eludir los juicios que los vencedores de la guerra estaban llevando a cabo para castigar a los derrotados. Tal vez el más célebre de los “cazadores nazis” fue Simon Wiesenthal quien con el nacimiento del Estado de Israel en 1948, fue enrolado para trabajar con el organismo que antecedió al Mossad, el “departamento de estado” del Ministerio de Asuntos Exteriores, y aunque no era israelí, recibió un pasaporte del Estado Hebreo.

  A pesar de no ser tan famosos como Wiesenthal, el matrimonio compuesto por Beate y Serge Klarsfeld desarrollaría una intensa labor de investigación de los crímenes del nazismo y de búsqueda de los criminales nazis. Se puede decir que cada miembro de la pareja tuvo su papel: Beate, fue la activista y la cara pública, mediática y polémica: en 1968, Beate llamó la atención de la opinión pública internacional al abofetear al Canciller alemán Kurt Georg Kiesinger, un antiguo nazi reconvertido en político democristiano (CDU, el partido de la actual Canciller Angela Merkel), algo bastante frecuente en la República Federal Alemana (RFA). Por su parte, Serge, licenciado en Derecho por la Soborna, se encargaba de la investigación y de llevar a juicio a esos criminales nazis. En 1979, Beate sobrevivió a un intento de atentado por parte de la red de antiguos soldados nazis ODESSA.

Mucho se ha dicho y escrito sobre el matrimonio Klarsfeld, aunque Beate fue acusada de izquierdista por sus duras críticas al SPD por su pasividad ante la penetración de antiguos nazis en las instituciones de la RFA, también se sospechaba de las relaciones del matrimonio con los servicios secretos israelíes, el MOSSAD, debido fundamentalmente a la colaboración que mantuvieron con el también conocido cazador de nazis Simon Wiesenthal. Incluso, se llegó a insinuar que los Klarsfeld colaboraron con la CIA, ¿quién sabe?

  Lo interesante del caso es que Beate Klarsfeld tenía por costumbre presentarse ante los domicilios de esos antiguos nazis y denunciarlos públicamente, es decir, lo que las agrupaciones de derechos humanos, en especial “HIJOS”, realizan en los domicilios particulares de los militares acusados por supuestas violaciones de derechos humanos. El antecedente de dichas manifestaciones es la labor que desarrollo el matrimonio Klarsfeld


Negacionismo

  Se denomina negacionismo el cuestionar la veracidad sobre el holocausto. Las afirmaciones frecuentes de la negación son las siguientes: que el asesinato de aproximadamente seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial nunca sucedió; que la Alemania de Hitler no tenían ninguna política oficial o intención de exterminar a los judíos; y que las cámaras de gas de guerra en el campo de exterminio de Auschwtz-Birkenau nunca existieron. Todos estos hechos fueron puestos en duda por la corriente histórica revisionista de la segunda guerra mundial. Entre los historiadores más reconocidos se encuentran Ernst Zundel, David Irving, Gerd Honsik, Pedro Varela, Germar Rudolf y Gerald Fredrick Toben. Por el simple hecho de investigar esta cuestión y llegar a conclusiones distintas a la que impone la historia oficial han sufrido persecuciones judiciales, incluso condenas de prisión. Recientemente quien fue víctima de estas persecuciones por atreverse a desafiar la versión oficial fue Ursula Haverbeck


  En los países europeos existe una diversidad de leyes que sancionan el negacionismo, especialmente a partir del año 2007 en que  La Unión Europea aprueba leyes que convierten la negación del Holocausto en un delito penado con prisión.

  Por su parte, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución, patrocinada por la Argentina y otros 102 países, que condena cualquier intento de negar el Holocausto.

  En el preámbulo, el texto “rechaza cualquier acción tendiente a negar el Holocausto, pues al ignorar terribles eventos históricos como éste, aumenta el riesgo de que se repitan” y además reafirma “el derecho de los pueblos y los gobiernos a un mundo sin genocidio”.

  En la parte resolutiva, la Asamblea General “condena sin ninguna reserva cualquier negación del Holocausto” y exhorta a los Estados Miembros de las Naciones Unidas a “rechazar cualquier negación del Holocausto como evento histórico, total o parcialmente, y cualquier actividad destinada a este propósito”.

  En Argentina una agrupación peronista presentará un proyecto para crear la figura del negacionismo y llevar a la Justicia a los funcionarios que pongan en duda la cantidad de desaparecidos o “busquen relativizar los hechos de la última dictadura”, luego de las declaraciones de Mauricio Macri, que dijo desconocer si los desaparecidos eran 30 mil. En el peronismo denuncian que es como “negar el Holocausto”.

 “La mayoría de las sociedades que han pasado por genocidios como el nuestro castigan severamente a quienes buscan subestimar y negar las atrocidades vividas. Esto pasa en la mayoría de los países desarrollados, como Alemania, Austria, Francia o Israel. Si es delito dudar de los 6 millones de judíos asesinados por los nazis, ¿por qué no lo es hacerlo sobre las víctimas de la dictadura argentina?”, señaló Juan Manuel Valdés ante la prensa. 


Museos del Holocausto y Espacios de Memorias

  Con el objetivo de propagar y mantener viva la historia oficial sobre el “holocausto”, los judíos han promovido la construcción de museos para “difundir y educar, para concientizar a la sociedad acerca de las graves consecuencias del racismo, la discriminación, la xenofobia y el antisemitismo”. En el mundo existen Museos del Holocausto en Alemania, República Checa, Israel, Francia, Holanda, Polonia y Estados Unidos.

  Siendo Argentina uno de los países cuya colectividad judía es de las más numerosas del mundo, a mediados de la década de 1990 se iniciaron las gestiones para la creación del museo, cuando la Fundación Memoria del Holocausto comenzó la recolección de relatos, testimonios, documentos y objetos personales de los sobrevivientes del Holocausto en la Argentina. Luego de recibir del Gobierno Nacional el edificio de la Sub-Usina “Montevideo” de la Compañía Ítalo-Argentina de Electricidad, en el barrio de Recoleta se desarrolló el concurso de proyectos, donde se eligió ganadora la propuesta de Dujovne-Hirsch y Grinberg-Dwek-Sartorio-Iglesias. El arquitecto Berardo Dujovne es uno de los creador de Dujovne-Hirsch & Asociados y padre del actual Ministro de Haciendas Nicolás Dujovne

  Uno de los fundadores y ex Presidente del Museo de la Ciudad de Buenos Aires es Claudio Avruj, quien durante la presidencia de Mauricio Macri pasó a comandar la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, una dependencia emblemática durante el kirchnerismo por su rol en la persecución judicial de miembros de las Fuerzas Armadas. Cuando en el año 2013 asumió la presidencia de dicha entidad designó como hombre de confianza a Guillermo Yanko, pareja de la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Es importante destacar que Avruj mantiene vínculos muy aceitados con el Estado de Israel, por tal motivo en el año 2014 Mauricio Macri lo designo en su comitiva cuando viajo a Israel para estrechar vínculos con el primer ministro Benjamin Netanyahu.


Santiago Mondino


Claudio Avruj en el “Museo del Holocausto en Buenos Aires”


Macri y su jefe

Obama en el Museo Conmemorativo del Holocausto (USHMM)         Museo de la ESMA - Argentina

Fuentes:




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